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Foto:
Valvanera |
Valle del Alto Sil
Voces de agua
El padre Sil nos acompaña por el Valle de
Laciana, que es como se conoce desde muy antiguo al municipio de
Villablino. A su cauce se unen otros arroyos trucheros que bajan de las
brañas y poco a poco el río crece de camino a Palacios del Sil. El rumor
de la corriente se hace eco en un paisaje forjado por su silueta y su
eterna voz acuática.
El río Sil nace en la oscuridad de la roca,
que emerge en La Cueta, un pueblo de la vecina Babia. Este cauce fluvial
entra en el valle por un tajo de vértigo -la Hoz de las Palomas- para
luego continuar por la imponente garganta conocida como el Padruño. A
partir de ahí empieza su viaje por los montes lacianiegos, una zona de
excepcional belleza que ha sido declarada Reserva de la Biosfera por la
UNESCO. Sus hábitats son de una importancia singular dado que acogen una
enorme variedad de flora y fauna, incluidas especies animales en peligro
de extinción. Se puede decir con orgullo que por estos bosques se pasean
los osos cantábricos y los urogallos, que se acercan hasta la orilla
para beber. La frescura del río aporta frondosidad a un paraje de
abundante vegetación en la que se aprecian robles, abedules, serbales y
árboles excepcionales como los tejos centenarios. Esta es una tierra
llena de cicatrices dejadas por las minas de carbón y las explotaciones
a cielo abierto. El valle está teñido por el esfuerzo y el trabajo duro
de sus gentes, que conservan sus fuertes raíces, su identidad, su
cultura, y el valor de las tradiciones.
Cada uno de los pueblos de Laciana
tiene su braña, zona de pasto de alta montaña donde antes se llevaba al
ganado.
Podríamos hablar entonces de historia y modos de vida, de romerías y
fiestas populares, de artes populares, de una lengua autóctona llamada
patsuezu y de costumbres relacionadas con las antiguas labores del
campo. Una característica particular es que cada uno de los pueblos de
Laciana tiene su braña, zona de pasto de alta montaña que antaño se
aprovechaba para llevar el ganado durante parte de la primavera y el
verano. Aún se pueden distinguir los interminables muros de piedra que
delimitan estos praderíos donde se asientan viejas cabañas de pizarra.
Allí los ganaderos ordeñaban y tras bajar la leche al pueblo subían por
la tarde para dormir.
Villablino
Si Laciana es el valle, Villablino es su
capital. Ésta concentra los principales organismos como el Ayuntamiento,
multitud de servicios y gran parte de los vecinos que habitan en este
municipio. Como población predomina su aspecto moderno donde los
edificios de nueva construcción han desbancado las trazas de aldea rural
que un día tuvo. Sin embargo los lacianiegos siguen fuertemente
arraigados a su tierra, por ello apuestan por su conservación. Aunque la
explotación minera ha sido la principal fuente de ingresos de la zona
hasta ahora, poco a poco empieza a surgir la posibilidad de potenciar
otros recursos naturales como reclamo turístico. La protección del
paisaje, la recuperación del patrimonio etnográfico o la valoración de
la cultura popular son medidas que ayudan. Por eso se han realizado
distintas inversiones en los pueblos, para arreglar dos lavaderos
antiguos en Villaseca, uno en Caboalles y otro más en Rabanal. Por otra
parte, en Rioscuro se está reconstruyendo un puente del siglo XVIII a
cargo de la Escuela Taller Urogallo. Como complemento diremos que el
Ayuntamiento va a firmar un convenio con la Fundación Ciudad de la
Energía para habilitar el entorno del pozo María en Caboalles de Abajo,
un proyecto que pertenece a otro mayor denominado La Mina en Vivo. Por
si fuera poco ya está en marcha la construcción del Parador de Turismo
en Villablino que también atraerá a viajeros y visitantes.
