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ENERO 2006
HIJOS DE LAS ESTRELLAS
S omos hijos de las
Estrellas. Nacidos de la Luz y del Fuego. Caminantes del Espacio Cósmico,
buscadores eternos de un Fin que nos ayude a comprender el Origen.
Somos la consecuencia de un Experimento realizado por una poderosa Mente,
herederos de un Sueño que parece imposible si se evalúa desde el tiempo
finito y limitado, pero que ya es una realidad si se contempla desde el
no-tiempo, donde Origen y Fin son Uno, donde nada es imposible porque todo
está revestido del Poder de la Mente Creadora, Poder que no contempla
limitaciones ni adversarios.
Somos hijos de las Estrellas. Llevamos en nuestro interior el polvo cósmico
que contiene la Esencia de lo infinito, de la inmortalidad, porque sólo es
mortal lo que está prisionero del tiempo, pero no lo que se mueve libre en
el Espacio.
Y para la Mente diseñadora del Experimento sólo existe Espacio, sólo existen
dimensiones, siendo el tiempo la consecuencia de abrir y cerrar una
experiencia en el Espacio, pero nada más.
Las Estrellas nos crearon y nos cuidan, nos diseñaron y nos conducen hacia
el punto de encuentro con nuestra Verdad, para que en algún lugar del
Espacio, en un tiempo sin tiempo, podamos recordar nuestro Origen y abrir
así el poder que subyace en nuestro interior, el reconocimiento de nuestra
realidad como criaturas cósmicas que están cursando estudios temporales en
un lugar del Espacio llamado Tierra.
Mirar hacia las Estrellas y soñar con nuestro regreso, no sólo es una
consecuencia del despertar de nuestra consciencia, sino que es una necesidad
vital que nos mantiene realmente vivos, realmente despiertos, valorando en
su justa medida nuestro aprendizaje en la academia Tierra, pero no
considerándolo como un todo, como lo único, como el principio y fin de
nuestra existencia, porque tan sólo es un paréntesis en el largo caminar a
través del Espacio, a través del Sueño del Creador, del Uno.
En la medida en que nos sintamos cósmicos, parte de las Estrellas,
comprenderemos mejor y resolveremos con más eficacia las pruebas que el
aprendizaje en la academia Tierra pone en nuestro camino. Asimilaremos las
enseñanzas como verdaderos discípulos que sólo aspiran a crecer y
desarrollar su mente, a seguir las pautas trazadas por el Soñador, a
recorrer los senderos de ese vasto Espacio Cósmico lleno de sorpresas, de
misterios, de vida, de belleza.
Los problemas, las cadenas con las que la materia aprisiona a las criaturas,
son una consecuencia de considerar esta porción de existencia como un todo,
de vivir en el apego a lo que nuestros limitados sentidos nos ofrecen, sin
considerar que existe mucho más, infinitas moradas con infinitas
posibilidades para todos.
Las Estrellas nos dotaron con la capacidad, con el poder, de soñar, de
imaginar, de visualizar, y forjar así nuestro camino en el infinito Espacio.
Somos libres por diseño original, no tenemos que conquistar nuestra
libertad, sino usarla desde el equilibrio y la lógica que la mente nos
dicta.
Precisamente por eso, la carrera absurda del hombre, en su creencia de vivir
en un Espacio y un tiempo cerrados, es tras el poder y la libertad. Pero si
los persigue es porque los conoce, y los conoce porque ya los posee en su
interior.
Sólo tiene que cambiar el sentido de su búsqueda, de su afán, que no
consiste en poseer más y más, sino en liberarse de todo lo que limita, en
desprenderse de lo que encadena.
Somos hijos de las Estrellas. No podemos evitarlo aunque insistamos en
ignorarlo, en olvidarlo.
El hombre, desde que esta humanidad existe, ha dirigido siempre su mirada
hacia las Estrellas. Ha dejado testimonios de su búsqueda y también de su
"encuentro" con sus hermanos cósmicos, guardianes del Experimento,
protectores de sus hermanos menores, vigilantes eternos de la evolución del
Experimento.
Y ahora, cuando el tiempo de aprendizaje en esta academia Tierra toca a su
fin, la sensación y la necesidad del regreso, de la reincorporación al
Espacio original, donde el tiempo desaparece en el no-tiempo, se hace día a
día más apremiante.
Las Estrellas nos reclaman. Todo hombre sabe en su interior que esa llamada
existe. El Origen y el Fin han cerrado su círculo.
Pero también somos libres para atender o no la llamada, para creer o no que
esa voz que nos reclama parte de las Estrellas. ∆ |
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