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La
Valdivia
El río
Ivia riega los campos y da nombre a esta parte de Palencia, justo en
el límite con las provincias de Cantabria y Burgos. Desde el relieve
montañoso de la Sierra de Híjar el territorio desciende a las
fértiles llanuras donde se asienta, junto a Aguilar de Campoo, el
municipio de Pomar de Valdivia. En este paisaje sin aparentes
sobresaltos se esconden varias maravillas de la naturaleza. Son
espacios protegidos, lugares de gran interés ecológico, y una red de
grutas bajo tierra que asoman en la famosa Cueva de los Franceses.
Foto: Valvanera |
Pomar de Valdivia
Para
amantes de la geología
El
viento, el agua, la tierra los elementos de la naturaleza se han
entretenido durante miles de años en esculpir y crear rincones
fantásticos en esta comarca natural de la Montaña Palentina.
Covalagua, la Cueva de los Franceses, Las Tuerces o el Cañón de la
Horadada son parajes turísticos que coinciden en Pomar de Valdivia.
Son los parajes más promocionados en las guías de viajes y
dedicaremos otro espacio para hablar de ellos. Pero en este
municipio palentino tenemos mucho más que visitar, desde sus núcleos
urbanos y el patrimonio artístico, hasta su entorno natural. Allí
también nos aguardan las sorpresas, historias antiguas y unas vistas
que se pierden en la lejanía.
Esta
tierra fue durante siglos encrucijada de pueblos y jurisdicciones,
entre cántabros y romanos, entre condados y merindades, y
actualmente entre comunidades autónomas. En el siglo XIII existía
una ruta que pasaba por Pomar para llevar la lana de Castilla a los
puertos de Santander, y distribuirla después a toda Europa. Son
estas referencias históricas las que nos hablan de un municipio que
guarda también de su pasado un importante conjunto monumental. Ahí
están como ejemplo la iglesia románica del siglo XII en Cezura, y
otra de estilo renacentista en Báscones de Valdivia. En Rebolledo de
la Inera hay un rústico templo muy antiguo dedicado a San Miguel y
en Pomar de Valdivia está la Iglesia de la Santa Cruz , del siglo
XVI, que tiene un pórtico románico y un bello retablo en su
interior. Desde esta población se divisa al fondo el Monte Bernorio,
un cerro mítico que estuvo habitado en la Edad de Hierro y quizás en
la de Bronce. Fue ocupado por los celtas, y en el periodo celtíbero
contó con una muralla interior. Todavía hoy se conservan algunos
tramos de un cercado que podría haberse construido entre los siglos
V y III antes de Cristo.
Tras dar
un rodeo por los pueblos del municipio nos quedamos en uno de ellos
-Villaescusa de las Torres- para acercarnos al Monumento Natural de
Las Tuerces. Este paraje, situado en una altiplanicie rocosa,
muestra las caprichosas formaciones que la erosión ha causado al
disolver la caliza. A poca distancia del pueblo y por una ruta
distinta se llega por una estrecha senda al Cañón de la Horadada. El
responsable de esta curiosidad geológica es el río Pisuerga y la
fuerza de su caudal, que tras recibir las aguas de los afluentes
Camesa y Lucio, se abrió paso natural a través de siglos en su largo
viaje hacia la meseta.
Hay otros
detalles singulares para conocer en la zona como el "Canto Hito",
una construcción megalítica de unos tres metros de altura cuyo
origen podría ser prehistórico. Se encuentra aproximadamente a un
kilómetro de la Cueva de los Franceses, en el centro de una gran
explanada que se divisa a distancia. En otra dirección y desde el
Mirador de Valcabado parte la Senda que lleva a la Cueva de los
Lobos y el camino no tiene pérdida porque está señalado con grandes
mojones de piedra. Este orificio en el suelo en el que confluyen dos
vallas de piedra, era utilizado para la caza de este animal, una
práctica que se realizaba en esta zona en la antigüedad.
Cuatro
excursiones en Pomar de Valdivia
Covalagua
Es en el
Páramo de la Lora donde se encuentra el espacio protegido de
Covalagua, uno de los paisajes más bellos de la Montaña Palentina.
Llegar hasta allí es muy sencillo. Hay que pasar el pueblo de
Revilla de Pomar y continuar por la carretera para llegar a una zona
de aparcamiento. A partir de allí el camino se sigue a pie hasta un
puente de madera que nos acerca a Covalagua, donde nace el río Ívia.
Tras surgir de la cueva las aguas juegan a saltar en cascadas, de
escalón en escalón, entre rocas cubiertas de esponjosa toba, hasta
una piscina natural. El lugar es un espectáculo, refrescante para
los días calurosos y hermosos para conservarlo en una imagen
fotográfica. Con un poco de suerte podremos observar a los venados
que se refugian en esta pequeña reserva, donde crecen las hayas, los
acebos y algún tejo solitario en medio de la espesura del bosque.
