EDITORIAL 2001

En Asturias hace falta un nuevo Hospital General. Hasta ahí todos de acuerdo. Y si hace falta es porque la demanda de instalaciones para enfermos, porque un hospital es para eso, para atender enfermos, es cada día mayor y lo que hay se queda corto, escaso.
Pero aunque el origen está claro, la cosa no prospera porque, como siempre, los pasos intermedios ya no lo están tanto.
Y ahí es donde el personal político se olvida de los enfermos y sus necesidades reales y se pierden en discusiones absurdas, en pulsos partidistas, que sólo hacen demorar el final de la historia.
Pero si en Asturias hay un gobierno legítimo, salido de las urnas, no es comprensible que el asunto esté frenado por las manipulaciones, intereses y maniobras de los que no gobiernan. Con lo que queda en evidencia una vez más en quién piensan los políticos, qué dictados siguen sus conciencias, y que el populacho existe a la hora de pedir el voto y punto.
A un enfermo sólo le interesa que le atiendan bien y pronto, que para eso cotiza y alimenta con sus impuestos a los políticos.
Donde esté ubicado ese hospital le da igual, y no creemos que tenga que ser razón para que el asunto se demore tanto.
A menos que de ello dependa que algunos se forren un poco más o que sigan como están, que ya están bien.