La riqueza natural de Laciana llama la atención y es motivo de
excursiones por la zona. Pero a menudo las visitas también tienen como
objetivo la actividad social y cultural que hay en Villablino. El punto
de máxima referencia es la Fundación Sierra Pambley y las escuelas
creadas en 1886 por uno de los componentes de esta familia: Don
Francisco Fernández Blanco. En la iniciativa colaboraron personajes
ilustres de la época. El método educativo de estas escuelas, que
conectaba con una nueva filosofía de libre enseñanza, era una propuesta
muy avanzada para aquellos tiempos. Aquel espíritu progresista se
mantiene vivo en los lacianiegos que todos los años celebran importantes
acontecimientos en los que participa gente procedente de otras
comunidades, incluso del extranjero. Hay que destacar los Cursos de
Verano de la Universidad Carlos III de Madrid que se organizan en
colaboración con la Universidad de León, el Ayuntamiento de Villablino y
la Fundación Sierra Pambley. Tan importante como el movimiento cultural
son las celebraciones populares que tienen lugar en este valle,
principalmente en verano. Por una u otra razón Villablino y Laciana son
referencia turística, un rincón en la montaña leonesa donde las ofertas
de ocio se multiplican. Siempre hay un lugar para conocer en este valle,
un acontecimiento en el que participar y un paisaje por descubrir. §
Palacios del Sil
El río que reúne a todos sus afluentes en Laciana se abre camino por tierras vecinas para regar y dar nombre al
municipio de Palacios del Sil. Los bosques de abedules, acebos y tejos
son parte de la belleza natural que tiene el lugar, donde habitan
especies de la fauna como el jabalí, el venado o el rebeco. Es en
primavera y ahora en otoño cuando el paisaje es un espectáculo
cromático, una época muy recomendable para visitar la zona. En los
pueblos las casas de piedra y pizarra empiezan a encender las chimeneas
y el ambiente se vuelve acogedor. En unos meses caerán las primeras
nieves y señalarán las cimas que despuntan por su altura: Catoute,
Nevadín y el Cueto del Oso. Podemos aventurarnos a llegar hasta allá
arriba en un día despejado para asegurarnos de tener buenas vistas. O
bien elegir otra de las rutas trazadas, como la sencilla subida que
lleva al Castro de Palacios, un paseo a las Brañas de Tejedo en
bicicleta y la ascensión a Pico Lago desde Salientes. A medio camino
podremos ver pueblos con sus típicos hórreos, molinos de agua, lavaderos
y cortines, una antigua construcción de piedra para proteger las
colmenas de incendios y ataques de los osos. §
La vida pintada por... Manuel Sierra
Es lacianiego y se crió en Babia. Sus
raíces se alimentan de los paisajes, de la vida cotidiana y los
sentimientos que luego imprime en sus cuadros. Cada una de sus obras es
un festival de color, de formas sencillas que entran por los ojos y
llegan directas al corazón. Es Manuel Sierra un mago de la pintura,
ilustrador de libros y creador de murales turísticos muy conocidos.
Texto: Mª José Bayo
¿Cuáles son las musas
particulares de Manuel Sierra?
-Tengo dos motivos básicos que me sirven de inspiración. Dicho de
otra forma, tiro de una soga que tiene dos extremos. Por una parte pinto
aquello que me emociona o conmueve, con lo que me identifico y tengo a
mi alrededor. Por otra, para saber cosas que no conozco y me llevan a
indagar, basándome en la memoria que guardo a veces desde la niñez.
-En sus serigrafías
predominan el color y las líneas sencillas. ¿Cuál es el mensaje que
trata de transmitir a través de sus trabajos?
-Pienso que todos necesitamos comunicarnos y contar nuestra propia
visión de las cosas. Aunque mis trabajos tengan una elaboración
compleja, trato de hacer una pintura cuyo resultado final sea de mucha
sencillez para no establecer distancias con la gente y que entonces
pueda meterse en el cuadro. Intento proyectar las imágenes sin
dificultades. Esta es mi filosofía. En mis trabajos casi siempre elijo
motivos muy relacionados con la sencillez de la vida, paisajes, objetos
cotidianos, animales o el cuerpo humano.
