EDITORIAL

Un día sí y otro también los asturianos asistimos a las batallas internas del PSOE en Asturias como si del peor culebrón se tratara.
Siempre hay alguna razón para discutir, para enfrentarse públicamente, para descalificaciones e, incluso, para insultos y acusaciones de gravedad.
Es penoso y lamentable que estos individuos, que se llaman a sí mismos socialistas, sean incapaces de sentarse a hablar, arreglar sus diferencias y trazar un objetivo común, que en el fondo no es más que Asturias y sus necesidades.
Es evidente que las "familias" del PSOE asturiano sólo persiguen el poder, como todos, pero su falta de tacto, su despreocupación por la imagen que están dando, es una muestra evidente del grado de degradación a que llegó el político como personaje público.
Tampoco es comprensible cómo desde la dirección del partido no se pone freno a esta vergonzosa y permanente trifulca, porque las elecciones generales están ahí, a la vista, y el ya bastante maltratado votante no tiene muchas posibilidades de dar su confianza, su voto, a un partido donde todos andan a patadas entre ellos.
También es evidente que no existe dignidad ni respeto hacia los ciudadanos, y que todo ello no es más que una mala imitación de esos programas basura que dan por la tele, sólo que sin publicidad por el medio.
¡Qué bajo han caído los políticos!