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García Fonseca entiende la política institucional como un servicio a la
sociedad y no como una profesión. A día de hoy no tiene ninguna
responsabilidad institucional, ni siquiera en la Ejecutiva de IU, sólo en
el Consejo Político. Su compromiso y militancia activa continúa, porque
luchar por el ideal de una sociedad más justa y solidaria exige un esfuerzo
permanente.
-¿No crees que la clase política se ha acomodado bastante?
-Yo antes de hacer una apreciación, que es crítica, quería
resaltar un hecho que suele pasar desapercibido, y es que hay muchísimos
militantes en organizaciones políticas que no están, no han estado o no
quieren estar en un cargo institucional, y por tanto no están viviendo de
la política; de hecho son la mayoría. Quien más o quien menos dedica
horas, tiempo, esfuerzo y dinero a luchar por una idea de sociedad, y eso es
política. Y eso no se suele tener en cuenta cuando se habla de los
políticos. Los griegos decían que quien no era político era idiota. El
término idiota viene un poco de ahí: el que se desentiende de la cosa
pública. Creo que el no interesarse por lo público, por lo común, es
dejarlo en manos ajenas y en una buena parte incluso en manos contrarias. En
cuanto a la política institucional, a los políticos profesionales o con
dedicación exclusiva, es verdad que hay una cierta degradación. Ahí
influyen varias cosas, una de ellas es el hecho de que no se ponga límite
temporal a las responsabilidades políticas. Afortunadamente parece que
algunos grupos empiezan a planteárselo. Hay gente que hace de la política
una profesión y eso es un problema gravísimo, porque tiende a permanecer y
a agarrarse al sillón, y porque además, vive de ello. Eso me parece malo
para la organización, para la sociedad e incluso para la persona misma. No
quiere decir que todo político profesional no sea un hombre honesto y un
hombre ético y un hombre con un ideal social, pero para mí es una mala
situación objetiva.
-¿Qué está pasando con la izquierda en este país y en particular en
Asturias?
-Creo que son malos tiempos para la izquierda. Por un lado, la
izquierda clásica, los partidos que vienen del siglo pasado, los partidos
obreros, responden a un modelo que todavía no tiene recambio en la
práctica, es un modelo que responde más al pasado que al presente y al
futuro, ese es uno de los temas de fondo. Uno de los motivos de la crisis es
que todavía no ha aparecido un modelo que haya cuajado. Hay conatos, hay
alternativas orgánicas, pero de alguna forma está también integrado en el
sistema clásico. IU también nació con una vocación de superar esa
concepción un tanto estrecha de partido, pero IU no acaba de cuajar a
fondo, está todavía muy en mantillas, no se sabe si va para adelante, va
para atrás o está estancada. Una de las razones es que no hay alternativa
ideológica clara, ni alternativa organizativa. Luego, no es solamente que
la gente queramos una sociedad distinta, más igualitaria, más social, más
libre, es que además están los poderes interesados en mantener el status
quo. La derecha económica, la derecha cultural y política, que es la
misma, tiene cada vez un poder más concentrado, más fuerte y una
dominancia clara. Es decir, que aparte de que nosotros no sepamos muy bien
cómo, y no tengamos un instrumento adecuado, no es fácil. ¿Quién tiene
el control de los medios de comunicación y por tanto la capacidad de crear
valores, de modificarlos, adaptarlos, de crear ideas, de dar información o
desinformación? Hoy es muy difícil. Vivimos en una época mala para las
ideas progresistas o simplemente humanitarias.
-Como conocedor de las cuestiones agrícolas y ganaderas ¿cómo está
hoy la situación del mal de las vacas locas en Asturias?
-La situación parece que se empieza a normalizar. Quiero señalar
que esta crisis no ha sido provocada por el pequeño campesino tradicional,
que por su propia naturaleza tiene un tipo de ganadería y de agricultura
relativamente natural o ecológica, sin embargo van a ser ellos los que la
van a pagar. Esto es un palo muy duro, porque es posible que se deje en la
cuneta a muchos pequeños ganaderos. Este tipo de epidemias o plagas son
consecuencia del tipo de ganadería o agricultura de producción intensiva,
superindustrializada, con tecnologías agresivas, donde no importa bajar
precios aunque sea a costa de la salud, del medio ambiente o de la calidad.
Hay que ir a un tipo de producción mucho más ligada a la tierra, a los
medios naturales, que no repugna ni mucho menos la tecnología, pero
tecnologías no agresivas, respetuosas. Asturias, en general, está mucho
más ligada a las pequeñas y medianas explotaciones familiares que a las
grandes explotaciones superdimensionadas.
-Eres miembro del Comité Asturiano de Solidaridad con la Causa Arabe y
has estado en Irak varias veces, ¿por qué ese interés?