-Se define como un pintor
cíclico. ¿Qué temas ocupan su labor artística?
-Soy cíclico y obsesivo. Para empezar necesito sentirme bien para
pintar lo que me gusta y eso me lleva a meterme muy profundamente en el
tema elegido una y otra vez. Eso se traduce en una actitud ciertamente
obsesiva, que termina cuando entiendo que en ese diálogo con la pintura,
el color y la forma encuentro la respuesta, que es el cuadro terminado.
Ahora estoy trabajando para una exposición que planeo realizar en
diciembre en Oviedo. Aunque siga con el paisaje, últimamente me he
centrado en figura humana, algún retrato y desnudos, figuras del circo,
músicos de jazz y de blues.
-Estuvo vinculado algún
tiempo al mundo del circo...
-Sí, es uno de esos focos de atracción que me hace volver una y otra
vez a ello. Viajé un tiempo con un circo y esa vinculación pictórica me
capacitó para memorizar imágenes y notas concretas. Fruto de esa
relación, cíclicamente vuelvo a pintar criaturas de circo, tanto humanas
como animales que entonces aprendí a dibujar, como anatomía de los
caballos, las yeguas y los felinos.
-Sus trabajos son conocidos
también como imagen turística. ¿Qué tipo de encargos le hacen y por qué
cree que gustan tanto sus cuadros?
-Creo que gustan porque quien me lo encarga sabe que son imágenes
que están en la memoria colectiva. Yo las rescato de los deseos, de los
sueños, de dibujos que aparecen en los bordados tradicionales o en el
arte pastoril. Al fin y al cabo el mural es una propiedad de todos, no
sólo por el resultado sino por la propia concepción de lo que describo.
Y al trabajar de esa manera necesito tener una gran capacidad de
síntesis. Aquí en Castilla hay muchas asociaciones -por lo general de
carácter progresista y de interés colectivo- que cuentan con imágenes
hechas por mí.
-Como amante de su tierra,
¿qué ve que necesita Laciana para ser promocionada sin dañar su
naturaleza?
-No sé lo que necesita Laciana con certeza, pero en estos casos me
gusta argumentar de abajo a arriba. La tierra es nuestro patrimonio, no
como una propiedad que te hace ser excluyente, sino como la madre o la
amante a quien hay que querer y cuidar. Ama a tu tierra, cuida los ríos,
los montes, no llenes de porquería los espacios, cuida el lenguaje. Hay
que abandonar la idea de que el dinero es el único fin y así evitaríamos
vendernos al mejor postor. Cuando tengas claro que tu comportamiento es
honesto, entonces puedes exigir honestidad a los demás. Hay que buscar
solución. Pero si no hay solución hay revolución. §
Estación de Esquí y de Montaña Leitariegos
Cuando la nieve invernal cubre las
montañas, hay un lugar en el Valle de Laciana que reúne a los
aficionados al deporte blanco. Es la Estación de Esquí y de Montaña
Leitariegos que año tras año presenta nuevas mejoras para dar un mejor
servicio a los usuarios. Las instalaciones están bien equipadas y las
pistas están en perfecto estado. Esto es posible gracias a las fuertes
inversiones realizadas en la temporada anterior, que permitieron la
ampliación de las pistas en la estación que este año cuenta con un total
de siete kilómetros esquiables. Por otra parte se instaló un bar
cafetería en la zona alta de la montaña, a 1.700 metros de altitud.
Aunque, la inversión estrella del pasado invierno fueron los setenta y
ocho cañones de nieve artificial que se probaron la anterior temporada
para que este año funcionen al cien por cien. Para 2007-2008 se anuncian
otros estrenos: un telesquí que dará acceso a dos pistas nuevas y la
puesta en funcionamiento de un edificio de usos múltiples en la parte
baja de la estación. Félix Luque, Jefe de la Explotación de la Estación
de Leitariegos, está convencido de que "la forma de promocionar estas
instalaciones frente a otras cercanas es ofrecer cada temporada un mejor
servicio".
