Pocos kilómetros separan a Villaviciosa de Tazones, por una carretera que se interna en una amplia ensenada hasta morir en el mar. Entre bosques de enormes eucaliptos el recorrido serpentea hasta descender al pueblo. En las últimas curvas se descubre este pequeño puerto pesquero con sus barcas ancladas y las casas típicas repartidas entre unas cuantas calles. Tazones despierta un gran interés turístico porque mantiene un ambiente marinero en un espacio que no ha sido adulterado por las construcciones modernas. El fuerte olor a mar impregna el aire de este pueblo con siglos de historia, donde desembarcó Carlos I en el año 1517. También llega el aroma de los platos y tapas que se cocinan en los locales hosteleros que confirman que este punto es un prestigioso referente gastronómico en la costa asturiana. Esta villa marinera nos revela otra curiosidad que precisará toda nuestra atención. En Tazones se han hallado huellas de dinosaurios que podremos ver en dos itinerarios. Uno de ellos parte desde el mismo puerto donde hay un panel explicativo con indicaciones. Hay que bajar a la playa y seguir después por las rocas del acantilado para encontrar sobre un estrato gris varias icnitas tridáctilas de dinosaurios bípedos. En dirección contraria se encuentra el segundo itinerario, que parte desde un panel explicativo que hay en la carretera que conduce al Faro de Tazones. Allí se inicia el camino que nos acerca a otras rocas junto al mar que presentan huellas de las mismas características. Descubrir las pisadas de los dinosaurios forma parte de la visita a esta villa, de donde parte la Ruta del Jurásico por los yacimientos de icnitas más importantes de Asturias. ∆