FEBRERO 2005
PLAGAS,
la invasión de los
insectos
Ya no se publican noticias sobre la plaga de langostas que asoló
África durante este año, llegando hasta Canarias. No significa nada.
Tampoco llegó hasta nuestros oídos que también hubo otra plaga de
langostas en Nicaragua, que las hormigas locas amarillas han invadido el
norte de Australia o una plaga de áfidos dañaron en cinco meses 720
hectáreas de bosque nativo de Chile. Aunque no suponen un excesivo
aumento de plagas con respecto a otros años, ponen en evidencia cambios
climáticos que se están produciendo y la actuación humana en todo ello.
Texto: Marta Iglesias / Fotos: El Día
E n mayo de 2004
llegaba a los periódicos españoles la noticia de una posible plaga de
langostas en África. Lo que no conocíamos es que ya en enero de 2003
comenzaron los primeros avisos y que desde octubre de ese año las
fumigaciones eran frecuentes. La falta de medios locales y la desidia
internacional fueron cómplices de un clima que favoreció la procreación
de las langostas hasta convertirlas en una plaga fatal para los cultivos
africanos. Lo que luego pudimos ver en la isla de Fuerteventura fueron
simplemente ejemplares tan adultos y cansados que no causaron apenas
estragos. Sin embargo la imagen quedó en nuestras retinas.
A día de hoy nos encontramos con que desde octubre de 2003 los países
afectados por estos insectos se han gastado más de 45 millones de
dólares para controlarlos. Y los daños son tan grandes que África
necesitará este año más comida de la prevista. De hecho en Mauritania
las langostas han devorado el 80% de los cultivos de cereales. Un mal de
proporciones tan grandes que no podrán evaluarse hasta que termine el
problema. Pero si queremos tomar una referencia, señalaremos que para
erradicar la última plaga de langostas del desierto -que tuvo lugar
entre 1987 y 1989-, hicieron falta varios años y más de 300 millones de
dólares.
Pero, ¿a qué se debe esta plaga devastadora? Para Pedro Hernández
Crespo, científico titular del CSIC, "El motivo no se sabe exactamente,
pero se conocen los factores que favorecen la reproducción de langostas.
Tiene que haber un período seco y luego llover -pero no de manera
torrencial-, lo que favorece la eclosión de huevos. Entonces salen
muchos insectos y comienza la gregarización. Si no se controla la
langosta y al año siguiente se dan las mismas condiciones climáticas,
tendremos una plaga". Como una plaga de este tipo sucede cada siete o
diez años en África los científicos han intentado determinar si era algo
cíclico. A la conclusión que llegaron es que se debía a la falta de
esfuerzos para controlar las langostas. La clave para su control es
precisamente actuar antes de que cambien su comportamiento, algo
característico de este insecto. La langosta vive a su aire hasta que hay
muchas a su alrededor, entonces es cuando cambia su comportamiento
volviéndose gregaria. Los insectos en lugar de estar separados tienden a
estar más juntos. "Las plagas de langosta están asociadas a condiciones
favorables, no a regularidad de clima. Es simplemente que se deja de
controlarlas. El tratamiento preventivo es lo que consigue que no haya
plagas", concluye el científico del CSIC. De hecho en España hay
langosta marroquí en La Serena, que no se convierte en plaga porque cada
año el Servicio de Protección de los Vegetales trata la zona para que
los animales no se gregaricen.
Los insectos colonizan más terreno
Pero aunque no se sepa a ciencia cierta qué produce tantas langostas, sí
se conoce cuáles son las circunstancias que facilitan la reproducción y
el crecimiento de los insectos: por un lado un clima seco y con altas
temperaturas, sumado a la abundancia de comida en la zona del insecto y
a la ausencia de organismos que perjudiquen a la plaga o la presencia de
otros que la beneficien. De modo que si hace un tiempo favorable, hay
comida y no hay depredadores a la vista... la población se desborda. En
todo ello el clima es fundamental y salta a la vista que éste está
cambiando justo hacia los parámetros que benefician a los insectos:
hacia un incremento de las temperaturas. Ya en 1995 un reportaje del
semanario Tiempo indicaba siete plagas que amenazaban a nuestro país en
un futuro próximo, y entre ellas se indicaba la invasión de plagas
africanas: "El aumento de las temperaturas y el avance del desierto
hacia el norte traerá consigo la llegada de plagas, como la langosta
africana, que encontrará en España las condiciones que se dan en su
hábitat natural". De momento el viento las ha llevado a Canarias, pero
no se descarta que próximamente este tipo de plagas se den en la
península. De hecho en 1954 llegaron a Reino Unido y no era precisamente
su clima ideal. El semanario completaba su lista de plagas debidas al
cambio climático indicando el incremento del nivel del mar, cambios en
las lluvias aumentando las gotas frías, sequía, nuevas estaciones,
avance del desierto y aumento de temperatura. En aquel año se suponía
que subiría dos grados, sin embargo en 2001 los mil expertos que
publicaron el Panel Intergubernamental del Cambio Climático indicaron
que el incremento sería de casi seis grados en el siglo XXI. Lo que en
1995 era una visión catastrofista, hoy parece una ingenuidad infantil.
