Texto y foto: Lupercio González
Corazón de nublu
y orpín
Volver
a las raíces, volver a los orígenes, volver a la esencia pura del
corazón astur. Eso es lo que este artista asturiano ha querido plasmar
en su último trabajo discográfico en solitario.
No es que el grupo Nuberu se haya disuelto, es sólo que su cantante Chus
Pedro ha querido experimentar algo distinto. Para ello ha estado
buceando en medio siglo de música asturiana.
-¿Te sientes
comprometido con algo o alguien?
-Me siento comprometido fundamentalmente conmigo mismo. Tengo
permanentemente presente en mi vida que soy fruto de una generación que
creció en los años de la transición política en España y que eso marcó
mi forma de ser y de hacer, y por tanto mi carácter. Muchas de las
canciones que a lo largo de la historia estuve haciendo, tenían un claro
contenido social, y eso forma parte de mí, de mi vida, de mi pasado y de
mi presente, e irá conmigo a la tumba. Es mi forma de ser. Eso no
implica que no cante también al amor y al desamor. La gente que me
conoce sabe perfectamente donde estoy posicionado en términos
ideológicos.
-Y este disco reciente "De Nublu y Orpín" ¿es una
muestra de tu compromiso con Asturias?
-En este caso concreto quise reivindicar la tradición asturiana,
al igual que en su momento y junto con Manolo Peñayos (Nuberu)
reivindicamos la figura de Aida de la Fuente, o los Fugados, o a Rafael
Alberti o a Juanín. Me encanta reconocer que soy un hombre del
Cantábrico, y la nieblina y el orbayu es una forma de reivindicar un
hecho diferencial que tiene Asturias con respecto a otros países.
-¿Qué tal la experiencia en el Celtic Connection
Festival de Glasgow (Escocia)?
-Fue Donald Shaw, líder de la banda Capercaillie, quien me
invitó a ir a Glasgow al Celtic Connection, y además estuvo invitado a
participar en este disco mío. A él le encantó mi forma peculiar de
cantar y quiso estar en ese trabajo. En la primavera del año 2003 fue
cuando Donald vino a Asturias, y trabajó con nosotros -Juanjo González,
Gabino Antuña y yo- en el estudio de grabación "La Factoría" en Piedras
Blancas. Además él puso a nuestra entera disposición los estudios de
grabación que tiene en Glasgow y a sus técnicos de sonido, de tal manera
que decidimos que no sería malo aprovechar su bagaje como profesional y
el prestigio que tiene dentro del mundo celta a nivel internacional, y
que participase de una forma aún más activa poniendo las herramientas
técnicas al servicio de este trabajo.
En septiembre de ese año volvimos a Glasgow. Estuvimos grabando temas,
haciendo arreglos y demás. La primera noticia es que me dice: "Este año
me encargaron preparar el concierto de apertura del Celtic Connection y
quisiera contar con tu presencia dentro del Festival. Nos gustaría a mí
y a la gente que colabora conmigo que vinieses a ese concierto de
apertura". Y de la mano de él yo llegué el día 14 de enero al escenario
del Celtic Connection. Tengo que reconocer que Donald Shaw, en ese
sentido, ha sido una persona muy generosa. Me brindó su conocimiento, su
capacidad creativa, su infraestructura musical y la posibilidad de que
este disco que hice junto con él y con muchos más músicos, tuviese
presencia en ese festival, y además, el sello discográfico que tiene en
Escocia distribuye mi disco allá.
"Hoy en día los partidos políticos y los sindicatos no
responden a los intereses de los ciudadanos" |
-¿Qué acogida tuviste en el Festival?
-Allí canté las canciones de "Verdiciu" y "Yo fui al Carmín de
la Pola". Fue un concierto muy interesante porque participaban chavales
de trece a veintiún años de los diferentes conservatorios de Escocia
tocando violines, violas, chelos, acordeones, gaitas, y además, unos
veinte músicos muy potentes del panorama internacional de las nuevas
músicas o músicas celtas, y todos ellos colegas de Donald Shaw. Allí
participamos varios cantantes, dos hombres y tres mujeres, que
reflejaban las diferentes músicas, o formas de interpretar, que se dan
en el arco atlántico. Además, invitaron también a músicos asturianos
como José Manuel Tejedor tocando la gaita, e Igor Medio; también al
gallego Budiño, que tocó la gaita gallega y a Guillermo Fernández,
tocando la guitarra. Fue una experiencia muy potente porque estaba en un
teatro (Royal Concert Hall) con tres mil personas y necesitaba
comunicarme con aquella gente. Reconozco que un cantante debe de cantar
más y hablar poco. Y dije: I don't speak English but the music is an
universal language". No sé hablar inglés pero la música es un lenguaje
universal. Y empecé cantando la canción de Verdiciu, entonces rompí el
hielo y la gente se volcó, además de esa sensación de saber que cantas y
detrás tienes a unos cien músicos tocando, unos ochenta chavales y unos
veinte popes de la música a nivel internacional. Evidentemente me sentí
muy cómodo. Fue una sensación que me gustaría repetir.
-¿Te sientes como una especie de embajador de lo astur?
-No me puedo sentir embajador de nadie. Sólo soy una persona que
hace este trabajo, un elemento más del paisaje asturiano y no puedo
entender la vida sin cantar. Yo no imito a nadie, pero me empapo de la
tradición y cantando como yo lo hago, y con mi forma peculiar de
interpretar, intento luego comunicarlo.
-Tuviste un emotivo encuentro con Joan Báez, una de las
leyendas de la canción protesta.
