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La Hora Violeta

Mientras tanto, la prensa insiste en mencionar el origen de quienes cometen delitos, como advirtiendo de la inseguridad (falsa) en la que nos ha sumido la inmigración.

ENERO 2007

La Hora Violeta
Inmigrantes de bajo coste

POR ISABEL MENENDEZ

Si saliéramos a la calle y le preguntáramos a la gente cuál es el perfil del inmigrante que llega a nuestro país, probablemente la mayoría respondería que se trata de personas procedentes de África subsahariana, aunque seguro también conocen que llegan muchas personas del otro lado del Atlántico y también del este de Europa. Además de ese consenso sobre su origen, es probable que consideren que casi todos los individuos que llegan a España lo hagan de forma ilegal, a bordo de cayucos o pateras, sin papeles ni contratos de trabajo. Así, el retrato de la persona inmigrante que comparte la mayoría de la población española es el de alguien de piel negra, que no habla español, de sexo masculino y cuya forma de llegar es irregular y peligrosa.
Es cierto que se trata de un tipo de inmigración que existe en España, ligada a condiciones de vida de extrema necesidad y por tanto a un problema de subsistencia, razón que explica el alto riesgo que corren estas personas y también la enorme inversión de recursos invertidos en sus lugares de origen, con créditos que asfixian a toda la familia y con la intervención de mafias que explotan la carestía y la hambruna. Todo ello es compensado por la posibilidad de alcanzar el sueño europeo, un sueño al que algunos no llegarán nunca pues muchos caerán en el camino, en desiertos y océanos; un sueño privado de todos los oropeles que algunos esperan encontrar en el primer mundo. No obstante, esta inmigración constituye un ínfimo tanto por ciento del total de personas inmigrantes que llegan a España. Lo que ocurre es que se trata de un perfil en el que han insistido los medios de comunicación y algunos grupos políticos, a quienes les interesa mantener una perspectiva de la inmigración en clave de conflicto. En efecto, además de estas personas que cruzan el Estrecho de Gibraltar o que arriban a las costas canarias, las otras personas inmigrantes que retratan los medios son únicamente las prostitutas que a veces aparecen en la prensa porque han sido víctimas de mafias de tráfico de personas o las inmigrantes que han aceptado matrimonios de conveniencia. Otro retrato, en suma, conflictivo y que aparece desligado de ningún itinerario vital autónomo.
Sin embargo, de forma simultánea a esta realidad, existe otro tipo de inmigración vinculada a proyectos personales aunque con el mismo origen: la necesidad económica. Estos otros inmigrantes, los que casi nunca aparecen en la prensa, llegan a España en avión y con visados y pasaportes legales, algunos con permisos de trabajo. Se trata de otra inmigración, no conflictiva, que vienen a cubrir empleos de baja cualificación y menor remuneración que la ciudadanía española ya no quiere asumir. Estos inmigrantes son casi siempre mujeres y la mayoría de las veces proceden de países de Hispanoamérica, mujeres que trabajarán en el servicio doméstico o en la hostelería y que dejan atrás su familia, casi siempre hijos e hijas de corta edad a quienes tardarán mucho tiempo en volver a ver y a quienes harán llegar ese pequeño sueldo que reciben en España a cambio de pocos derechos laborales y ningún reconocimiento social. Mientras tanto, la prensa insiste en mencionar el origen de quienes cometen delitos, como advirtiendo de la inseguridad (falsa) en la que nos ha sumido la inmigración. Estas mujeres, por su parte, ahorrarán durante mucho tiempo, casi siempre durante varios años, los euros necesarios para comprar un pasaje de avión que les permita visitar a sus seres queridos. Muchas de estas mujeres (y también hombres) que han pagado sus billetes de avión a plazos mensuales, reciben las bofetadas de una empresa que les ha estafado. La anulación de la licencia de la compañía Air Madrid, una organización que claramente ha privilegiado el rendimiento económico a la seguridad, comodidad y calidad de sus servicios, nos ha revelado esa otra realidad negada desde los medios: la mayoría de pasajeros abandonados en los aeropuertos eran, precisamente, esos inmigrantes que han llegado a España sin conflicto, buscando un legítimo deseo de prosperidad. Una vez más son los que menos tienen los más perjudicados. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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