EDITORIAL

Sigue el dale que te pego con el asunto ese de la "galleguización" del occidente asturiano.
Como si no fueran pocos los problemas existentes, ahora hay quien se empeña en conquistar, o invadir, o someter, o fagocitar, como gusten, desde la vecina Galicia, el asturiano del occidente.
La idea nació en tiempos de Fraga, quien en sus achaques seniles terminales soñó con extender sus fronteras como si del mismísimo Alejandro Magno se tratara.
Ahora, la idea cogió carrerilla y hay quien la alimenta y echa más leña al fuego, corriendo el riesgo de que las cosas pasen a mayores y cualquier día de estos nos encontremos con que algún vecino de Vegadeo, de Serantes, de Tapia, de Castropol, etc. respondió al coqueteo lingüístico gallego con su azadón.
Además, para más inri, no se le ocurre más que a Esquerra Republicana de Catalunya infiltrarse en el conflicto y meter el dedo en el ojo ajeno. Ya me dirán qué coño pintan provocando al personal tan lejos de sus lares.
Lo dicho, hay quien se aburre, pese a todo, y necesita gresca para justificar su anodina existencia.
¿No sería más sensato unir fuerzas y recursos para solucionar el tema de los incendios forestales, por ejemplo?
Ya, pero eso sería usar la materia gris en positivo, cosa que pocos seres humanos han conseguido.
Qué coñazo, señor.