EDITORIAL

Se acabó el verano. Para unos, malo, porque es la época de las vacas gordas. Para otros, genial, porque se acabó el barullo, los atascos, y Asturias recobra su pulso normal de la mano del melancólico septiembre, que si viene bueno, es el mejor de todos.
Lo que pasa es que ahora hablar de normalidad es casi utópico.
Ya nos avisan que los precios de las gasolinas se pueden disparar. Eso supondrá subidón de todo, porque la vida es una cadena, y todo repercute en todo.
De cualquier forma, Septiembre invita a tomar nuevas iniciativas, a hacerse propósitos, a planificar de nuevo la vida.
También invita a sustituir el mar por la montaña, a disfrutar de nuestra rica naturaleza, a esperar la llegada de las nieves.
Nunca valoraremos del todo el significado de vivir en una tierra tan variopinta y mágica como es Asturias. Todos los esfuerzos por cuidarla y protegerla son pocos, porque mucho es lo que nos regala y no siempre sabemos agradecérselo.
Cuidemos nuestra Asturias, porque las previsiones para el futuro son negras y corremos el riesgo de perder nuestro "paraíso". Aunque también es cierto que poco podemos hacer aquí ante un cambio climático global como el que se anuncia.
Disfrutemos entonces de lo que tenemos, porque Asturias es única y nunca existirá otra igual.