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SUPLEMENTO ASTURIAS 

   MANUEL GARCIA FONSECA 
Texto y foto:  Lupercio González

 INTERES
POR LO
PUBLICO


MANUEL GARCIA FONSECA

La gente más amiga y más cercana le llaman "Pole", en referencia a su lugar de nacimiento, Pola de Siero. Estudió sociología en París y Política y Sociales en Madrid. Ha sido durante varios años diputado nacional y diputado regional por Izquierda Unida. En la actualidad ejerce como profesor de filosofía en un colegio de Gijón.

 

 

 

 

 

 

 

"No interesarse por lo público es dejarlo en manos ajenas, y en una buena parte incluso en manos contrarias"

 

 

 

 

 

"La mayor parte de los políticos institucionales tienden hoy a ser políticos profesionales, y eso ocurre casi por igual en la derecha que en la izquierda."

 

 

 

 

 

"La izquierda clásica todavía no tiene recambio en la práctica. Es un modelo que responde más al pasado que al presente y al futuro."

 

 

 

 

 

"Vivimos en una época mala para las ideas progresistas o simplemente humanitarias."

 

 

 

 

 

"El embargo a Irak está matando miles y miles de niños y personas indefensas. Es un auténtico genocidio."


Manuel García Fonseca entiende la política institucional como un servicio a la sociedad y no como una profesión. A día de hoy no tiene ninguna responsabilidad institucional, ni siquiera en la Ejecutiva de IU, sólo en el Consejo Político. Su compromiso y militancia activa continúa, porque luchar por el ideal de una sociedad más justa y solidaria exige un esfuerzo permanente.

-¿No crees que la clase política se ha acomodado bastante?
-Yo antes de hacer una apreciación, que es crítica, quería resaltar un hecho que suele pasar desapercibido, y es que hay muchísimos militantes en organizaciones políticas que no están, no han estado o no quieren estar en un cargo institucional, y por tanto no están viviendo de la política; de hecho son la mayoría. Quien más o quien menos dedica horas, tiempo, esfuerzo y dinero a luchar por una idea de sociedad, y eso es política. Y eso no se suele tener en cuenta cuando se habla de los políticos. Los griegos decían que quien no era político era idiota. El término idiota viene un poco de ahí: el que se desentiende de la cosa pública. Creo que el no interesarse por lo público, por lo común, es dejarlo en manos ajenas y en una buena parte incluso en manos contrarias. En cuanto a la política institucional, a los políticos profesionales o con dedicación exclusiva, es verdad que hay una cierta degradación. Ahí influyen varias cosas, una de ellas es el hecho de que no se ponga límite temporal a las responsabilidades políticas. Afortunadamente parece que algunos grupos empiezan a planteárselo. Hay gente que hace de la política una profesión y eso es un problema gravísimo, porque tiende a permanecer y a agarrarse al sillón, y porque además, vive de ello. Eso me parece malo para la organización, para la sociedad e incluso para la persona misma. No quiere decir que todo político profesional no sea un hombre honesto y un hombre ético y un hombre con un ideal social, pero para mí es una mala situación objetiva.

-¿Qué está pasando con la izquierda en este país y en particular en Asturias?
-Creo que son malos tiempos para la izquierda. Por un lado, la izquierda clásica, los partidos que vienen del siglo pasado, los partidos obreros, responden a un modelo que todavía no tiene recambio en la práctica, es un modelo que responde más al pasado que al presente y al futuro, ese es uno de los temas de fondo. Uno de los motivos de la crisis es que todavía no ha aparecido un modelo que haya cuajado. Hay conatos, hay alternativas orgánicas, pero de alguna forma está también integrado en el sistema clásico. IU también nació con una vocación de superar esa concepción un tanto estrecha de partido, pero IU no acaba de cuajar a fondo, está todavía muy en mantillas, no se sabe si va para adelante, va para atrás o está estancada. Una de las razones es que no hay alternativa ideológica clara, ni alternativa organizativa. Luego, no es solamente que la gente queramos una sociedad distinta, más igualitaria, más social, más libre, es que además están los poderes interesados en mantener el status quo. La derecha económica, la derecha cultural y política, que es la misma, tiene cada vez un poder más concentrado, más fuerte y una dominancia clara. Es decir, que aparte de que nosotros no sepamos muy bien cómo, y no tengamos un instrumento adecuado, no es fácil. ¿Quién tiene el control de los medios de comunicación y por tanto la capacidad de crear valores, de modificarlos, adaptarlos, de crear ideas, de dar información o desinformación? Hoy es muy difícil. Vivimos en una época mala para las ideas progresistas o simplemente humanitarias.

-Como conocedor de las cuestiones agrícolas y ganaderas ¿cómo está hoy la situación del mal de las vacas locas en Asturias?
-La situación parece que se empieza a normalizar. Quiero señalar que esta crisis no ha sido provocada por el pequeño campesino tradicional, que por su propia naturaleza tiene un tipo de ganadería y de agricultura relativamente natural o ecológica, sin embargo van a ser ellos los que la van a pagar. Esto es un palo muy duro, porque es posible que se deje en la cuneta a muchos pequeños ganaderos. Este tipo de epidemias o plagas son consecuencia del tipo de ganadería o agricultura de producción intensiva, superindustrializada, con tecnologías agresivas, donde no importa bajar precios aunque sea a costa de la salud, del medio ambiente o de la calidad. Hay que ir a un tipo de producción mucho más ligada a la tierra, a los medios naturales, que no repugna ni mucho menos la tecnología, pero tecnologías no agresivas, respetuosas. Asturias, en general, está mucho más ligada a las pequeñas y medianas explotaciones familiares que a las grandes explotaciones superdimensionadas.

