Es fácil verlos. Son jóvenes y se reúnen en los parques,
en las plazas de las ciudades en torno a unas cuantas botellas.
Es el ritual de todos los fines de semana, que se salda con unas
borracheras que al día siguiente se cuentan como anécdotas. Muchos
aún no han llegado a la mayoría de edad.
En
el año 2000, un tercio de los jóvenes asturianos había tomado alcohol antes de
los 14 años.
L o
consideran lo normal. Llega el fin de semana y tienen una cita con "el
botellón". Las bebidas se compran en cualquier supermercado, buscando más por
menos dinero. Con ochocientas o mil pelas por cabeza se garantiza un colocón
memorable. El mayor, o el que aparenta más edad compra las botellas en
cualquier supermercado, donde normalmente no hacen preguntas. Aunque la venta
de alcohol a menores está prohibida se hace la vista gorda. Una vez hecho el
aprovisionamiento, la mezcla se hace en las botellas grandes de refresco,
apostados en las escaleras de un portal, el maletero del coche o el banco de
un parque. Los más afortunados no pasan frío en el salón de la casa de algún
colega. Beben deprisa, y tienen claro que el objetivo es que se les suba
rápido. Para el fiscal antidroga José Luis Rebollo la afición de los jóvenes
al alcohol es un tema preocupante: "Se está consumiendo muchísimo alcohol los
fines de semana, sobre todo por parte de jóvenes muy jóvenes, que comienzan a
beber de una forma muy intensa a los 13 y 14 años. Hay sitios determinados en
Oviedo, en Gijón, en Avilés, etc, donde se está viendo a estos grupos de
chicos y chicas con sus litronas, sus calimochos, agarrándose unas borracheras
impresionantes. Algo que impresiona enormemente también es ver más ambulancias
que de ordinario con estos críos y crías, camino del hospital por coma etílico
o similares. Realmente es un asunto muy preocupante".
El alcohol no es, como para sus padres, una droga social, una muleta para
facilitar la relación con el entorno, algo que parecía más fácil con una copa
en la mano. Hoy es un fin en sí mismo. Antes los casos más habituales eran
varones de alrededor de cuarenta años, que presentaban graves trastornos
orgánicos por consumo diario de vino y sidra sobre todo. Hoy existe un perfil
diferente. El joven, en algunos casos antes de los 13 años, bebe
compulsivamente al llegar el fin de semana. Algunos no conocen otra forma de
ocio más que la asociada al alcohol. La borrachera ha de ser rápida, para que
el efecto haya pasado a la hora de volver a casa. Un par de chicles de menta y
un poco de teatro bastan para despistar a papá y mamá.
Por cierto que papá y mamá no se preocupan demasiado. Aunque no puede buscarse
un único responsable para este fenómeno, está claro que los padres tienen un
papel fundamental. José Luis Rebollo, reconoce la pasividad de los padres ante
este problema. "La verdad es que se preocupan bastante poco, es uno de los
grandes inconvenientes. Se ha impuesto esta cultura de la litrona del fin de
semana, por llamarlo de alguna manera, y está resultando un poco difícil
acabar con ello, pero es posible".
Muchos jóvenes, en
algunos casos antes de cumplir los 13 años, beben compulsivamente al llegar el
fin de semana.
No son conscientes de las consecuencias. En el
año 2000, un tercio había tomado alcohol antes de los 14 años. Son muy
jóvenes, y no creen que les vaya a pasar más factura que una buena resaca al
día siguiente. Y no es así. El cerebro es muy sensible a los efectos del
alcohol, más en individuos tan jóvenes. Son frecuentes los trastornos de la
memoria y el aprendizaje y los bruscos altibajos y cambios de personalidad.
Ante el abuso continuado de alcohol, el cuerpo responde con cirrosis,
pancreatitis crónica, hepatitis y trastornos sexuales. Está también
relacionado con la aparición de tumores malignos en el labio, la boca, la
faringe, la laringe y el esófago. En situaciones más graves, puede producirse
la muerte directamente por intoxicación etílica. Cada año mueren en nuestra
Comunidad entre 400 y 500 personas por patologías relacionadas con el alcohol,
y eso sin contar las víctimas en carretera.
Los accidentes de tráfico son el punto más negro en esta historia. Según un
estudio realizado por el Instituto Nacional de Toxicología sobre muertes en
accidentes de tráfico, un 46% de los fallecidos en 1997 y un 51% de 1998
presentaban restos de alcohol en sangre (alcoholemia positiva). En un 5% se
registra además consumo asociado de alcohol y drogas, en especial cocaína.
