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SUPLEMENTO ASTURIAS 

  CELSO PEYROUX 
Texto y foto:  Lupercio González

ESCRITOR DISCOLO

CELSO PEYROUX

Inquieto, inconformista, incondicional, indisciplinado, idealista, luchador y rebelde. Su arma: la palabra.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"El hombre es un ser solitario y solidario. Le gusta y necesita la soledad y al mismo tiempo necesita la relación"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"Refugiarse en la tristeza no creo que sea bueno, porque convierte al hombre en un pusilánime"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"El hombre de por sí es un hombre solo. Y lo es desde que nace, con las primeras lágrimas, hasta que se va de este mundo"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"El hombre tiene que rebelarse contra la sociedad impuesta, contra los cartesianismos existentes."


Hace treinta y dos años que practica el periodismo, ha publicado más de siete mil reportajes y trabajos, y ahora nos presenta su reciente novela corta que ha sido finalista en el XXI Premio de novela Casino de Mieres, y que está a punto de publicarse. "Era la primera vez que me presentaba a este certamen -apunta Celso Peyroux-. Se trata de una novela de unas ciento veinte páginas. El tiempo se sitúa después de la guerra civil, y el espacio puede ser cualquier sitio, cualquier valle frondoso en Asturias".

-¿Qué te ha supuesto ser finalista en este certamen?
-Yo no diría que es un éxito, pero sí un espaldarazo a una serie de aspiraciones que uno tiene una vez que estás metido en la literatura. Es una novela muy cortita, yo diría que es una una fábula coral, rústica, campesina.

-Y se titula: "Hasta que en el cielo toquen las aves".
-Sí, la presenté bajo la plica de "Balada de la nieve" y resultó finalista. Transcurre durante una nevada en invierno en un pueblo, un valle más bien, donde ocurre de todo: fantasía, amor, drama... Creo que logré conjugar o armonizar los personajes con el paisaje y darles mucha vida. No hay un protagonista, todo el mundo es protagonista, por eso rompe un poquitín los moldes. Yo diría que nunca he visto una novela así. Son retajos de la vida que se confunden entre sí y al final salen muy bien parados. Creo que los personajes están bastante bien sincronizados, cuarenta, cincuenta o cien personajes en una novela tan cortita, y todos tienen la paz y la palabra para poder hablar. Como dije, hay amor, hay erotismo, hay uno o dos sacerdotes que también tienen sus amores. Hay un homosexual, también hay una señora que llega, supuestamente, de Filipinas, y viene como la gran señora; después, en un momento dado acude a la ópera y encuentra a un personaje encantador, y ligan. Y resulta que ese personaje es el que de alguna forma escribe la novela.

-¿Te sientes identificado con alguno de los personajes?
-Sí, con un personaje de la novela y también me siento identificado con todos los personajes, hombres y mujeres, que salen en el relato. Me siento identificado con el personaje, cuyo nombre es don Santiago Pedregal, que termina un poco trágicamente al tiempo que la nieve se diluye cuando llega la primavera.

-Bastantes personajes e historias que enlazar
-Es un puzzle donde hay diferentes emociones, diferentes relatos que van sincronizándose unos con otros. Al principio da el autor unas pinceladas de lo que ocurre, deja reflexionar al lector y al final, el propio autor da una posible solución, sin que sea total, para que sea el lector el que tenga la intuición o la interpretación.

-Las luces o las sombras, ¿qué predomina más en tu novela?
-Pues las luces y las sombras. Yo creo que se armonizan, porque las luces sería la luz de la nieve, la nieve completamente blanca; aparece de vez en cuando un rayo de sol, un rayo de luna. Eso serían las luces desde un punto de vista físico. Y las sombras también, porque están las sombras de la duda hasta que el lector va descubriendo el meollo de la sombra, de ese asesinato, de dónde fue a parar una de las protagonistas ... Yo creo que el propio vocabulario y la idea es en sí misma muy luminosa. Luego, desde un punto de vista ya de espacio, las luces las da la nieve y las sombras las da la incertidumbre y la leyenda negra que invade toda la novela desde el mismo momento que aparece.

-Cuando escribes,¿te gusta andarte por las ramas o vas al grano?
-Yo tengo dos partes. Una, muy realista y otra, muy fantasiosa. Yo elucubro y hago mucha fantasía con los personajes hasta situar al lector en un mundo aparte y difícil de comprender, y al mismo tiempo quiero ser realista. Conjugo las dos cosas aceptablemente. En mi última novela "La sombra de un Dios ausente", basada en una verdadera tragedia durante la guerra, hay también mucha fantasía y mucha dureza. Al mismo tiempo, mucho realismo y mucha ciencia ficción.

