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AGOSTO 2006

Nuevo destino

ROSA REGAS
-Directora de la Biblioteca Nacional y escritora-

Rosa Regàs

 

"La oposición es absolutamente necesaria. Tiene que ser inteligente porque debe justificar la crítica desde el bien común, no desde su propia ideología"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"Intento ser comprometida, luchar por un mundo mejor y denunciar las cosas que me parecen mal. Cuando me nombraron Directora de la Biblioteca Nacional nadie me dijo que me tenía que callar"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"La lectura nos convierte en creadores y desarrolla nuestras capacidades mentales, como la imaginación, la fantasía, la inteligencia o la capacidad de comparar"

Texto: Marta Iglesias
Foto:  J. M. López

Siempre ha sido el timonel de su vida, y el capitán de su barco. En una época donde las mujeres estaban abocadas a ser amas de casa, se matriculó en Filosofía tras casarse y tener varios hijos. Las velas de su embarcación, ansiosas de libertad, le condujeron a trabajar en la editorial Seix Barral. Y orientándose por las estrellas, fue traductora en la ONU. No contenta con leer, editar y traducir, a los 55 años publica su primera novela. Con la segunda gana el premio Nadal. Hoy ha recalado en el puerto de la Biblioteca Nacional, pero quién sabe dónde terminará el viaje de esta aventurera cuyo rumbo siempre ha estado marcado por los libros y la cultura.

Pasión. Esa es su mayor virtud y su mayor defecto. Sobre todo si va acompañada de una sinceridad brutal. Casi todas las anécdotas que Rosa cuenta dejan entrever su carácter apasionado. Una de las últimas tuvo lugar en la feria LeerLeón, donde le presentaron a un directivo de la Fundación Príncipe de Asturias. Sin mediar ningún preliminar, la escritora se quejó de que no daban premios a las mujeres. El directivo se excusó diciendo que había pocas candidatas y la Directora de la Biblioteca Nacional le propuso algo: "No te preocupes, me llamas a mí y te envío veintisiete para cada uno de los galardones". Así es Rosa Regàs: ante un problema, una solución. No existen obstáculos insalvables, ni sueños difíciles de cumplir.

-Desde su puesto como Directora de la Biblioteca Nacional, ¿cuáles consideraría los avances más importantes conseguidos por este Gobierno?
-La Ley de Educación me parece un cambio importante, aunque yo la habría llevado un poquito más lejos. También la manera de entender la cultura, y la implicación del Gobierno en asuntos que pueden ser más participativos, como las ferias y los congresos, a los que se les ha dado mucho auge. Desde luego yo he tenido en la Biblioteca Nacional toda la ayuda que he necesitado por parte de la Ministra de Cultura, y por tanto por parte del Gobierno. Seguramente sin su apoyo no hubieran sido posibles todos los cambios que han tenido lugar en la Biblioteca Nacional.

-Das una imagen de cultura implicada, participativa y activa, muy alejada de los que transmiten que la cultura es algo aburrido y que no está al alcance de todos...
-Yo siempre he sido así. Soy una persona que intento ser comprometida, que intento luchar por un mundo mejor, que intento denunciar las cosas que me parecen mal. Cuando me nombraron Directora de la Biblioteca Nacional nadie me dijo que me tenía que callar. Si me lo hubieran dicho, a lo mejor me lo habría pensado porque mi manera de ser es de aportar mi voz a los que no tienen voz. No es más que eso. Cuando yo apenas tenía voz, me sumaba a la voz de otra persona. Ahora tengo voz y si tengo que defender a las mujeres maltratadas, o a los hombres que están manipulados por sus ex-mujeres, lo hago. Y si tengo que prestar mi voz para defender África, para los países que están hundidos por el peso de la deuda, lo hago. Lo cual no quiere decir que esto me quite un minuto de mi trabajo.

-Durante muchos años Rosa Regàs dedicó sus fuerzas a combatir la represión de la derecha. ¿En qué centras ahora ese aspecto luchador que te caracteriza?
-Intento que mi trabajo sea lo más eficaz posible, que no es fácil. Hay mucha gente en la Biblioteca Nacional y no todo el mundo es leal, hay muchas personas que manipulan lo que está ocurriendo en la Biblioteca y lo pasan a los periódicos de derechas.