Dada la especial orografía de la zona ésta es una estación ideal para
iniciarse en el esquí, para disfrutarla en familia, en un ambiente
tranquilo y acogedor. Tampoco faltan los que vienen a estas montañas
para apuntarse a los programas de multiaventura que organiza la Escuela
Española de Esquí de Leitariegos. Sin olvidar a los amantes del
snowboard que también acuden para probar su destreza. "Como en todas las
estaciones, este deporte ha crecido en Leitariegos -nos confirma Félix
Luque-, se nota aquí un especial incremento". §
En octubre La Feriona
Un año más la cita emblemática de los lacianiegos es La Feriona, que se celebra el 12 de octubre en
Villablino. Ese día gran cantidad de puestos ambulantes se disponen por
las calles para poner a la venta productos de lo más variado: ristras de
ajos, bacalao, prendas de ropa, calzado, productos del campo… Pero el
tradicional motivo de esta feria viene desde muy antiguo, cuando Alfonso
X "El Sabio" autorizó al concejo de Laciana a celebrar mercado semanal.
Otoño era buena época por ser la estación de los San Martinos, fiesta en
la que se sacrificaban reses y cerdos, para llenar las despensas de cara
al invierno. El ganado era el producto de compra y venta que se
acompañaba con otros agrícolas de temporada como patatas y cebollas. Así
fue que hasta bien entrado el siglo XX La Feriona llegó a ser una de las
más importantes de la provincia. Y todavía lo sigue siendo. Miles de
visitantes llegan cada año para pasear por las calles de Villablino, que
se convierte en un inmenso bazar donde se puede encontrar prácticamente
de todo. Hoy en día pervive en Villablino la presencia de los ganaderos
que llegan con sus cabezas de reses para concentrarse en el ferial de
Las Rozas, donde aún es posible ver cómo se cierran los tratos a la
antigua usanza: con un apretón de manos. Esta imagen es parte del
encanto que tiene esta feria y si no nos lo queremos perder se
recomienda acudir a primera hora de la mañana, porque es entonces cuando
las transacciones tienen su máximo apogeo. Tampoco podemos irnos de La
Feriona sin probar el pulpo á feira que preparan en ricas tapas las
pulpeiras y los bares de la zona. El 12 de octubre es una fecha
memorable para el valle, la ocasión para "feriar" algo como dirían los
lacianiegos, y compartir con ellos una feria emblemática. §
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Foto:Valvanera |
Valle de Babia
Pura esencia
"Estar en Babia" no es sinónimo de estar
despistado, sino un regalo para el viajero que busca tranquilidad. Según
la leyenda, este valle fue lugar de retiro para los reyes hace muchos
siglos. Pero aquí sus majestades son las montañas, el paisaje, y los
ríos Sil y Luna que nacen y recorren estas praderías.
Cabrillanes
Las copiosas nevadas del invierno que caen
en estas montañas han contribuido a que la presencia de agua sea
abundante y generosa. Al norte de este territorio, en las faldas del
Pico Cuetalbo y Peña Orniz nace el río Sil. Unos kilómetros más al sur
se forma otro cauce fluvial que tiene nombre femenino. Es el río Luna,
que como una madre abraza la tierra y recoge el agua de varios arroyos y
afluentes. En su largo trayecto da de beber a los campos y cruza otros
valles lejanos al encuentro del río Omaña, para diluirse en él y formar
el Órbigo. El Luna tiene su origen en el municipio de Cabrillanes,
conocido también como la Babia Alta. Cada gota de agua que llega hasta
su cauce es testigo de un paisaje grandioso de hermosas cumbres y
pueblos típicos, algunos aislados de la carretera principal.