-Hace seis años, del tema de Irak no sabía prácticamente nada. Me
interesé por él a raíz de un viaje que hice cuando era diputado
autonómico, para comprobar que una ayuda que habíamos aprobado estaba bien
empleada. Para mí fue todo un descubrimiento ver el sufrimiento de niños
en situaciones realmente terribles, en hospitales sin medios, en un país
enormemente rico. Comprobé, sin buscarlo, como el embargo no afecta a Sadam
Hussein, que invitó un día a comer a los periodistas y les dio un
banquetazo de lo más exquisito, y les dijo con una ironía nada estúpida:
"Como ven ustedes, a mí el embargo no me afecta". Pude comprobar
cómo el embargo está matando miles y miles de niños y personas
indefensas, es un auténtico genocidio. Una cosa son las estadísticas, los
datos a distancia, como cuando te hablan de las distancias de las estrellas,
ya no te impresiona, ahora es otra cosa cuando lo ves. Para mí ha sido muy
revelador lo de Irak porque me puso de manifiesto, de forma muy plástica y
muy viva, lo terrible de los planteamientos de fondo de esta sociedad y de
los grupos dominantes de EE.UU, de la industria militar... Lo de Sadam es
una excusa, eso lo ves clarísimo, entre otras cosas porque todos los que
están alrededor, los emires de Kuwait y de Arabia son bastante peores que
Sadam, tienen al pueblo mucho más sojuzgado, no hay ninguna libertad, y
para mí Sadam no es un personaje que me inspire ningún tipo de simpatía.
La causa del embargo es que es un país cuyo petróleo no controlaban las
grandes compañías occidentales. Es un país que tiene las segundas
reservas petrolíferas mayores del mundo, esa es la causa. Por esa causa se
está matando a un pueblo entero. Es terrible.
-¿No crees que lo que está pasando en toda la zona de los países
árabes es una olla a presión a punto de estallar?
-Sí, es así. Los poderes dominantes son tan enormes que parece que
van a machacar cualquier reacción que hubiera. Pero innegablemente no
puedes matar a cien millones de árabes. Ahí se está creando una tensión
y una separación cada vez más creciente entre las bases árabes, dando
lugar a fenómenos como el fundamentalismo islámico. Todos esos extremismos
salen fortalecidos con este tipo de actuaciones agresivas e irracionales por
parte de occidente. Con este tipo de acciones, lo que reciben los árabes de
occidente no son precisamente los aspectos democráticos, la defensa de los
derechos humanos, la justicia social o los factores de calidad de vida.
Estas agresiones indiscriminadas a favor de los intereses occidentales del
petróleo, están creando una situación mundial donde es imposible que haya
paz. Yo no creo que a corto plazo pueda darse ninguna revolución en el
mundo árabe, pero ha habido cambios en pocos años impensables un año
antes.
-¿Te importa lo que piensen los demás de ti?
-Siendo sincero, pues sí. Me dolería mucho, por ejemplo, que la
gente que aprecio me considerase una persona deshonesta; me duele menos si
es gente distante o contrapuesta. Quiero decir, que influye, pero no en la
medida en que me impida seguir los dictados de mi conciencia en los aspectos
que yo considero que son fundamentales. En las líneas de conducta de fondo
me parece que estoy un poco curado de espanto y creo que ahí soy bastante
libre.
-Caridad, solidaridad, justicia... ¿Desde dónde hay que construir esta
sociedad?
-Si hablas de caridad, de amor al prójimo, con eso puedes salvar al
prójimo y tapar injusticias; es pura farsa. Hablar de solidaridad sobre
injusticias es del todo contradictorio. No hay justicia si no hay espíritu
de solidaridad y de preocupación por el prójimo. Yo añadiría una
palabra, que no la invento yo y que me llamó la atención leyendo
documentos de Naciones Unidas, que es: el egoísmo inteligente. Es decir, es
de interés común, por supuesto para ellos, pero también lo es para
nosotros. El que los países del tercer mundo adquieran un nivel de vida y
de desarrollo dignos contribuiría a que hubiera más paz y menos gastos
militares. Los problemas ecológicos serían menores, ya que muchos de estos
países arrasan con los medios naturales como forma de supervivencia, por
ejemplo la Amazonía.
-A pesar de todo ¿queda alguna oportunidad para la esperanza, para un
futuro mejor?
-Desde el punto de vista de la izquierda clásica yo por lo menos
vería el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. Yo
tengo esperanza, quizás ahí mis raíces cristianas me influyan. Hablamos
de esperanza y no de optimismo, de la misma forma que es simple e infantil
pensar que cualquier fenómeno deseado es inevitable, como para nosotros lo
era el socialismo. Ahora, para otros el fenómeno deseado es el capitalismo
o el neoliberalismo, entonces el fin de la historia me parece igualmente
infantil, acientífico. Yo creo que la historia cambia y hay más motivos
para pensar. A pesar de todo ha habido avances. A pesar de todos los poderes
de este mundo creo que el hombre es irreductible. Yo creo que en la persona
humana surgen siempre resquicios por donde salen nuevas formas de vida,
nuevas ideas, nuevos valores, e insisto en que lo que hemos estado
utilizando hasta ahora son esquemas del pasado. Las utopías surgen de la
capacidad del hombre de sobrepasar lo actual, por muy dominante que sea.
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