-Eres miembro del Comité Asturiano de Solidaridad con la Causa Arabe y has estado en Irak varias veces, ¿por qué ese interés?
-Hace seis años, del tema de Irak no sabía prácticamente nada. Me interesé por él a raíz de un viaje que hice cuando era diputado autonómico, para comprobar que una ayuda que habíamos aprobado estaba bien empleada. Para mí fue todo un descubrimiento ver el sufrimiento de niños en situaciones realmente terribles, en hospitales sin medios, en un país enormemente rico. Comprobé, sin buscarlo, como el embargo no afecta a Sadam Hussein, que invitó un día a comer a los periodistas y les dio un banquetazo de lo más exquisito, y les dijo con una ironía nada estúpida: "Como ven ustedes, a mí el embargo no me afecta". Pude comprobar cómo el embargo está matando miles y miles de niños y personas indefensas, es un auténtico genocidio. Una cosa son las estadísticas, los datos a distancia, como cuando te hablan de las distancias de las estrellas, ya no te impresiona, ahora es otra cosa cuando lo ves. Para mí ha sido muy revelador lo de Irak porque me puso de manifiesto, de forma muy plástica y muy viva, lo terrible de los planteamientos de fondo de esta sociedad y de los grupos dominantes de EE.UU, de la industria militar... Lo de Sadam es una excusa, eso lo ves clarísimo, entre otras cosas porque todos los que están alrededor, los emires de Kuwait y de Arabia son bastante peores que Sadam, tienen al pueblo mucho más sojuzgado, no hay ninguna libertad, y para mí Sadam no es un personaje que me inspire ningún tipo de simpatía. La causa del embargo es que es un país cuyo petróleo no controlaban las grandes compañías occidentales. Es un país que tiene las segundas reservas petrolíferas mayores del mundo, esa es la causa. Por esa causa se está matando a un pueblo entero. Es terrible.

-¿No crees que lo que está pasando en toda la zona de los países árabes es una olla a presión a punto de estallar?
-Sí, es así. Los poderes dominantes son tan enormes que parece que van a machacar cualquier reacción que hubiera. Pero innegablemente no puedes matar a cien millones de árabes. Ahí se está creando una tensión y una separación cada vez más creciente entre las bases árabes, dando lugar a fenómenos como el fundamentalismo islámico. Todos esos extremismos salen fortalecidos con este tipo de actuaciones agresivas e irracionales por parte de occidente. Con este tipo de acciones, lo que reciben los árabes de occidente no son precisamente los aspectos democráticos, la defensa de los derechos humanos, la justicia social o los factores de calidad de vida. Estas agresiones indiscriminadas a favor de los intereses occidentales del petróleo, están creando una situación mundial donde es imposible que haya paz. Yo no creo que a corto plazo pueda darse ninguna revolución en el mundo árabe, pero ha habido cambios en pocos años impensables un año antes.

-¿Te importa lo que piensen los demás de ti?
-Siendo sincero, pues sí. Me dolería mucho, por ejemplo, que la gente que aprecio me considerase una persona deshonesta; me duele menos si es gente distante o contrapuesta. Quiero decir, que influye, pero no en la medida en que me impida seguir los dictados de mi conciencia en los aspectos que yo considero que son fundamentales. En las líneas de conducta de fondo me parece que estoy un poco curado de espanto y creo que ahí soy bastante libre.

-Caridad, solidaridad, justicia... ¿Desde dónde hay que construir esta sociedad?
-Si hablas de caridad, de amor al prójimo, con eso puedes salvar al prójimo y tapar injusticias; es pura farsa. Hablar de solidaridad sobre injusticias es del todo contradictorio. No hay justicia si no hay espíritu de solidaridad y de preocupación por el prójimo. Yo añadiría una palabra, que no la invento yo y que me llamó la atención leyendo documentos de Naciones Unidas, que es: el egoísmo inteligente. Es decir, es de interés común, por supuesto para ellos, pero también lo es para nosotros. El que los países del tercer mundo adquieran un nivel de vida y de desarrollo dignos contribuiría a que hubiera más paz y menos gastos militares. Los problemas ecológicos serían menores, ya que muchos de estos países arrasan con los medios naturales como forma de supervivencia, por ejemplo la Amazonía.

-A pesar de todo ¿queda alguna oportunidad para la esperanza, para un futuro mejor?
-Desde el punto de vista de la izquierda clásica yo por lo menos vería el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. Yo tengo esperanza, quizás ahí mis raíces cristianas me influyan. Hablamos de esperanza y no de optimismo, de la misma forma que es simple e infantil pensar que cualquier fenómeno deseado es inevitable, como para nosotros lo era el socialismo. Ahora, para otros el fenómeno deseado es el capitalismo o el neoliberalismo, entonces el fin de la historia me parece igualmente infantil, acientífico. Yo creo que la historia cambia y hay más motivos para pensar. A pesar de todo ha habido avances. A pesar de todos los poderes de este mundo creo que el hombre es irreductible. Yo creo que en la persona humana surgen siempre resquicios por donde salen nuevas formas de vida, nuevas ideas, nuevos valores, e insisto en que lo que hemos estado utilizando hasta ahora son esquemas del pasado. Las utopías surgen de la capacidad del hombre de sobrepasar lo actual, por muy dominante que sea. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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