| |
Foto: M. Couto
|
DICIEMBRE 2005
ALIANZA DE CIVILIZACIONES
El camino
La "Alianza de Civilizaciones" se está
convirtiendo en estos momentos en la idea más esperanzadora, valiente y
arriesgada de cuantas circulan en la escena internacional. No cuenta con
el apoyo de los grandes, EEUU y Reino Unido, que se han pronunciado
tímidamente, pero sí ha recibido el compromiso y la adhesión de un
nutrido grupo de países de los cinco continentes, decididos a cerrar la
brecha existente entre la sociedad islámica y occidental.
En un momento tan convulso como el que estamos viviendo, donde los
actuales modelos de convivencia no responden a las necesidades de una
sociedad cada vez más plural, más mestiza y que exige sus derechos,
urgen nuevas iniciativas.
Texto: Mariló Hidalgo
L a Alianza de
Civilizaciones nació como un proyecto abierto a la participación de
todos, en la Asamblea General de Naciones Unidas el 21 de septiembre de
2004. "Como representante de un país creado y enriquecido por culturas
diversas -decía el presidente Rodríguez Zapatero, propulsor de este
proyecto-, quiero proponer ante esta Asamblea una Alianza de
Civilizaciones entre el mundo occidental y el mundo árabe y musulmán.
Cayó un muro. Debemos evitar ahora que el odio y la incomprensión
levanten otro. España somete al Secretario General, cuya labor al frente
de la Organización apoya con firmeza, la posibilidad de constituir un
Grupo de Alto Nivel para llevar a cabo esta iniciativa".
Aquellas palabras levantaron más odios que pasiones y pronto surgieron
airadas críticas especialmente por parte de la oposición de nuestro
país, que ridiculizó la iniciativa. A pesar de ello fueron muchos los
países que se interesaron por aquella idea y quisieron conocerla a
fondo. Aquello sonaba bien, empleaba otro lenguaje y sobre todo, era
toda una alternativa al tan manido "choque de civilizaciones" con el que
nos venían amenazando hacía tiempo. En el verano de 2005 la Alianza de
Civilizaciones ya contaba con el apoyo del Secretario General de
Naciones Unidas, Kofi Annan, que hizo suya la iniciativa y tomó así el
relevo a Zapatero.
Pero vayamos por partes, ¿en qué consistía esa Alianza de
Civilizaciones? Habían pasado varios meses de la presentación en
sociedad del proyecto ante Naciones Unidas y ya contaba con muchos
apoyos cuando Rodríguez Zapatero habló ante los representantes de la
Liga Árabe en Argel: "El sentido de nuestra propuesta no es, en sí
mismo, del todo novedoso", reconoció el presidente. "La necesidad de
tender puentes de entendimiento entre las diversas culturas de nuestro
planeta está presente ya en cierto número de iniciativas que, frente a
las peligrosas profecías sobre un inevitable 'choque de civilizaciones',
abogan, de una u otra forma, por un diálogo constructivo entre
civilizaciones, pueblos, culturas y religiones... Queremos en suma,
abrir canales de comunicación y vías prácticas de cooperación entre los
pueblos del mundo, de manera que la diversidad no sea percibida como una
amenaza, sino como un potencial inmensamente enriquecedor".
En
el verano de 2005 la Alianza de Civilizaciones ya contaba
con el apoyo del Secretario General de Naciones Unidas, Kofi
Annan, que hizo suya la iniciativa y tomó así el relevo a
Zapatero. |
La idea fue muy bien
recibida por Turquía y su primer ministro, Tayyip Erdogán que se
convirtió en copatrocinador de esta Alianza, junto a Zapatero.
Posteriormente mostraron su apoyo la citada Liga Árabe, la Organización
de la Conferencia Islámica y un nutrido grupo de países: Albania,
Argentina, Costa Rica, Indochina, Polonia, Senegal, Tailandia, México,
Sudáfrica, Brasil y un largo etcétera. Incluso la dictadura china.
"Pretendemos -explicaba el presidente- centrarnos en la formación de un
amplio consenso internacional en torno a un proyecto de acciones
concretas. Perseguimos un objetivo compartido, superar el desencuentro
entre el mundo occidental y el islámico, tomando para ello la iniciativa
e incorporando en esta empresa a representantes de otras
civilizaciones". El Secretario de la ONU, Kofi Annan fue el encargado de
elegir entre personalidades internacionales, a un Grupo de Alto Nivel
(GAN) que tendría un doble cometido. Por un lado estudiar las causas que
habían generado esta fractura internacional, y por otro elaborar medidas
concretas que sirvieran para aportar soluciones prácticas a esta
situación. Tras intensas consultas con expertos del ámbito intercultural
e interreligioso, Annan consiguió reunir a un grupo de dieciocho
personas que en un futuro podría ampliarse. Dentro de este GAN se
encuentran entre otros, el español Federico Mayor Zaragoza, ex-director
general de la UNESCO; el ex-presidente de Irán Mohamed Jatamí; el
arzobispo sudafricano y Premio Nobel de la Paz, Desmond Tutú y el
presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias. La
ONU ha intentado que estuvieran representados todos los continentes a
través de ex-jefes de Estado y Gobierno, así como personalidades del
mundo académico, religioso y político.
