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ESPIRITU DE AVENTURA
Foto: Fer


ESPIRITU DE AVENTURA

Los auténticos motores de nuestra humanidad, lo que ha hecho que ésta progrese han sido un puñado de hombres y mujeres que en un momento determinado de la historia sintieron la necesidad de romper moldes e ir más allá de lo establecido, de lo conocido hasta ese momento.
Hoy ese espíritu de aventura que consiguió cambiar el mundo, no sólo está vivo y presente entre nosotros, sino que es la llave del futuro.


Aristóteles, Platón, Galileo, Leonardo de Vinci, Marco Polo, Einstein lo sintieron en algún momento de su vida. Se trata de algo innato en el hombre que no se puede describir con palabras, y se escapa de lo racional. Una especie de necesidad que obliga a ir más lejos, más alto, más difícil, más desconocido, más riesgo. Es el espíritu de aventura, ese "demonio" que despierta en el hombre su capacidad de soñar y luego, la necesidad de perseguir y hacer realidad ese sueño. Algunos entregaron o perdieron su vida por ello.
Decía Julio Verne que "todo lo que un hombre es capaz de imaginar, otros hombres serán capaces de realizarlo" y es cierto. A lo largo de la historia se repite una característica fundamental y es que cada descubrimiento físico tiene su precedente en un descubrimiento intelectual. Colón, por ejemplo, no hubiese puesto un pie en América si antes un tal Toscanelli no hubiese asegurado que la vía más directa para llegar a Oriente era la travesía del océano Atlántico. O muchos siglos antes, a alguien no se le hubiese ocurrido trasladar a un mapa la superficie de la Tierra. Dicho de otra manera, cuando una persona duda, busca, se hace preguntas, alguien en otro lugar del planeta coge ese testigo y se lanza a encontrar esas respuestas. Es como si existiese una perfecta red de energía que cubriese el planeta y uniese a los aventureros del pasado, del presente y del futuro por un mismo hilo: el sueño, la imaginación, la ruptura de moldes, esquemas y fronteras. ¿Hacia dónde les conduce ese espíritu de aventura a todos estos hombres?
Hoy ya no podemos decir que hacia territorios inexplorados porque el planeta prácticamente ha sido descubierto y se han desvelado la mayoría de sus misterios. Los aventureros del siglo XXI miran hacia otro lado y nos hablan de la aventura interior. No buscan nuevos lugares, sino otra forma de ver y valorar las cosas que nos rodean y que conecta con otra dimensión del ser humano. El emblemático alpinista Reinhold Messner, explica muy bien lo que se experimenta al enfrentarse a situaciones límite cuando asegura que "en esos momentos el hombre descubre una cualidad hasta el momento oculta. Una doble visión hacia fuera y hacia dentro. Hacia fuera porque ve una serie de cosas insólitas y maravillosas. Y hacia dentro porque puede conocerse en profundidad". Todos los aventureros que han pasado por nuestras páginas y nos han compartido sus experiencias, coinciden en señalar que la auténtica hazaña no está en lo conquistado sino en el camino. Lo que enriquece al ser humano es vivir, preguntarse por las cosas, estrujar cada una de esas sensaciones, cada una de esas vivencias que le han obligado a extraer de sí mismo lo antes inimaginable. Puede ser en relación con la montaña, con el mar, con la soledad del Polo, con la necesidad de superación personal, en la búsqueda mental de nuevas formas de organización social, económica o política, o de concebir el propio mundo. Todo conduce al mismo lugar: al interior.

 Lo que enriquece al ser humano es vivir, preguntarse por las cosas, estrujar cada una de esas sensaciones, cada una de esas vivencias que le han obligado a extraer de sí mismo lo antes inimaginable.

Paralelamente a este encuentro con otra dimensión del ser humano y su capacidad, otros hombres miran al cielo esperando encontrar la clave del origen de la vida en nuestro planeta, para desde ahí descubrir el futuro que nos aguarda. Los ojos de los investigadores, otro tipo de aventureros, están puestos en el cosmos. En concreto en Marte y en Europa -satélite de Júpiter- porque ambos tienen características similares a la Tierra.
¿Se trata de otro tipo de aventura? Hace mucho tiempo alguien dijo que la necesidad interior en el ser humano le lleva a buscar la energía de la que un día partió para fundirse de nuevo en ella. Eso le lleva a buscar dentro de sí, pero también fuera, en lo más lejos, lo más inalcanzable, lo más puro, lo más majestuoso... el cosmos.
¿Y si ambos espacios -hombre y cosmos- estuviesen intercomunicados y por tanto condujesen al mismo lugar, descubrir esa energía de la que un día partimos? Imaginemos que se tratase de algo nuevo fuera de lo establecido. Fuera de los estereotipos que siempre nos han presentado; de las imágenes que nos han ofrecido las religiones, el esoterismo o los que se autodenominan intermediarios.
Imaginemos que existe una Energía, un Creador al alcance de nuestra mano que un día nos imaginó y soñó, y ahora quiere que hagamos lo mismo con Él. La llave podría encontrarse en el espíritu de aventura, en aquello que como consecuencia cada hombre va descubriendo. Ese mismo espíritu que ese Creador debió de emplear cuando puso todo este Cosmos en marcha.
Si ahí se encuentra la llave, los aventureros del siglo XXI están a punto de vivir la más apasionante aventura jamás vivida que puede cambiar el mundo. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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