JULIO 2008
El veraneo del PP
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Une más un gol de Villa
que cincuenta discursos apocalípticos de los de "agárrense que se
rompe España".
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De
acuerdo, lo admitimos. Reconocemos que el evento nacional más importante
de los últimos días de junio ha sido el esperadísimo Congreso del PP. De
modo que deberíamos poner al menos una nota sobre ello, puesto que de su
conclusión depende el futuro de España, ésa que es Una, Grande y Libre.
Sí, es importante hablar de ello, porque llevamos meses asistiendo a una
trifulca doméstica llevada a la plaza pública, una tremenda crisis
matrimonial que ha pasado de la carantoña fácil y la promesa de amor
eterno, al mordisco envenenado y los trapos sucios puestos a airear. Hay
que reconocer que recién cumplidas las elecciones fuimos siguiendo el
tema con cierta curiosidad, sobre todo por tener la posibilidad de
asistir a un fenómeno digno de un documental de la BBC: cómo una
criatura de partido transforma en un par de días su lealtad en
ferocidad. Apasionante.
Apasionante los primeros días, claro.
La verdad es que llegados a estas alturas de año lo que apetece es
sacudirse el gris, no ver más algunas sonrisas casposas, relajar el
gesto, poner la espalda al sol, sacar la ropa corta del armario, guardar
el paraguas, tomarse una caña en una terraza, caminar por la arena
después de un invierno largo y una primavera lluviosa e interminable,
que nos deja la necesidad imperiosa de un verano que nunca es todo lo
que promete, pero al menos da un respiro al personal. Y sobre todo,
sobre todo, necesidad de cambiar el rictus agrio por la sonrisa
relajada. El caso es que esto es una página de tema nacional, de modo
que deberíamos estar hablando del dichoso congreso, que es lo que toca.
Y sí, la verdad que habría que hacerlo, porque posiblemente se trate del
más importante de toda la historia del partido, llamado a consagrar la
ruptura o hacer callar definitivamente a las bocas díscolas. Nos tendría
que interesar, mayormente porque de ello depende que tengamos una
legislatura histérica, como la anterior, o que los señores sepan
comportarse y hagan su papel opositor sin que nos tenga que dar a todos
una úlcera de estómago. Sería importante, decíamos, si no fuese porque
justo en estas fechas medio país está en puertas de comenzar
oficialmente la locura vacacionil, esto es, de que suene el gong que da
inicio oficial al verano con la primera operación salida. Anda el
personal casi preparando las maletas, con un pie en la puerta, los
folletos en el bolso, el bronceador en la mano, la toalla, el ensayo
general del corte de manga –disimulado- a los compañeros y el jefe; la
avidez de chiringuito, reprimida once meses al año, la paella al sol, el
atasco de ida, el atasco de vuelta, los excesos gastronómicos, los
excesos etílicos, los excesos bancarios, en fin, cuando todo eso es lo
que se huele en el aire, se cocina en los despachos y se cuchichea al
lado de la fotocopiadora, va el Partido Popular y organiza su congreso.
A quién se le ocurre, por dios, cuando es claramente momento de atender
la Eurocopa, verdadero catalizador de la unidad nacional. ¿Quieren ver
cómo anda la temperatura patriótica? Vayan al fútbol, hombre, y dejen de
darse puñaladas un ratito. Verán que la gente sabe vestir los colores
con orgullo y con apasionamiento, sin divisiones, sin polémicas.
Españoles todos, señores. Une más un gol de Villa que cincuenta
discursos apocalípticos de los de "agárrense que se rompe España". Todo
está en orden, relájense, tómense una caña y pongan la cara al sol, en
el sentido literal, no perverso, de la expresión. Comprueben que la
gente anda haciendo proyectos, llamando a los amigos, secándose de tanta
lluvia, disfrutando del fútbol, pensando en las olimpiadas, preparándose
para el Tour, preocupados por la salud de ese loco de José Tomás,
incluso pendientes del enésimo desenlace de Operación Triunfo, en
definitiva, distrayéndose un poco de las noticias de crisis, subidas
eléctricas, huelgas, euríbor y demás. Distrayéndose de ustedes. Echen un
vistazo al país, señores, y vean que la vida sigue y que todos
necesitamos desconectar un poquito, despreocuparnos, descrisparnos,
desintoxicarnos. Hay vida más allá del PP.
Que lo sepan por si les interesa.
Y si no les interesa, al menos dejen de incordiar. Sería de agradecer.
/ CF |