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SUPLEMENTO ASTURIAS
EL FRANCO
SALVAJE OCCIDENTE
La belleza serena de las tierras de este concejo se combinan con la
belleza salvaje de sus aguas. La tierra y el mar se unen de la forma más
abrupta posible: formando espléndidos acantilados que configuran una costa
sorprendente, espectacular y sobre todo bella.
Texto: Carolina Fernández e Isabel Gómez / Fotos:
Juanjo Arrojo |
La Caridad,
capital de El Franco, es el centro donde se registra la mayor parte de la
actividad administrativa del concejo. Es una villa apacible y bien
comunicada, donde se concentra casi todo el comercio de esta zona. En La
Caridad residen además la mayoría de los casi cinco mil habitantes de este
rincón de la costa occidental asturiana. Desde La Caridad podemos iniciar
diferentes rutas para conocer otros lugares del concejo. Dando un paseo a
pie, a sólo 3 kilómetros, encontramos Viavélez, un encantador puerto de
mar que deja prendados a quienes lo visitan por primera vez. Es una villa
cuidadísima, salpicada de rincones entrañables, calles estrechas y
pronunciadas pendientes que conserva perfectamente la estética de los
pueblos marineros de Asturias. El paisaje que la rodea está enmarcado por
el riachuelo de Vío y por impresionantes acantilados, en los que el mar y
el paso del tiempo han tallado la roca hasta darle curiosas formas que
aumentan la belleza natural del paisaje. Un paseo por el puerto es un regalo
en todas las ocasiones. Si el mar está manso, la serenidad del entorno es
un bálsamo para el espíritu. Y si está bravo, embruja al que contempla el
agua estallando con violencia contra el rompeolas. En ese caso será mejor
situarse en un lugar un poco alejado, donde la fiereza del mar no represente
peligro. Las casas, encaramadas sobre suaves colinas, de tan asomadas al mar
parecen quedar suspendidas sobre el agua. Son construcciones de pizarra y
fachada blanca, típicas del entorno marinero asturiano.
La arquitectura indiana ha dejado aquí huellas bien visibles. Camino de
Viavélez tenemos un ejemplo en el llamado Palacio Jardón, un edificio
levantado a principios de siglo y diseñado a la manera de los antiguos
castillos franceses, que tuvieron su auge durante la época de Napoleón
III.
Un poco más lejos, a 4 kilómetros de la capital, encontramos Valdepares,
un lugar apacible con un parque amplio y bien cuidado.
El Franco es un concejo recogido, en el que las distancias nunca son
demasiado grandes. A cuatro kilómetros de La Caridad, por la carretera a
Rozadas, llegamos a Miudes. Y poco más allá a Miudeira, donde a mediados
del mes de julio proponen una excelente excusa para visitar El Franco. Se
trata por supuesto de las Fiestas del Carmen. El programa de actividades es
amplio y suficientemente atractivo como para atraer cada año a un enorme
número de visitantes, que convierten una zona habitualmente tranquila en un
hervidero de gente dispuesta a disfrutar de la fiesta y del verano.
Porcía es otro lugar a tener en cuenta en nuestra ruta. El recorrido que se
nos propone resulta especialmente atractivo. Se trata de un antiguo camino
rural recuperado como ruta turística y vecinal que hay que afrontar a pie y
que recorre la línea de costa de oeste a este, desde la Capilla de Porcía
hasta el límite con el Concejo de Coaña. Durante el recorrido aparecerán
ante nuestros ojos vistas impresionantes y hermosos paisajes. El Cabo Blanco
es un buen ejemplo, donde también se encuentra un castro Celta, yacimiento
arqueológico de interés cultural. Después visitaremos Valdepares,
Viavélez, La Caridad y Castello.
Las playas del concejo muestran la belleza salvaje de la costa cantábrica.
La mayor parte de éstas son de cantos rodados, otras combinan los cantos
con pequeñas zonas de arenal, pero todas ellas permiten disfrutar del mar
sin la masificación propia de otras playas. Algunas como la de Castello,
Pormenande y Porcía tienen muy buen acceso y disfrutan de servicios de bar
y Cruz Roja, mientras que a otras, como la de Riboira, es difícil acceder.
Por su abrupto relieve muchas de estas playas son frecuentadas por los
amantes de la pesca submarina; en la de Torbas, de fácil acceso peatonal,
es posible coincidir con campeonatos de esta modalidad.
De
todas las playas del concejo, sin duda la de más fama es la playa de
Porcía, compartida con el vecino concejo de Tapia, un bellísimo rincón
donde desemboca el río que lleva el mismo nombre. Es la única del concejo
que es de arena fina en su totalidad. Lo que hace distinto a este lugar es
algo que sucede todos los años puntualmente: en el último tramo del río,
donde se forma una ensenada, cientos de salmones hacen escala durante
aproximadamente un mes, para adaptarse al agua salada antes de llegar
definitivamente al mar. El espectáculo de los salmones saltando sobre la
superficie del agua es digno de ser contemplado al menos una vez en la vida.
Otra excusa para visitar Porcía nos la proporciona sin duda la tradicional
romería de Los Remedios, a principios de septiembre. Se trata de una de las
fiestas con más fama del occidente asturiano, y de la mariña lucense,
cuyos orígenes se remontan al siglo XVII, cuando se construyó la capilla
de Los Remedios. Actualmente, miles de personas se concentran para disfrutar
de la jornada. A partir de las siete de la mañana comienzan a llegar los
visitantes, para ocupar los mejores lugares en el prado, para no quedarse
fuera del lugar de la fiesta y tener que buscar acomodo en algunos de los
campos vecinos. La devoción a la Virgen no le roba ni una pizca de
protagonismo al espíritu festivo que se respira en todos los asistentes,
sin diferencias de edades. Todos tienen el mismo interés: exprimir hasta el
último segundo una jornada inolvidable.
Para hacer más llevadera la visita a este concejo, conviene dejarse
aconsejar por los hosteleros de la zona y sentarse delante de una mesa bien
servida. Probaremos los callos y las parrilladas de cordero, las empanadas y
el arroz con marisco, los fabois (habas de mayo) y las fabas con
tropiezos... Y todo lo que aporta el mar: pulpo, calamares, percebes,
oricios, zarzuelas de pescados y mariscos. Y para terminar con un sabor
dulce en la boca, una ración de arroz con leche casero. Nada mejor para
poner el punto y final. ∆
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