Cueva de
los Franceses
Seguimos
el camino del agua, esta vez hasta las entrañas de la tierra. En las
capas calizas más internas del Páramo de La Lora la corriente
subterránea ha hecho su erosión química. Allí ha creado a lo largo
de millones de años una red de cavidades y un paisaje caprichoso de
estalactitas y estalagmitas que podemos ver en la Cueva de los
Franceses. Sus salas y galerías han sido acondicionadas para las
visitas turísticas, con accesos, pasillos interiores y una
iluminación artística que realza aún más sus formaciones pétreas.
Esta es la única cueva visitable de la provincia y tiene un
recorrido aproximado de quinientos metros. El nombre de esta cueva
le viene de la guerra de la Independencia, al ser el lugar donde
reposaron los restos de los combatientes franceses que murieron en
una batalla ocurrida en el Páramo.
Mirador
de Valcabado
De la
Cueva de los Franceses al Mirador de Valcabado dista poco más de un
kilómetro en línea recta. Se llega por una carretera que conduce a
una amplia y espectacular plataforma con barandillas, donde podremos
asomarnos al valle de Valderredible a 1.173 metros de altura. Este
mirador y su acceso han sido inaugurados hace sólo unos meses para
ofrecer al visitante una perspectiva inigualable. Lo primero que se
ve son las copas de los árboles de un extenso bosque poblado de
hayas y robles. Más lejos se divisan numerosos pueblos cántabros y
castellanos. Al fondo se alcanzan a ver los farallones labrados del
río Ebro. Si el día está despejado la vista del valle es magnífica,
pudiéndose ver al mismo tiempo las tres provincias de Palencia
Cantabria y Burgos.
La
memoria del Páramo
Todos los
lugares que hemos descrito anteriormente podremos visitarlos en un
solo recorrido que lleva por título La memoria del Páramo. El
itinerario está indicado en una marquesina que hay a las afueras del
pueblo de Revilla de Pomar. Allí sabremos por donde discurre este
camino circular marcado con balizas que recorren seis puntos de
interés. En el primero de ellos podemos aparcar los coches para
emprender esta ruta autoguiada que se realiza siguiendo los paneles
explicativos. En ellos aprenderemos de forma didáctica la fauna y
flora de La Lora, el paisaje y la huella del ser humano, los
procesos kársticos y las surgencias de Covalagua. A medio camino
pasaremos por la Cueva de los Franceses y cerca del Mirador de
Valcabado para terminar en el punto de partida y regresar después a
Revilla de Pomar.
La Braña
Poco a
poco nos desplazamos hacia la parte más oriental de la Montaña
Palentina, allá donde La Braña se erige como frontera natural con
Cantabria. Dominan las alturas las cumbres del Valdecebollas, El
Cueto y El Sestil situadas en un extremo del Parque Natural de
Fuentes Carrionas y Fuente Cobre. Abajo se extiende el espacioso
Valle de Santullán, con sus praderíos y veredas, arroyos y pueblos.
Nos detendremos en Barruelo, y luego en Brañosera para conocer
acontecimientos culturales, atractivos turísticos y rincones
naturales.
En los valles de Barruelo dominan los colores de las
flores y el olor de las plantas medicinales. |
Barruelo
de Santullán
Vena
turística
Bajo la
tierra de Barruelo se almacenan grandes filones de carbón que dieron
riqueza al municipio en la primera mitad del siglo XX. Entonces fue
el preciado fósil negro lo que dio vida y prosperidad a esta
población, que creció a pasos agigantados y llegó a ser una de las
cabeceras mineras de la cornisa cantábrica. El casco urbano se
modernizó en aquellos años y la pequeña aldea que había sido hasta
entonces se convirtió en un importante centro económico al norte de
la provincia. Los tiempos han cambiado, también los modelos
industriales que han propiciado el receso de la extracción hullera.
Sin embargo Barruelo de Santullán sigue siendo una población
destacada en la zona, con variedad de servicios y establecimientos.
Con el auge del turismo rural este ayuntamiento tiene otros filones
por explotar. Están relacionados con su patrimonio románico, su
pasado minero, una gran actividad cultural, una intensa vida social
y un entorno situado en plena Montaña Palentina.
Una
visita con historia
El
atractivo más singular de esta localidad es el Centro de
Interpretación de la Minería, que se encuentra en el mismo núcleo
urbano. La visita empieza en el museo, con un recorrido visual e
interactivo que muestra al detalle temas como la geología, historia
de los minerales, el carbón como fuente de energía y el duro oficio
de los mineros. A través de vídeos, pantallas y maquetas se ofrece
una completa información de un mundo desconocido para muchos. El
complejo museográfico incluye también la Mina Visitable, situada a
un kilómetro de Barruelo. Un guía conduce al visitante al interior
de una galería rehabilitada, para conocer en vivo y en directo el
proceso de la extracción del carbón. El lugar está ambientado con
efectos y sonidos reales que recrean la actividad minera con todo su
realismo.
A la
salida podemos volver a Barruelo para pasear por sus calles, ir de
compras y tomar algo en uno de sus bares, locales y restaurantes. No
podemos quejarnos porque en esta población hay servicios para elegir
y cuenta además con varios locales de copas que ofrecen buena música
y ambiente nocturno hasta la madrugada.
