OCTUBRE 2004
4. Derechos y libertades
Xavier Caño Tamayo.
Periodista
George W. Bush pasará a la Historia como el presidente de EE.UU. que
más derechos y libertades ciudadanas ha recortado o eliminado. Para
gozar de la mayor impunidad posible, Bush ha atizado el más grosero y
elemental patriotismo, fundado en el miedo a los otros, en la
agresividad como respuesta y la testosterona como cultura. Manipulando,
mintiendo y ocultando la verdad ha propiciado que en EE.UU., uno de los
tres países donde nació la democracia, sean normales las torturas, la
pérdida de garantías judiciales y procesales, la desinformación
sistemática, el acoso a los intelectuales críticos y un retorno a la
funesta época del fascistoide McCarthy.
Foto: Xulio Villarino /
Cedida por Médicos del Mundo |
Con Bush hay comisiones militares que han usurpado el papel de los
jueces si se trata de sospechosos de terrorismo. Con Bush se detiene y
retiene por tiempo indefinido sin control judicial: durante meses e
incluso años, varios miles de ciudadanos han permanecidos detenidos,
incomunicados y sin asistencia jurídica ni de ningún otro tipo por ser
extranjeros o musulmanes. Con Bush, los sospechosos de terrorismo pueden
ser juzgados en secreto, a puerta cerrada y con menor garantía en la
aceptación de pruebas acusatorias. Con Bush la CIA ha recibido la orden
de asesinar a todo aquel que a la ineficaz agencia le parezca sospechoso
de pertenecer a Al Qaeda. Con Bush EE.UU. ha abandonado la Corte Penal
Internacional contra crímenes de guerra y contra la humanidad y ha
extorsionado a numerosos países soberanos para que los soldados y
funcionarios estadounidenses no sean juzgados (aunque haya indicios de
crímenes) ni los entreguen a la Corte Penal Internacional; la extorsión
se ha consumado con la amenaza de no renovar la ayuda militar. Con Bush
se ha torturado en Irak y (aunque se ha hablado menos porque no había
fotografías) también en Afganistán, así como en Guantánamo, o se ha
entregado a prisioneros de esa difusa guerra contra el terrorismo
internacional a países con mayor tradición torturadora para que los
"interrogaran"; incluso se llegó a encargar a un equipo de abogados de
Washington que justificaran jurídicamente la tortura. Con Bush se ha
elaborado un amplio, secreto y caro programa de contrainformación que
incluye sobornos a periodistas y difusión de mentiras, lo que un
portavoz de la Casa Blanca camufló diciendo que "tal vez sea necesario
difundir noticias inexactas". El propio Bush explicó al iniciar su
guerra contra el terrorismo internacional: "Ésta es una guerra con
muchas operaciones secretas". Con Bush la entrada en EE.UU. se ha
convertido en una mala película de política ficción futurista, con
controles propios de estados fascistas, en la que todo extranjero es
sospechoso sólo por serlo. Con Bush se ha intentado el mayor control
posible de medios informativos (sobre todo, televisiones) y, aunque
algunos grandes grupos de medios de comunicación le han seguido un tanto
en sus delirios, la cultura de la libertad de expresión es tan intensa
en EE.UU. que no ha podido tapar la voz de la verdad.
"La política antiterrorista del ultraderechista Bush es
igual a la acción de un bombero que pretende
apagar un fuego con una manguera de la que sale gasolina" |
Y todo, en nombre de la libertad y la seguridad. Una conducta similar a
la de otro eximio autoritario, Putin, que para proteger a los rusos de
los terroristas chechenos, manda asesinar a los ciudadanos que protege
(secuestro del teatro Dubrovkna y escuela de Beslán).
El conservador The Economist, al analizar las consecuencias de las
medidas y políticas emprendidas por Bush tras el 11-S, denunció que "el
retroceso de libertades en EE.UU. era una innecesaria victoria para los
terroristas". Efectivamente, la política antiterrorista del
ultraderechista Bush es igual a la acción de un bombero que pretende
apagar un fuego con una manguera de la que sale gasolina. El incremento
de terroristas y de acciones terroristas hay que apuntarlo en buena
medida a la cuenta de George W. Bush. Y eso aún dejando de lado que,
como denunció en su día el académico de la lengua y catedrático, Claudio
Guillén, "el terrorismo internacional no es más que una generalización,
una entelequia de la mente y el lenguaje". Hay terroristas y grupos
terroristas a los que combatir, pero no al modo de Bush. En realidad, la
auténtica política de seguridad es la defensa a ultranza y sin
concesiones de los derechos humanos. Justo lo contrario de lo que ha
hecho y hace Bush.
La vida, la integridad física y mental, la libertad de movimientos y de
actuación son los derechos que los terroristas violan ferozmente y
tienen que ver con la seguridad. ¿Alguien puede creer que esos derechos
y otros pueden ser defendidos violando otros derechos e incluso éstos? ∆ |