EDITORIAL

Nos hemos pasado, los asturianos, un montón de tiempo asistiendo estupefactos a la guerra personal de Marqués contra el PP, cuando éste gobernaba en Asturias y los problemas, que se amontonaban a la puerta quedaban en un segundo plano porque el primero estaba ocupado por el protagonismo de los políticos y sus personales fobias. Ahora, con los socialistas en el poder, asistimos un día si y otro también, a las guerras internas de la FSA, donde las diferentes tendencias, guerristas, arecistas, villistas, etc, etc. están más preocupados por su particular parcela de poder que por el bienestar de Asturias.
Con todo ello, las dificultades que el gobierno de Areces encuentra provienen más de dentro de casa que de fuera, o sea, de la oposición.
Parece de chiste, pero es penoso, penoso y lamentable.
El político, en general, hay sus excepciones, se ha convertido en una vedette de los culebrones, en un trepa que busca a codazos ocupar lugares de privilegio, estar en las fotos, figurar.
Se olvidan de que son funcionarios del pueblo, que éste les vota y a él se deben.
Y cuando se pierde de vista el origen se desdibuja el fin. Entonces el recorrido intermedio puede ser cualquier cosa, generalmente pura basura.