EDITORIAL 2001

Después de muchos años, podemos decir que Asturias tiene un gobierno que gobierna, pese a quien pese.
El presidente Areces no sólo tiene una capacidad que está demostrando, sino que además se está ganando un reconocimiento fuera de Asturias como ninguno hasta ahora había tenido.
Las palabras que recientemente le dedicó Ruíz Gallardón, más allá de los elogios, son un reconocimiento y un respeto hacia Areces como persona y como político.
Es una lástima que al acceder al poder se haya encontrado con una Asturias hundida en los últimos lugares de las autonomías, gracias a la nefasta labor de los precedentes y de las disputas por el poder.
Pero, a pesar de todo, la nave se va reflotando, la esperanza y la confianza parece volver a los asturianos, y el tiempo será el gran juez que coloque a cada uno en su lugar.
Ahora, deberíamos unir todas las fuerzas para dar el impulso definitivo que coloque a esta región en el lugar que le corresponde.
Pero, está siendo evidente, que los que sólo piensan en ocupar el poder no están por la labor de reconocer y apoyar al gobierno actual.
Ahora, Areces reclama más presencia de las autonomías, más intervención ante el Estado, más derechos.
Nos parece que aquí hay algo más que un político autonómico, tal vez un líder que puede devolver a Asturias la dignidad perdida y su sitio en el concierto nacional.