Objetivo:
Everest
Un accidente de parapente hace doce años le cambió la
vida para siempre. Era un ciclista inquieto, aventurero y comprometido.
Hoy en día sigue siendo todo eso, y además medallista paralímpico en
Sydney. ¿Qué ha cambiado entonces? Ahora, aunque puede caminar, tiene
una discapacidad importante en las piernas, y también se ha vuelto
bastante más prudente.
Texto: Gerardo Calvo /
Foto cedida por J.A.B. |
Pues
sí. Nada menos que el techo del mundo es el nuevo reto que se ha puesto
para 2006 este asturiano incombustible.
José Andrés ya ha sido pionero antes en otros terrenos, y no se asusta
ante lo desconocido.
-¿Cómo y cuándo se te ocurrió la idea de ascender el
Everest?
-Fue en el año 2002. Estuve haciendo una travesía en bicicleta por el
Himalaya que pasaba por el campo base de la cara norte, y me llamó mucho
la atención la montaña. Pensé que por qué una persona con discapacidad
no podía por lo menos intentarlo.
A partir de ese momento empecé a prepararlo, a reunir los medios, el
presupuesto, que es de 24.000 euros, y este año por fin lo he
conseguido.
-¿Es uno de los problemas más difíciles, el de la
financiación?
-Hombre, sí. No se puede organizar una expedición solo, porque sería
demasiado costoso. Lo que hacen las agencias de montaña chinas es
facilitarte toda la infraestructura, permisos, el guía… Otras
necesidades como el cocinero, o los animales de carga, los compartes con
otros montañeros hasta que llegas al campo base.
-Has elegido la cara norte, que no es la más fácil,
precisamente. ¿Por qué?
-Creo que para mi discapacidad física es la más asequible porque me
coloco en 7200 m. en una aproximación más o menos sencilla.
Tiene el inconveniente de que está más expuesta a las inclemencias del
tiempo, pero es que por la cara sur está la cascada de hielo del Khumbu,
con su laberinto de grietas y escalas, y creo que para mí puede ser más
peligroso.
-¿Piensas llevar oxígeno?
-Sí, lo voy a llevar. Que lo utilice o no, dependerá del momento, pero
hemos pensado que no vamos a hipotecar una posibilidad de cumbre por no
llevarlo. Además, también hay que saber usarlo. Si te lo empiezas a
poner desde abajo, tu cuerpo se acostumbra, y luego aunque no lo
necesites, te lo va a pedir.
Se trata de ir aguantando, hasta el límite, entonces lo usas y ahí es
donde te va a ser útil realmente.
"Yo voy a hacer esto una vez, no voy a
repetir, y siendo así ¿dónde voy a ir? Pues a la montaña más alta. Si
tengo suerte y consigo coronar, perfecto, y si no sacaré mis
conclusiones" |
-¿Te sientes tranquilo con la experiencia montañera
que ya tienes?
-Bueno, no soy un montañero al uso, a mí me gustaba la montaña en su
aspecto de aventura. Yo me dedicaba a subir a las montañas y luego
bajarlas volando en parapente. Tengo experiencia en Picos de Europa y en
el macizo del Mont-Blanc.
Hay gente que me dice que no tengo suficiente experiencia, que pruebe
con otras montañas más asequibles primero, pero yo voy a hacer esto una
vez, no voy a repetir, y siendo así ¿dónde voy a ir? Pues a la más alta.
Si tengo suerte y consigo coronar, perfecto, y si no sacaré mis
conclusiones, pero no voy a volver al año que viene.
-Te lo planteas más como una experiencia en sí misma
que como un asalto a la cumbre, ¿no?
-Exactamente. Como ya me han puesto en alguna página web, "estás
acostumbrado a sufrir". Es verdad, y seguramente sufriré bastante, y
estoy mentalizado para ello, porque mi hándicap está de cintura para
abajo. Tengo las piernas y los pies destrozados, cuando llevo más de
seis o siete horas con las botas casi no las aguanto, pero no sé, a lo
mejor luego no me va tan mal. Yo por si acaso, estoy mentalizado para
una dureza máxima.
-Como discapacitado, tú ya has abierto puertas con
las medallas que has conseguido. ¿Crees que aquí también puedes abrir
camino para los demás?
-Está claro que nuestro colectivo siempre ha estado muy marginado,
aunque ahora parece que se nos empieza a escuchar. Quiero conseguir dos
cosas con esto. Por un lado abrir una puerta para todos aquellos
discapacitados que están indecisos, para que vean que no tienen por qué
limitarse y que se animen a practicar deporte. Por otro lado pretendo
que algunas personas se quiten la venda de los ojos y vean que nosotros
somos tan válidos como los demás.
-¿Estás siguiendo algún tipo de entrenamiento
específico para este reto?
-Yo el deporte no lo he abandonado nunca. Mi base es aeróbica,
porque vengo del ciclismo. Lo único que he hecho ha sido entrenar la
fuerza. He potenciado el tren superior, brazos, pectorales, y también he
ganado unos kilos para aguantar el frío, el hambre y las penurias de la
montaña.
-Cualquier persona que intente escalar el Everest,
tiene que asumir un importante riesgo, incluso para su vida. ¿Cómo te lo
has planteado tú?
-Lógicamente, en eso no pienso. Le decía a Rosa Fernández, que ya estuvo
allí, que lo que me daba miedo era, con lo emocionado que estoy, no
darme cuenta de que me estoy poniendo malo, de congelación, de edema o
de lo que sea. Pero ella me dijo que no me preocupara, porque el sherpa
que está contigo se entera en seguida. Eso me tranquilizó, porque no me
voy a separar de él, y en cuanto note algo pienso abandonar, no me la
voy a jugar.
-¿Has pensado qué vas a hacer si lo consigues, si
llega un momento en que te encuentras en la cima del mundo?
-No lo sé, creo que sacaré la bandera nacional, nuestra bandera, la
de Asturias, porque pienso subirla hasta arriba, y disfrutaré de ese
momento. ∆ |