Siempre tuvo clara su pasión por el cine,
pero tomó conciencia de ello cuando se apuntó a unos cursos que organizó
la Universidad de Oviedo. Lo demás vendría luego, porque su aventura
cinematográfica acababa de empezar.
Alberto
Pardo es de Cabrales. Reconoce que siempre le pareció una utopía que
desde ese lugar tuviera la posibilidad de hacer cine. Hizo no obstante
de forma autodidacta sus propios guiones y cortometrajes.
-¿Qué cosas son fundamentales para que un cortometraje
funcione?
-Sean cortometrajes o largometrajes se fundamentan en dos piezas
básicas, que son guión y actores. La base sólida tiene que estar ahí
siempre. Y sin despreciar a ninguna parte del resto de componentes que
se necesitan para poder llevar a cabo un rodaje cinematográfico. En el
caso de los cortometrajes hay que añadir mucha ilusión, porque la
mayoría de la gente trabaja de manera gratuita, pone todos sus esfuerzos
e incluso pierde dinero.
-Has hecho el cortometraje "Pregúntale al viento" sobre
el tema de los maquis. ¿Por qué este tema?
-Fue mi último cortometraje en el año 2000 y con él conseguimos
tres premios y varias nominaciones. En él recreábamos la difícil
situación vivida en la posguerra española, especialmente en la zona
donde había lo que se llamaban emboscados, gente que se había echado al
monte y que estaba huída de la guardia civil. Se creaba una especie de
microcosmos irrespirable, por una parte los guerrilleros, por otra la
guardia civil, que eran los perseguidores, y después los vecinos del
pueblo. Existía un clima de permanente desconfianza, de dolor, de
sufrimiento. En "Pregúntale al viento" traté de reflejar, a día de hoy,
qué sabemos de aquella época y de esa situación que se vivió. Todavía
hay gente viva que no habla con claridad por temores y todo son enigmas.
Mi intención era contar la historia desde un punto de vista objetivo,
reflejar buenos y malos, quién sufría y quién no. Yo soy de Cabrales y
de pequeño oía contar muchas veces estas historias. Captaba que las
versiones cambiaban según quién las contara. Como denominador común, el
sufrimiento que se percibía en todas las personas que habían tenido
alguna relación directa o indirecta con esos hechos.
"En
Asturias nos falta un tejido industrial cinematográfico que
nos permita ir haciendo algo, porque si no al final te
tienes que ir a Madrid si quieres hacer cine de verdad" |
-También has abordado el tema de la emigración.
-Sí, anteriormente hice un cortometraje, "Gentes sin historia",
que trataba de recrear la emigración, en general de España, pero
específicamente del Oriente de Asturias a América. El título era un
homenaje y una declaración de intenciones a esa gente sin historia que
marchó y no consiguió triunfar.
-¿Al parecer querías hacer una trilogía sobre este tema?
-Esa era la intención de "Gentes sin historia". En esta primera
parte contaríamos lo que era el adiós, la despedida, el marcharse de la
tierra dejando todo lo que quieres, en busca de un futuro mejor del que
desconoces prácticamente todo. La segunda parte sería estar allí,
residir, abrirse camino en la vida y la comunicación que mantenía con
sus orígenes, con sus familiares. Y una tercera parte, sería el regreso
de una persona que no triunfó. Ocurre que por razones presupuestarias me
parece que serán inviables la segunda y la tercera.
-¿Hay en Asturias buena madera para cineastas?
-Sí la hay, porque hay inquietudes cinematográficas. Recuerdo
que los profesores que venían de Madrid o Valencia a darnos clase, gente
consolidada cinematográficamente a nivel nacional, nos hablaban siempre
del nivel y la calidad en la creatividad de los guionistas asturianos.
Pero estamos un poco en lo de siempre, nos falta ese tejido industrial
cinematográfico que nos permita ir haciendo algo, porque si no al final
te tienes que ir a Madrid si quieres hacer cine de verdad.
-Has presentado tus obras a diferentes certámenes como
los de Antequera (Málaga), la Rioja, Elche, Artnalón (Langreo), Medina
del Campo (Valladolid) y has conseguido algunos galardones. ¿Cuántos?
-Con "Gentes sin historia" recibimos ocho premios y con
"Pregúntale al viento" tres premios. Entre las dos andaremos por las
veinticinco o treinta nominaciones.
-¿Qué valoración das al Festival Internacional de Cine
de Gijón?
-Es muy importante para Asturias y para todos los realizadores y
la gente que estamos cerca del cine, la posibilidad de contar con un
festival con prestigio y personalidad propia. Tenemos que sentirnos
orgullosos de este Festival y apoyarlo todo lo que podamos.
-¿Te importan los galardones?
-Son un reconocimiento, pero no hay que sobredimensionar el que
te den un galardón. Luego, lo tienes que hacer mejor en todos los
sentidos, y en el siguiente cortometraje, volver a superarte.
-¿Algún corto a la vista?
-Pues hace poco estuvimos rodando un cortometraje de un amigo
que se llama Tomás Fernández y que es un proyecto premiado en el
Festival de Cine de Gijón. No obstante estoy escribiendo un guión y si
todo sale bien, espero que en septiembre se pueda rodar en Llanes. Se
trata de una historia ambientada en el año cuarenta y cuatro y es una
comedia. Voy a dar un giro, porque hay que tocar todos los palos.
-¿Cuál es tu sueño cinematográfico?
-Me gustaría tener la posibilidad de conseguir tocar la fibra de
la gente, la fibra del espectador, transmitirle sentimientos, emociones,
conmoverle. Todos los que estamos detrás de la cámara somos en cierta
medida manipuladores de sentimientos./
L.G. |