Los paneles con el logotipo identificativo de Babia dan la bienvenida al
viajero. Mostrando un pájaro y una ventana abierta donde aparece un
paisaje verde y soleado con las montañas al fondo. Esta imagen colorista
ofrece al viajero un valle considerado Espacio Natural por la Junta de
Castilla y León, que además ha sido reconocido como Reserva de la
Biosfera por la UNESCO. Sorprende la belleza de los paisajes y los
prados, donde abundan las vacas y el caballo babiano, conocido por su
gran resistencia y capacidad para las labores del campo. Algunos caminos
son conocidos por el trasiego de la ganadería trashumante que tuvo lugar
en estas tierras durante siglos. Los grandes rebaños de merinas que
pasaban los inviernos en las dehesas extremeñas, en la meseta o en La
Mancha, eran conducidos hasta los pastos de verano en estas montañas
para alimentarse de hierba fresca.
La ruta ‘Laguna de Las Verdes’ nos
lleva desde Torre de Babia a un circo glaciar.
El pastoreo y las tradiciones están muy arraigadas en algunos pueblos,
que también son parte de la riqueza y el valor turístico que tiene
Babia. Estos conservan las antiguas casas de piedra, con tejados de
pizarra y estructura de madera, que era empleada de forma generosa en
forjados y cubiertas. Ante esta evidencia, el Ayuntamiento de
Cabrillanes ha puesto todo su empeño por cuidar el aspecto rural en los
núcleos urbanos. Tanto en las reformas como en las nuevas construcciones
deberán emplearse los materiales típicos de la arquitectura popular. Es
importante apostar por este valle y por la calidad medioambiental de su
paisaje para evitar que se degrade. En esta zona abundan los recursos
naturales, algunos tan característicos como la genciana o la seta de San
Jorge, que se encuentra en varios cotos.
Babia tiene un gran potencial turístico en la Montaña Occidental
Leonesa. Las rutas de senderismo son importantes reclamos turísticos
para los que quieren conocer rincones naturales y llegar hasta ellos por
su propio pie. Una posibilidad es ir a las Fuentes del Sil por una senda
que parte de La Cueta de Babia, o visitar una hermosa laguna de origen
glaciar que dista dos kilómetros de la población de Lago de Babia por
una pista que no tiene pérdida. La ruta Laguna de Las Verdes es otra de
las opciones para recorrer en este valle. El camino empieza en Torre de
Babia y conduce hasta un circo glaciar de densa vegetación, rodeado de
montañas.
Después de todo, ningún viajero debería irse de este valle sin conocer
el Santuario de Carrasconte situado en los límites entre Babia y
Laciana. Allí existe desde tiempos remotos "la piedra furada", un
megalito que posiblemente fue un objeto de culto y un lugar sagrado. En
verano el lugar se vuelve muy concurrido, en concreto el 15 de agosto,
fecha en que se realiza una popular romería famosa en toda esta parte de
la montaña. §
San Emiliano
El río Luna sigue su camino y atraviesa la
Babia Baja, que es como llaman aquí al territorio que corresponde al
municipio de San Emiliano. En estos valles su caudal crece y toma
fuerza. Es donde van a parar arroyos como el de Riolago, también Majúa y
Alcantarilla a través del río Torrestío, que bajan agua fresca de las
montañas en los límites de la Cordillera Cantábrica. En esta parte del
valle el pueblo de Riolago es uno de los más bellos. Todavía conserva un
hermoso conjunto urbano con casas de piedra como la Casa del Escribano o
el palacio de los Quiñones, del siglo XV. Por otra parte, la iglesia de
Candemula, la casona blasonada de los García Lorenzana en Villasecino o
la ermita de Pruneda son parte del patrimonio arquitectónico que bien
merecen una visita. Desde la carretera principal un desvío lleva hacia
Pinos. En este típico pueblo babiano está el punto de partida de una
ruta sencilla que se dirige a la ermita de Nuestra Señora de las Nieves,
situada en una pradera. Desde allá arriba la pista continúa hacia
Asturias por el Puerto de Cubilla, donde la altura permite una amplia
visión de las montañas. A lo lejos se divisan Pajares, el Negrón, y en
la frontera con estos valles Peña Ubiña, una cumbre emblemática para
toda Babia. §
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