EDITORIAL

Se imaginan un paisaje asturiano con sus prados vacíos de vacas?
Pues hacia eso vamos. En el último año Asturias ha perdido 28.164 reses de leche y carne. El paraíso ganadero asturiano se está convirtiendo en un desierto vacío, porque así lo dictamina la U.E. Extraña política ésa.
Dentro de poco nos dirán que fabricamos demasiada sidra, con lo que tendremos que arrancar manzanos.
Pero no hay por qué preocuparse, a cambio de lo natural tendremos hormigón por todas partes. La franja costera se convertirá en una imagen típica del levante español.
Las urbanizaciones florecerán donde antes pastaban las vacas contemplando cómo el mar rompía contra los acantilados.
Por cierto, la pesca también se acaba. Y cuando todo lo que deriva del cemento deposite sus desperdicios en el mar, nos bañaremos con trajes de neopreno.
¿Se acuerdan de un paraíso natural llamado Asturias...?
Hace poco cambiaron el eslogan porque les pareció anticuado. No es de extrañar. Más bien lo que parecía era fuera de contexto, por lo de paraíso y por lo de natural.
La vida necesita espacio para mostrar todo su esplendor.
La muerte, en cambio, sólo necesita un nicho de cemento.
Puede que nos queden las montañas, tal vez porque en ellas mandan los elementos, no los hombres. ¿Hasta cuándo? ∆