EDITORIAL

El Principado tiene entre manos el saneamiento de los concejos asturianos, algo que se exige por la entrada en vigor para el 2015 de una normativa europea que obligará a que se depuren todos los vertidos.
Las obras superarán los 130 millones de euros y se prevé que estén terminadas para el 2013.
De todos los proyectos escojo uno, el de la depuración de la ría de Navia, como ejemplo de lo que quiero exponer.
Cuando en Navia se instaló la celulosa, su ría y su entorno era un paraíso. Pesca abundante, parada obligatoria de las aves migratorias, naturaleza en estado puro.
Todo el mundo sabía lo que significaba una celulosa para el medio ambiente, pero por el "bien del progreso" se siguió adelante.
La celulosa estaba obligada a soltar sus residuos lejos de la costa, a controlar sus humos, etc, etc. Lo hizo a medias. Nadie presionó y exigió lo que la ley marca para esos casos.
Lo que debería ser un gasto obligatorio de la empresa, se convierte ahora en un gasto obligatorio del Principado. En la depuración de la ría de Navia se calculan unos 10,9 millones de euros.
Pero nadie puede evitar ya el daño ocasionado al medio ambiente.
El agua huele mal, el aire huele mal, bañarse en la playa supone casi siempre sentir picores en el cuerpo. Ya no hay aves migratorias. Ya no hay pesca en su ría.
Ahora la U.E. exige lo que la ley antes ya exigía. Sanear significa recuperar el equilibrio perdido, recuperar la salud natural.
Es un ejemplo de un concejo sometido a los intereses de los poderosos.
El gasto siempre se acaba multiplicando, pero nunca repara el daño ocasionado.
El medio ambiente siempre pierde la batalla.