-¿La tristeza es bella?
-La tristeza nunca puede ser bella. Yo diría que la tristeza con un sabor de melancolía puede endulzarse. La melancolía, tiene también luces y sombras, y tiene, como el lenguaje poético y cualquier lenguaje, música. Yo pienso que es importante que el hombre de vez en cuando se quede un poco triste, aunque sea una persona alegre, porque de esa forma puede entrar en la tristeza de los otros y puede conocer su sabor amargo. Pero refugiarse en la tristeza no creo que sea bueno, porque convierte al hombre en un pusilánime. Yo considero, a grandes rasgos, que pudiendo ser la vida tan hermosa, la vida es triste. Y me planteo tres preguntas metafísicas: ¿dónde estoy?, ¿quién soy? y ¿qué hago yo aquí? Y como no soy capaz de responder a esas tres preguntas, me invade una pequeña tristeza.

-¿Ser escritor es añadir más soledad a tu vida?
-El hombre de por sí, es un hombre solo; y lo es desde que nace, con las primeras lágrimas, hasta que se va de este mundo. Y la soledad la alcanza cuando reflexiona, cuando medita. El escribir a mí me llevó últimamente a comprender un poco más la soledad. Dicen que la soledad no es buena consejera; yo pienso que sí. La soledad sonora, de nuestro querido San Juan de la Cruz, es importante en un momento vital de una persona. Estar solo, meditar, y sin llegar a esas reflexiones tan profundas y metafísicas de quién soy, dónde estoy y qué hago yo aquí, el hombre es un ser solo, y al mismo tiempo necesita relación. Y es importante esta simbiosis. Albert Camus decía que el hombre es un ser solitario y solidario, que con un sólo fonema, cambia ser solitario a ser solidario. Le gusta, necesita la soledad y al mismo tiempo necesita la relación. Ese sería realmente el gran complemento del hombre.

-¿En qué género te encuentras más cómodo escribiendo?
-Mira, todos son bonitos. Yo empecé con el periodismo. Considero que es una profesión noblísima y bellísima, siempre que haya un código deontológico y que seas ético. Para mí el periodismo es una pasión, es algo hermosísimo.
Por naturaleza soy un poeta, pero un poeta menor. Tal vez porque no he trabajado demasiado la poesía. Creo que tengo poemas bastante aceptables y otros menos aceptables. Me encuentro muy a gusto escribiendo poesía. Es más, pienso que el mundo es poesía y esa configuración la traslado a todo y a mi vida. Todos mis libros rezuman, en algún momento dado, poesía. El poeta es un hombre indisciplinado y rebelde.
La novela es un género hermosísimo. Algún día me gustaría escribir una gran novela.

-¿Tus deseos coinciden con tus necesidades?
-Ideológicamente soy un hombre muy dinámico y muy luchador. No sé si es una necesidad, pero es un deseo imperativo para sobrevivir en este pícaro mundo. Por lo tanto mis deseos pueden coincidir con mis necesidades. Mis deseos de ser solidario, de ver un mundo mejor y más justo... El hombre tiene que ser un rebelde y rebelarse contra la sociedad impuesta, contra los cartesianismos existentes, contra tanta injusticia y maldad que hay en el mundo. Mi deseo, aunque sea utópico, sería que el hombre viviera en paz, que hubiese justicia y una gran solidaridad. Es una necesidad biológica y anímica por conseguirlo, y mientras haya ese deseo yo lucho.

-¿En qué estás trabajando últimamente?
-Estoy poniendo al día un poemario, que se puede titular "Días hipoesía". Pero "hipo-", poesía menor. Como cronista de Teverga voy a hacer un nuevo libro sobre mi tierra natal en el que se va a unir la literatura con la fotografía. Voy a rescatar toda la literatura de parte del siglo pasado, y de todo este siglo que se escribió sobre Teverga y al mismo tiempo armonizarla con doscientas o trescientas fotografías que posiblemente abarcan desde 1880 hasta 1970, casi cien años. Y tengo también en funcionamiento desde hace un par de años una novela erótica muy bonita. Se me olvidaba decir que mi obra "Piedras y Sombras" ha sido galardonada con el Premio Nacional de Interés Turístico.

-¿Cómo te ha ido la entrada en el año 2000?
-Bien, para mí no hubo cambio, me refiero a todas estas cosas rocambolescas en las que yo no creo. Yo creo que el hombre ni siquiera tiene un destino. Nace, vive, se reproduce, muere... Quisiera pensar que el siglo veinte fue el de las sombras y me gustaría que el siglo veintiuno fuese el de las luces, un siglo diferente. ∆

 

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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