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Las películas con protagonistas femeninas, sobre la vida cotidiana o dirigidas por mujeres, se catalogan desde la crítica como "femeninas" y desde ese momento, es frecuente que dejen de interesar al público general para convertirse en filmes de culto o alternativos.

NOVIEMBRE 2005


PRINCESAS DE CELULOIDE
POR ISABEL MENENDEZ

Escribía en mi último artículo sobre el placer de la mirada, recordando las teorías que han puesto de manifiesto que el cine hegemónico se construye a partir de una perspectiva androcéntrica, es decir, asumiendo (aunque sea de forma inconsciente) que lo masculino es la norma. Y también les contaba que, en ocasiones, mujeres y hombres que se dedican a eso del cine (sobre todo las primeras) eran capaces de escapar de esa forma de mirar que nos han enseñado a todos y todas y que, por ello, es tan difícil de (de)construir.
Esa es la razón de que, en ocasiones, se hable del "cine de mujeres". Es, a priori, una etiqueta que deberíamos rechazar ya que, si nos fijamos, consolida la idea de que la norma es masculina, convirtiendo lo femenino en excepción. Pero la realidad es que cuando surgen discursos distintos, ya sea en el cine, en la literatura o en cualquier otro soporte de cultura popular, rápidamente se le aplica la etiqueta, con lo que conlleva de desvalorización. En efecto, las películas con protagonistas femeninas, sobre la vida cotidiana o dirigidas por mujeres, se catalogan desde la crítica como "femeninas" y desde ese momento, es frecuente que dejen de interesar al público general para convertirse en filmes de culto o alternativos. Por eso es importante que también los varones se incorporen a la perspectiva no androcéntrica. Y ésa es la razón de que nos sorprendan, nos interesen y nos emocionen algunas películas dirigidas por ellos, que de forma consciente o inconsciente, contribuyen a ese arduo trabajo que es la igualdad entre sexos.
Las películas de las que hablo no sólo dejan de utilizar a las mujeres como objeto sexual sino que demuestran interés por espacios y tiempos que, al ser tradicionalmente femeninos, no han aparecido en la mayoría de textos literarios o cinematográficos. Es lo que sucedía en "Havana Blues", que retrataba momentos de la vida que tienen que ver con las mujeres, ya que están relacionados con los espacios que la socialización diferencial les ha reservado. Así, vemos allí la relación de dos amigos, varones, cuya complicidad incluye que uno de ellos haga de canguro de las criaturas del otro (situación muy poco frecuente en el cine, quizá también en la vida), y los quiera como si fueran parte de su familia, tal y como suelen hacer las mujeres.
Esta solidaridad también aparece en otra película reciente, que comparte las virtudes de las que vengo hablando. Se trata de la última obra de Fernando León de Aranoa, "Princesas". La película protagonizada por Candela Peña y Micaela Nevárez, dos mujeres, hubiera sido, casi seguro un filme "de mujeres" (y por tanto peor estimado) si la hubiera dirigido una tercera fémina. Pero la ha dirigido un varón, lo que ayuda a demostrar que algunos problemas despreciados por femeninos, son de todos y todas. Entre esos problemas está la prostitución, un tema delicado y sobre el que existen opiniones enfrentadas. Fernando León, elige un discurso posmoderno, pues no juzga en su película. En ningún momento dice si está bien o está mal la actividad a la que se dedican sus dos princesas. Se limita a poner el conflicto ante la audiencia, que será quien deba tomar partido si así lo desea, es decir, si el cine logra mover las conciencias, una de sus potencialidades.
"Princesas" vuelve a echar la vista sobre un escenario y unas vidas que, por femeninas, no han interesado al discurso mayoritario (o han sido retratadas de forma sexista). Y lo hace sin concesiones, en un relato duro y desgarrador que logra conmover a quienes están en las butacas. Construida a partir de esos mensajes que reciben las niñas que luego querrán ser princesas, habla esta película de prostitución, pero sobre todo habla de amistad (y también de rivalidad), de solidaridad y de inmigración. Y, aunque Fernando León no juzga, sí parece que ha tomado partido. Una frase de la prostituta Caye dice mucho más que lo que contienen las propias palabras: "si hay otra vida y es como ésta, yo no quiero vivirla". No se la pierdan. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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