Un paseo
por los alrededores
Dejamos a
un lado la población de Barruelo para imbuirnos en la naturaleza y
disfrutar de otras visitas turísticas en el municipio. El arte
románico en los pueblos atrae a los viajeros que quieren conocer las
joyas más valiosas del patrimonio histórico. En Cillamayor se puede
ver una muestra de este estilo en la iglesia de Santa María la Real.
Otros monumentos a señalar son la torre medieval y la iglesia de
Santa Marina, del siglo XII, que se encuentran en Villanueva de la
Torre. Pero el edificio más importante es la iglesia de San Cipriano
en Revilla de Santullán, considerado uno de los mejores ejemplares
del románico rural palentino. La belleza del paisaje compite con
estas obras arquitectónicas enclavadas en un entorno que alberga una
enorme variedad de especies en flora y fauna. Lo vemos en la senda
"La Pedrosa" donde pueden practicar senderismo personas de todas las
edades. El camino, tapizado de hojas caídas, atraviesa un precioso
bosque de robles y hayas en dirección a Brañosera. Estos árboles
visten las montañas de vegetación, aunque en estos montes también se
pueden ver pinos, abedules, sabinas y sauces. En estos valles
dominan los colores de las flores y el olor de las plantas
medicinales. Hay arándanos y avellanos, cerezos silvestres, enebros,
y en ocasiones algún tejo. Por si fuera poco, los praderíos en otoño
se cubren de hongos y setas que llenan las cestas de los aficionados
a la micología. Este es el hábitat exclusivo de muchos animales,
roedores, aves que anidan en las rocas y piezas de caza muy
apreciadas como la perdiz pardilla.
El lugar
es ideal para realizar actividades al aire libre en plena
naturaleza.
Saca tu
billete
Este
verano esperaremos en el andén para subirnos al nuevo tren turístico
que recorrerá un tramo del municipio. La inauguración está prevista
en los próximos meses y el viaje será de trece kilómetros por una
vía férrea recién recuperada, desde Quintanilla de las Torres a
Barruelo de Santullán. Los pasajeros podrán relajarse en sus
asientos para ver pasar desde las ventanillas un paisaje de postal
al son del traqueteo de los vagones. El trayecto recordará las
travesías de antaño porque se van a arreglar las antiguas estaciones
de tren en Barruelo y en Cillamayor. Se construirá además un
cocherón para guardar este ferrocarril que con toda probabilidad
contará con una máquina de vapor.
Brañosera
Lugar de
brañas y osas
Brañosera
comparte con Barruelo la belleza que posee la zona de La Braña.
Desde siempre este fue un espacio privilegiado, y como indica su
nombre de Brannia Osaria un paisaje de gran riqueza vegetal habitado
por el oso. La presencia de este mamífero es escasa en estas tierras
pero goza de la protección de las gentes que viven en este
municipio, enclavado entre las montañas cantábricas de la Sierra de
Híjar y el Valle de Santullán.
Brañosera
presume de su patrimonio natural y también de ser el primer
Ayuntamiento de España, según dicta la historia y una Carta Puebla
del año 824. Esta población está situada a cuatro kilómetros de
Barruelo por una carretera comarcal que conecta con Aguilar de
Campoo y está en fase de obras que mejorarán considerablemente su
acceso. El viaje será entonces más rápido y agradable para conocer
un conjunto urbano que conserva el sabor medieval y tradicional de
la arquitectura montañesa. Se observa claramente en las fachadas de
las casas -algunas con detalles heráldicos y blasones- construidas
con la típica piedra que se extrae aquí y es tan valorada por su
gran duración. Como cabecera municipal Brañosera acoge a otros
cuatro pueblos: Salcedillo, Valberzoso, Orbó y Vallejo de Orbó. En
todos ellos se pueden ver edificios religiosos y ermitas, algunas
rústicas y otras con un claro estilo románico como la iglesia de San
Juan Bautista en Valberzoso, declarada Bien de Interés Cultural. Una
visita a Salcedillo tiene doble compensación. Podremos ver su
iglesia románica del siglo XII, y observar en sus aledaños algunos
tramos enlosados de una antigua calzada romana que atravesaba el
Valle de Santullán hacia Cantabria. Desde este mismo pueblo parte el
sendero de Valdecebollas y El Cueto, una de las rutas de la Montaña
Palentina que se puede seguir vía satélite con un terminal de GPS.
El camino es de fácil trazado y puede realizarse en cualquier época
del año, aunque es ahora con el buen tiempo cuando más se disfruta.
Si la naturaleza es atractiva en Brañosera, también lo son las
fiestas populares, algunas tan arraigadas como la de "comer la
borrega". Antiguamente los ganaderos traían de tierras lejanas a
pastar las ovejas a los cinco puertos de la zona. Al finalizar la
temporada regalaban una borrega al pueblo y se celebraba una comida
popular. Con el tiempo se ha convertido en una tradición que todos
los años tiene lugar en este municipio. |
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