-¿Cuáles consideras tus grandes aportes a la Biblioteca Nacional?
-Es la primera vez en muchísimos años que se ha intentado mejorar la relación de puestos de trabajo. Gracias a ello, los trabajadores de los escalafones más bajos -que llevaban más de diez años sin moverse- pueden ascender, porque hemos procurado que la gente pueda promocionarse, hemos dado facilidades en el trabajo. Por otra parte he tratado de fomentar la investigación y el conocimiento de lo que hay en la Biblioteca a través de unos actos culturales, además de ir arreglando pequeñas cosas. Digamos que lo mío no es una revolución, sino el ir mejorando las cosas poco a poco. Desde el punto de vista externo he logrado que la entrada a la Biblioteca sea más agradable para que incite a entrar, que la gente la conozca más, que se ilumine, que esté el jardín más arreglado. Pero lo más importante es que se conozca el patrimonio que tenemos y por eso hemos hecho jornadas de puertas abiertas. Hemos fomentado la investigación, la lectura y la llegada de más lectores, aunque sea desde su casa. Tenemos una página web que a lo mejor nos quitará gente, pero no nos importa. Lo importante es que la gente pueda acceder a nuestros fondos.

-¿Qué puede aportar la lectura a la cultura, más allá del disfrute que se experimenta ante un libro?
-La lectura, independientemente del inmenso placer que proporciona y que es diferente al que puede dar la compra de un objeto o la posesión del mismo, nos convierte en creadores, y eso es lo que nos da plenitud. La persona que lee aporta su experiencia a lo que está leyendo, le pone cara a los personajes y su pensamiento va trabajando. Esto supone un placer, pero tan importante como el placer es que la lectura desarrolla nuestras capacidades mentales, la imaginación, la fantasía, la inteligencia, la capacidad de comparar, las emociones... todo esto se pone en marcha cuando leemos. Evidentemente nos cansamos porque la lectura es un placer activo, no pasivo. Pero sucede lo mismo que cuando hacemos ejercicio: si no hacemos ejercicio, al cabo de seis meses no podemos caminar. Si no hacemos ejercicio mental al cabo de seis meses somos un encefalograma plano.

-La literatura ha tenido su momento álgido de protagonismo cuando el Premio Planeta sacó a relucir el descontento de algunos autores por la falta de calidad en las novelas. ¿Expresaban la opinión mayoritaria que hay en los círculos literarios? ¿Esto señala una revolución pendiente en el mundo de la literatura?
-No. Hay que creer en algo muy distinto de lo que tenemos para montar una revolución y no veo a ningún literato que desee algo muy diferente. La literatura tiene su propio camino y cada cual la desarrolla como quiere. Los literatos son personas extraordinariamente individualistas, que raras veces se reúnen en grupos, a no ser en torno a una editorial o un grupo económico. Las críticas de algunos autores no tienen mayor importancia.

-Recientemente ha prologado el libro "La Derecha Furiosa". ¿Qué sentido ha de tener una oposición, sea en política, en cultura, en ciencia?
-La oposición es absolutamente necesaria y tiene que ser crítica, inteligente y racional. Lo que no puede es estar insultando y descalificando día a día. Una oposición inteligente es la oposición que hace crítica, que marca al Gobierno porque así tiene que ser; que es leal al Gobierno, que no va por el mundo convirtiendo en catástrofes lo que ocurre en un país. Y sobre todo tiene que ser inteligente porque tiene que justificar la crítica, no desde su propia ideología, sino desde el bien común. Y eso es lo que no hemos visto en los dos últimos años.

-Hablaba en el libro de derecha y derecha extrema. ¿Dónde diría que termina una y empieza otra?
-Pues la verdad es que no lo sé, no soy experta en eso. Pero sí reconozco que la derecha defiende una determinada economía, cree que con esta economía se mejora a la gente, tiene una idea de la educación y de la cultura distinta a la de la izquierda. La extrema derecha no tiene ninguna idea sobre nada, lo único que quiere es imponer su voluntad, no escuchar a nadie. No tiene respeto a la libertad, no tiene respeto absolutamente a nada. Es muy distinto. Yo no soy de derechas pero soy consciente de que todos los países necesitan una derecha, y cuanto más inteligente sea la derecha mejor para el país y la izquierda que gobierne en un determinado momento. Porque todo gobierno necesita saber que hay alguien que está viendo dónde están sus fallos. Y aunque no lo reconozcan muchos políticos, esto ayuda muchísimo. Uno mismo no acaba de ver su propia manera de actuar, pero si hay alguien que te está marcando, sin duda mejora el país. ∆

   

   
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