En 1998, la Guardia Civil de Tráfico impuso más de 1.600 denuncias por
conducir con tasas de alcoholemia superiores a las permitidas legalmente.
Desde que en el 99 la tasa se redujo, las denuncias se han doblado: casi 3.500
en el año 2.000.
También es relevante la presencia del alcohol en el 32% de los peatones
fallecidos.
El consumo abusivo tiene otro tipo de consecuencias. Es causa de pequeños
accidentes, provoca desagradables episodios con las fuerzas de seguridad y en
ocasiones acaba en explosiones de violencia o vandalismo. También tienen que
ver con el alcohol muchos casos de violaciones o embarazos no deseados, aunque
el número es difícil de cuantificar.
En 1988, un 35% de los
chicos y un 26% de las chicas reconocían haber tomado cubatas todos los fines
de semana del mes previo a la encuesta. Dos años más tarde, el número había
aumentado a 56% de los chicos y 37% de las chicas.
Todos los asturianos beben más alcohol los
fines de semana, pero en el caso de los adolescentes el consumo se dispara. Lo
que más se bebe sigue siendo el vino, la sidra, la cerveza, y finalmente los
combinados todos los fines de semana.
Los datos recogidos por el Observatorio sobre Drogas para Asturias reflejan un
aumento en el consumo por parte de los jóvenes. En 1988, un 35% de los chicos
y un 26% de las chicas reconocían haber tomado cubatas todos los fines de
semana del mes previo a la encuesta. Dos años más tarde, el número había
aumentado a 56% de los chicos y 37% de las chicas. También creció el consumo
de sidra, cerveza, vino y champán. Las consecuencias ya se están viendo. Según
los Servicios de Salud del Principado, el número de pacientes que han
solicitado atención por consumo abusivo de alcohol se ha incrementado en un
53% en el último año, con lo cual se da la vuelta la tendencia decreciente de
los últimos años y se pone sobre la mesa la gravedad de la situación.
"La verdad es que los
padres se preocupan bastante poco, es uno de los grandes inconvenientes". José
Luis Rebollo, Fiscal Antidroga del Principado de Asturias.
La responsabilidad se reparte en varios
frentes. "Principalmente son responsables los padres, no la Administración
-explica el fiscal Rebollo-. En segundo lugar la responsabilidad es de la
Administración, en un doble sentido. Por un lado a través de estos agentes de
la policía local, que si llevaran a cabo selectivamente una serie de llamadas
a los padres durante el fin de semana yo creo que podrían ayudar bastante,
aunque sea una medida muy impopular. Periódicamente también deberían existir
inspecciones en los locales donde se venden las bebidas. En estos
establecimientos no se preocupan mucho, al revés, ponen como reclamo, yo lo he
visto en supermercados, torres de botellas con precios especiales 'fin de
semana'. Ellos hacen negocio y el resto no les importa. También hay que tener
en cuenta las discotecas de tarde, a las que va la gente muy joven. A mí me
consta que en muchos sitios de estos se están vendiendo bebidas alcohólicas a
menores de edad. El resultado de estas inspecciones iría a la Delegación del
Gobierno y la Delegación del Gobierno es la que debería tomar las medidas
oportunas".
¿Y qué va a pasar con estos jóvenes en el futuro? ¿Qué nos vamos a encontrar
dentro de unos años? La desinformación también es un problema. La mitad de los
jóvenes entre 14 y 18 años opinan que tomarse un par de copas cada día no
supone problema. Ni tampoco tomarse cinco o seis combinados el fin de semana.
"Que más adelante estos críos puedan convertirse en alcohólicos no está
demostrado estadísticamente con suficiente firmeza, aunque no cabe duda de que
es posible que la costumbre de beber alcohol continúe. En muchos casos no
sucede esto, porque cuando llegan los chicos y las chicas a una cierta madurez
abandonan ese tipo de "cultura", pero luego tampoco nos podemos olvidar que el
consumo de alcohol es como una puerta abierta al consumo de otro tipo de
drogas. Está comprobado que, no siempre, pero en muchas ocasiones, el alcohol
es una puerta abierta hacia otro tipo de sustancias. El que se encuentra bajo
la influencia de la bebida tiene una disposición especial para aceptar en ese
momento otro tipo de droga, por ejemplo las pastillas y desde luego los
porros. Eso también es muy peligroso". ∆ |