-Sí, una leyenda viva. Para mí fue una experiencia muy
interesante ver a una diva de la tradición, a una mujer que forma parte
de la leyenda viva de la música a nivel internacional, de la canción
protesta que nos venía en los años setenta de América. Yo crecí
escuchando sus canciones, aquella de "No nos moverán" y muchas más, y
bueno, encontrar a un personaje con ese calado humano tan impresionante,
y a pesar de haber hablado con ella muy poco tiempo, me encantó poder
compartir con ella unas fotos que nos hicimos, el que se haya llevado un
disco mío y que me regalara uno de ella. Fue algo muy guapo.
-¿Hay algún valor por el que merezca la pena luchar?
-Hay valores que están ligados al ser humano, como la solidaridad. Yo
creo que merece la pena ser solidario, aunque sea solamente por un
problema de mala conciencia. Por la noche en la cama, reflexiono sobre
el montón de injusticias sociales que existen en el mundo, veo cómo el
capital devora a los seres humanos... Entonces, esos pequeños valores
que uno puede aportar, esos pequeños guiños que uno puede hacer a sus
conciudadanos cantando y siendo un poco juglar de nuestro tiempo, pienso
que merecen la pena.
El mundo de la globalización tal cual nos lo venden, es el mundo de la
uniformidad. Y yo realmente creo en el mundo de la pluralidad. Creo más
en lo local que en lo global; la suma de lo local es lo que luego genera
la globalidad. Yo creo en una Europa de los pueblos, en un mundo de los
pueblos, donde cada uno con su peculiaridad aporta valor; la uniformidad
aliena. Creo que la clase política, por utilizar algún término, nos está
queriendo vender jaulas de oro para ir metiendo a los ciudadanos.
-Tú siempre te has definido como ciudadano de
izquierdas, ¿a dónde va la izquierda de este país?
-Pues imagínate, yo tengo cuarenta y ocho años y dejé de estar
organizado políticamente a los veintitrés. Milité en el Partido
Comunista y soy uno de los 113 de aquella famosa conferencia de Perlora
del año 78, cuando nos marchamos del PCE. Muchos de ellos hoy están
militando, y son cargos de relevancia, en las filas del PSOE. No lo
reprocho, porque muchos de ellos querían ser profesionales de la
política y tienen vocación política, pero me generaron cierta dosis de
desencanto. Creo que el concepto y el modelo de la izquierda que
defendíamos a finales de los años 70 es un modelo, que desde mi punto de
vista, sigue estando vigente, lo que pasa es que ciertos personajillos
se acomodaron. Hoy en día tal cual están configurados los partidos
políticos y los sindicatos, no responden a los intereses de los
ciudadanos. Pienso que hay un desfase y un desequilibrio entre los
intereses de la ciudadanía en general y los de los partidos políticos, o
de los cuadros de los partidos políticos. Una cosa son las bases de los
partidos políticos y otra cosa son sus dirigentes, y a veces hay
intereses que parece que están contrapuestos.
"La canción sigue siendo un arma cargada de futuro, un arma
necesaria e imprescindible para la humanidad" |
-¿Crees que en una sociedad gobernada por mujeres las
cosas irían mejor?
-En ese sentido no me preocupa demasiado que sean hombres o
mujeres, lo único que me preocupa es que sean coherentes y honestos.
Evidentemente la mujer siempre estuvo postergada y yo creo que llega el
momento en que en igualdad de condiciones debe afrontar y asumir
responsabilidades como un ser humano más. Ese tinglado de las cuotas me
parece un poco absurdo y artificial.
-En Chus Pedro ¿gana la mente o el corazón?
-A mí siempre me traicionó el corazón. Por el tipo de trabajos
que tuve no me quedó más remedio que ser reflexivo, a pesar de que por
naturaleza soy impulsivo y muy nervioso. Pero, en el día a día funciono
a veces más con el corazón que con la cabeza. Pongo el corazón, el alma
y la fibra en todo y eso a veces genera conflictos.
-¿Cuál es la responsabilidad de todo artista en cuanto a
mover conciencias en una sociedad cada vez más globalizada?
-Mientras exista el ser humano, mientras existan las injusticias
y un mundo tan poco solidario, lógicamente los cantantes, los artistas
en general y demás, tienen que seguir diciendo cosas, denunciando cuando
no están de acuerdo con ciertos posicionamientos, sean de la clase
política, las instituciones o las empresas. Hay que seguir cantando
contra lo que no se está de acuerdo o a favor del modelo con el que uno
estaría de acuerdo. Joan Manuel Serrat decía, algo así, que no quería
dejar de creer en la utopía. Los músicos, o los artistas en general,
todos llevamos dentro de nuestro corazón una dosis muy importante de
utopía, si no seguro que no nos dedicábamos a esto.
-¿Crees que la canción sigue siendo un arma social
poderosa?
-Sigue siendo un arma cargada de futuro, un arma necesaria e
imprescindible para la humanidad. Cuando uno canta una canción está
contando un cuento, o está narrando una historia, o algún tipo de
situación. Uno con ello contribuye en cierta medida a que la sociedad
sea un poco más humana. Con mi forma de interpretar, a veces con un
desgarro, estoy lanzando un grito de esperanza, a que el ser humano en
un futuro, y por lo que se ve a largo plazo, construya una sociedad
mucho más justa; que los sistemas económicos dejen de mentir, que dejen
de contar películas de si existen armas atómicas en Irak, que dejen de
crear guerras innecesarias. En definitiva, en cierta medida todos
contribuimos a hacer una sociedad más justa. ∆ |