EDITORIAL

Es bien sabido que los políticos, cuando ven que desciende su popularidad, intentan recuperar el terreno perdido haciendo promesas, regalando los sueños de los ciudadanos, como si de Reyes Magos se tratara.
Y Asturias no podía quedar fuera de semejante bufonada, tal vez porque aquí hay muchos sueños incumplidos, muchas necesidades que afectan al bienestar y al desarrollo de los asturianos, y es por tanto un buen lugar para prodigarse en promesas, más aún si están cercanas las elecciones.
Así, uno de los sueños de Asturias, la variante de Pajares, es ahora instrumento de uso político para regalarles los oídos a los asturianos y ganarse así unas medallas inmerecidas, porque lo que manda hoy en día son los hechos consumados, no la palabrería ni las descalificaciones.
Y ofrecer a los asturianos el sueño de la variante y al mismo tiempo insultarles descalificando a su gobierno, que fue elegido por los asturianos, más bien parece estrategia barriobajera que muestra de educación, respeto y calidad humana.
Tal vez, simplemente, lo que ocurre es que Cascos y su gobierno han perdido definitivamente el rumbo.
Además, la variante de Pajares es un derecho de los asturianos, no una concesión altruista de ningún gobierno central.