EDITORIAL

El Principado está desarrollando una política con el inmigrante que es un ejemplo para otras comunidades.
El plan de atención al inmigrante comprende su formación, un empleo y el apoyo para alquilar una vivienda, aspecto este último que comprende un seguro para acabar de persuadir a los propietarios reticentes.
Aunque seguro que surgirán voces disconformes y brotes xenófobos, que en todo rebaño hay ovejas negras, el asturiano en general acoge bien al inmigrante, tal vez porque no olvida que muchos asturianos fueron inmigrantes y vivieron sus historias en Europa o las Américas.
Además, con el bajo índice de natalidad de Asturias, la presencia de extranjeros aliviará un poco ese futuro negro que muchos ya anunciaban.
En cualquier caso, lo fundamental es que son seres humanos que buscan reorientar su vida y que escapan, en muchos casos, del hambre y de una vida sin esperanzas. La fraternidad humana nunca debe tener fronteras.