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SUPLEMENTO ASTURIAS
- SEPTIEMBRE 2006
Foto: Dacar |
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Villaviciosa
Las olas del Cantábrico acunan y acarician las playas de
Villaviciosa. A un lado el mar y los acantilados, al
otro los valles y tierras de interior, dan contraste y
riqueza al paisaje. Este concejo es una caja de
sorpresas que se abre y nos desvela por qué es uno de
los más visitados de la costa asturiana.
Textos: Eli Cañadó
Un lienzo
de colores |
L a vista se recrea ante una bella imagen de este concejo
y descubre mil sensaciones que causan una agradable impresión. El verde
relajante de la hierba en los campos, se mezcla con el colorido de los
pueblos y aldeas de casas apiñadas con tejados rojizos. La tierra se termina
allá donde empieza el mar, a veces cortado por altos acantilados, a veces
suavizado por el relieve de las playas. Cuando baja la marea los paseos por
la orilla se convierten en un placer irresistible. Las aguas que hoy llegan
tranquilas a la orilla, en días de temporal se tornan en olas salvajes
agitadas por un mar embravecido, tan peligroso como bello. En medio se abre
hacia el valle la Ría de Villaviciosa, que conserva un ecosistema de enorme
importancia y riqueza natural. Este estuario ha sido declarado Espacio
Natural Protegido por el Principado de Asturias, debido a su alto valor
ecológico y su originalidad paisajística. Esta es una importante zona de
invernada y reposo migratorio de poblaciones europeas de aves acuáticas.
Este curso de agua dulce nos lleva tierra adentro hasta Villaviciosa, la
capital que encabeza el concejo. Los comercios y demás servicios no le
restan atractivo a esta villa, que precisa un recorrido a pie para conocerla
mejor. En sus calles se percibe el esplendor de otras épocas en los palacios
y casonas antiguas hechas de piedra y madera, que desvelan todo el aire
señorial de sus familias. Entre edificios de nueva construcción se encuentra
un casco antiguo que está considerado como Conjunto Histórico Artístico. Uno
de los monumentos más singulares es la iglesia románica de Santa María de la
Oliva construida en el siglo XIII. El ayuntamiento también destaca entre los
monumentos más representativos y lo encontramos en el Parque Ballina, un
gran jardín que hay en el centro de la villa Los paseos por las calles para
ir de compras piden de vez en cuando una parada para probar la sidra y
hacerse con esta tierra. La producción de la industria sidrera es tan
importante en este concejo que a Villaviciosa se la denomina la capital
manzanera de España.
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