De hecho ya está constatado que la temperatura del planeta aumentó
durante el siglo XX 0,6 grados centígrados y sólo con este incremento en
los Alpes ciertas especies vegetales emigran hacia las cumbres entre uno
y cuatro metros cada década. Ángeles Vázquez, profesora titular de
Entomología en la Universidad Complutense de Madrid, sostiene que "con
el medio grado que ha subido la temperatura, algunas especies de
insectos típicamente mediterráneas que viven exclusivamente en la costa
se están introduciendo en zonas más centroeuropeas. Entre ellas se
cuentan algunas especies de jejenes.
Aparentemente no hay más plagas que hace
décadas, pero los insectos colonizan nuevos territorios gracias al
incremento de las temperaturas. |
Más que incremento de insectos, lo
que está sucediendo es que se está favoreciendo la presencia de algunas
plagas en zonas donde antes no habían llegado". Sin embargo la
entomóloga se queja de la falta de datos que tenemos: "Sin duda es
posible que si nuestras temperaturas siguen subiendo se favorecerá la
entrada de plagas africanas, por ejemplo, pero probablemente no nos
enteremos porque tenemos poca información sobre insectos. No hay
proyectos financiados y meterse en taxonomía requiere mucho tiempo, con
lo cual hay muchísimas especies que desconocemos". Ella apunta a que no
sólo el cambio climático afecta a la propagación de plagas; los
movimientos de gentes y también de productos ayudan a que se extiendan
por todo el planeta. Y ahí tenemos dos ejemplos: los inmigrantes que
recibe nuestro país están fomentando los parasitismos, como las microtenias que prácticamente estaban desaparecidas en España. En otro
ámbito de cosas, los cítricos de Valencia están afectados en tal medida
por la mosca azul que EEUU no autoriza a que ninguna de estas frutas
entren dentro de su territorio, para evitar que la plaga se propague
entre sus propios frutales. Igual que la temperatura se incrementa poco
a poco, a ese mismo ritmo las especies suben más al norte, y las
enfermedades tropicales -transmitidas por insectos- se propagan más.
Aparentemente no hay más plagas que hace décadas, pero los insectos
colonizan nuevos territorios gracias al incremento de las temperaturas.
Baste un dato que aporta Ángeles Vázquez: "En el mundo están menos
controladas las enfermedades parasitarias tropicales que en el año 64. Y
esa falta de control está directamente asociada a la falta de control
sobre los insectos que transmiten esas enfermedades, con lo cual no
podemos decir que estamos en una situación mejor frente a las plagas. En
los países de desarrollo tenemos medicación para cuidar a la gente, pero
a nivel mundial estamos en retroceso y eso sin duda alguna se debe a ese
abandono que tenemos el Primer mundo del Tercer mundo. Fíjate que hay
empresas farmacéuticas que dejan de fabricar productos contra
enfermedades que solamente se dan en países pobres porque no les pagan
los productos. Prefieren hacer una crema para el pelo que emplear el
tiempo en elaborar un producto insecticida que luego no les van a pagar,
por ejemplo. O un medicamento para la enfermedad del sueño, que no se da
más que en países con un nivel de vida muy bajo y no van a poder
cobrarlo. Incluso a veces algunos laboratorios tienen productos
relativamente económicos para algunas plagas y dejan de fabricarlos para
hacer otros más caros, de difícil accesibilidad para los países del
tercer mundo". Sin duda la temperatura sigue elevándose y ya casi ningún
científico se atreve a desmentir que esto se debe a la acción del hombre
sobre el planeta. Pero si a los efectos -que de momento son a pequeña
escala- tampoco ponemos freno, es posible que la tierra se convierta en
un futuro infierno. Y no habrá nadie más a quien señalar que el propio
hombre. ∆ |