Finalmente llegó el vertido a
nuestras playas. Los primeros días de diciembre, a merced del nordés,
llegaban las primeras manchas. A partir de ahí, y hasta la fecha en que
se escriben estas líneas, el fuel arriba a nuestra costa un día sí y
otro no. El trabajo de los voluntarios y del personal movilizado por el
Principado trata de contener la catástrofe, pero la preocupación es
constante, la tensión crece ante un desastre ecológico cuyas
consecuencias aún no se pueden evaluar.
Asturias no es el centro de la diana, pero se encuentra en la ruta que
recorren diariamente cientos de barcos. Se trata de un eje de
concurridísimo tráfico marítimo que recorre en vertical las costas desde
Suecia hasta el Peñón de Gibraltar. Afortunadamente nuestra región, a
pesar de formar parte de esta ruta, no está entre las comunidades más
visitadas por este tipo de petroleros. Aún así, no se puede descartar la
posibilidad de que un accidente similar pudiera producirse frente a
nuestras costas.
"En Asturias, como en el
resto de España, no hay capacidad para actuar ante una situación así" |
El caso es que esta vez sucedió en Galicia, que es como decir en la
puerta de al lado. La naturaleza no entiende de fronteras ni de líneas
divisorias entre comunidades, de modo que los vientos y las corrientes
marinas se encargaron de repartir el vertido por prácticamente toda la
costa gallega y de doblar la esquina hacia el Cantábrico. En cuanto se
vio que sobrepasaba Estaca de Bares, la línea divisoria imaginaria que
separa el Océano Atlántico del Mar Cantábrico, los presidentes de las
distintas Cofradías de pescadores empezaron a manifestar su preocupación
y a pedir medios técnicos a la Administración para afrontar lo que se
les venía encima. A nuestras playas llegaron las primeras manchas a
finales de noviembre, dispersas y poco densas, además de las primeras
aves petroleadas. Fueron los primeros avisos, ante los cuales la
Administración asegura que habrá medios para defenderse del fuel si
fuese necesario. Las informaciones que parten del Gobierno Asturiano,
resaltando la normalidad de la situación, contrastan con las de los
pescadores que las avistan al salir a faenar con sus barcos y las que
brinda el CEPESMA, que advierte con mucha más antelación de la presencia
de bolsas de fuel en aguas asturianas. Más de cien playas resultaron
afectadas por el galipote.
Paralelamente, y mientras la catástrofe en Galicia adquiría dimensiones
descomunales, y la descoordinación y la falta de interés y de previsión
del Gobierno levantaban las protestas de todo el país, tanto Francia
como España dan un paso adelante para exigir mayor seguridad y
establecen controles sobre los petroleros que transporte materiales
peligrosos, los que tengan más de 15 años y no dispongan de doble casco.
Todos ellos podrán ser expulsados a más de 200 millas de la costa. Una
iniciativa, quizás apropiada, pero que en todo caso llega demasiado
tarde para evitar el desastre. El último gran accidente tuvo lugar en
diciembre de 1992. Fue el Mar Egeo, que encalló frente a las costas de
La Coruña. Todos se preguntan: ¿es tan difícil aprender de los errores
del pasado?
"Asturias tiene mucho acantilado, y ese fuel se pega mucho a la roca y
es muy difícil de separar"
El director del CEPESMA, Luis Laria, reclama la creación de un protocolo
de actuaciones "que tenga en cuenta el riesgo antes de que se
magnifique. Es en el inicio, cuando un petrolero tiene problemas, cuando
hay que tener todas las posibilidades barajadas y controladas. Cuando ya
se han vertido toneladas de hidrocarburo se escapa la posibilidad de
actuar de forma positiva". Laria destaca que no estamos preparados para
afrontar un desastre de estas características de forma inmediata, antes
de que se desencadenen las consecuencias. "En Asturias, como en el resto
de España, no hay capacidad para actuar y minimizar una situación así.
Aquí siempre hablamos de problemas, pero lo que hay que hacer es buscar
soluciones, crear infraestructuras en el mar, igual que se crean en
tierra, para poder minimizar este tipo de accidentes. En zonas como
Finisterre, donde pasan del orden de los 500 ó 600 mercantes diarios,
hay que estar en situación de prealerta permanente, y crear
infraestructuras para actuar de inmediato".
El mal ya está hecho, aunque todavía se desconozca su dimensión, y ahora
queda pensar en la recuperación de todo lo que se ha dañado. Luis
Valdés, responsable del Instituto Oceanográfico de Gijón, se suma a las
voces que reconocen que no sólo Asturias, sino ningún otro lugar de
España tiene "los medios materiales necesarios para afrontar un
incidente como este en las primeras fases". Según Valdés, las
consecuencias de un vertido son variables, en función del tipo de
hidrocarburo -si es ligero o pesado- y de la manera cómo se vierta -de
forma más concentrada, como fue el caso del Mar Egeo, o más dispersa,
como el Prestige-. En el caso que nos ocupa, el vertido es pesado y
disperso. Una de sus "ventajas" es que es muy viscoso, forma capas muy
gruesas y no se mezcla mucho con el sedimento, de tal manera que la
limpieza superficial de playas es trabajosa, pero a cambio hay
posibilidades de que se restaure el estado primitivo de la playa
fácilmente. En el caso del vertido del Mar Egeo, en La Coruña, los
moluscos y otros animales que viven enterrados en la arena tardaron en
recuperarse unos dos años y medio; las comunidades móviles, como los
peces, tardaron unos cuatro años.
"Después de largo tiempo, el mar acabará
limpiando las rocas, aunque no cien por cien" |
La evolución de las consecuencias del vertido puede estudiarse gracias
al conocimiento de las llamadas "líneas de base". "Tenemos medios y
datos suficientes para saber cuál es el estado del ecosistema en
Asturias. Conocemos bien las líneas de base del ecosistema y eso nos
permitirá evaluar el impacto y saber cuándo se acaba de recuperar".
¿Y cuánto tardará en restablecerse el equilibrio? "En este caso, que el
fuel es mucho más pesado, yo creo que las comunidades que viven en
contacto con el sedimento van a sufrir de manera inmediata, pero se van
a recuperar rápido". Sin embargo en el sustrato rocoso la situación es
distinta. "Asturias tiene mucho acantilado, y ese fuel se pega con mucha
fuerza a la roca y es muy difícil de separar. Pero ahí el mar trabaja
constantemente. En las rocas bate con fuerza y después de largo tiempo,
acabaría limpiándolas, aunque no al cien por cien, por eso las
comunidades de roca, por mucho que el mar trabaje constantemente,
tendrán una recuperación mucho más lenta".
¿Cómo de lenta? Imposible precisar. "Estamos hablando de años", responde
Luis Valdés. ∆ |