El
choque de civilizaciones fue alentado por distintos líderes
políticos que apoyaron al presidente norteamericano, como
Silvio Berlusconi o José María Aznar. |
¿Cuenta ya la Alianza de
Civilizaciones con una hoja de ruta? Sí. El primer encuentro tiene lugar
del 26 al 29 de noviembre en Mallorca (Baleares). A esta reunión le
seguirán tres más en Africa, Paquistán y Turquía que deberán tener lugar
antes de junio de 2006. El GAN deberá elaborar un informe con
recomendaciones que será entregado a Kofi Annan para que pueda presentar
un plan de acción con medidas concretas a finales de 2006.
Los preparativos para esa Alianza de Civilizaciones han comenzado.
Rodríguez Zapatero ha introducido en la escena política internacional un
nuevo lenguaje que parece tener una buena acogida. Con esta valiente
iniciativa, España se convierte en una especie de crisol de encuentros y
diálogos entre culturas, tradiciones y religiones.
En medio de este momento tan convulso y lleno de incertidumbre, la
Alianza de Civilizaciones parece ser el único camino posible. No será
tarea fácil. Hay mucho trabajo por hacer y exige como nunca el
compromiso de todos.
Foto: M. Couto |
Alianza frente a choque
Esta Alianza de Civilizaciones se enfrenta directamente a otra corriente
de pensamiento defendida por muchos hasta este momento que hablaba de un
inevitable "choque de civilizaciones" -que ya habría empezado-, para el
que tendríamos que prepararnos.
No se trata sólo de dos conceptos distintos sino de dos formas opuestas
de entender el mundo, de abordar la problemática actual y de diseñar
otra política basada en diferentes valores.
Aquel 11 de septiembre de 2001 cuando el centro financiero y político de
EEUU fue destruido por un ataque terrorista, la "esperanza del planeta",
el "paraíso" donde estaban vivos y garantizados los valores de ese
"nuevo mundo": libertad, democracia, justicia, igualdad... pareció
derrumbarse. A partir de ese momento el miedo y la vulnerabilidad se
instalaron en la población. Y dio comienzo una lucha sin cuartel contra
el terrorismo internacional donde todo parecía que estaba permitido.
¿Fue aquello un ataque a toda la civilización occidental, al mundo libre
como nos dijeron, o fue un ataque dirigido muy en concreto a una
superpotencia y a su política hegemónica e intervencionista? La primera
teoría fue la elegida por el presidente George W. Bush, a quien los
atentados del 11-S, por qué no decirlo, le vinieron como anillo al dedo
por varias razones. Una: le dio la posibilidad de poner en marcha una
cruzada contra el terrorismo islámico a nivel internacional, el enemigo
que le permitía situarse en el papel de salvador del mundo. A partir de
ahí, Dios y la política exterior de EEUU iban a estar íntimamente
ligadas. Y dos: gracias a ello podría relanzar la economía
estadounidense -armamentística principalmente- en grave crisis en
aquellos momentos. La base ideológica para fundamentar esta acción ya
había sido trazada años antes por un ideólogo neoconservador vinculado
al Pentágono, Samuel Huntington. Este profesor de Harvard había
publicado en 1993 un ensayo sobre el advenimiento de un choque de
civilizaciones. "La principal fuente de conflicto en un nuevo mundo
-auguraba-, no será fundamentalmente ideológica ni económica. El
carácter de las grandes divisiones de la humanidad como fuente de
conflicto, será cultural". Aquel 11-S el mundo volvía a dividirse en dos
como claramente lo expuso Bush cuando dijo: "O estáis con nosotros o
contra nosotros". A partir de ahí y amparándose en una guerra sin
cuartel contra el terrorismo, Bush ejecutó guerras y recortó libertades.
Los intelectuales críticos fueron perseguidos y acusados de
comportamiento antiamericano. Los ciudadanos empezaron a sentirse
atemorizados y buscaron protección y seguridad, aunque ello supusiera
perder parte de sus derechos y libertades. El terrorismo se convertía
así en la gran baza, el perfecto instrumento del miedo para someter al
pueblo. El islam y el terrorismo pasaron a ser compañeros de viaje. El
choque de civilizaciones no sólo estaba servido sino que también era
alentado por distintos líderes políticos que apoyaron al presidente
norteamericano. "No podemos poner en el mismo plano a todas las
civilizaciones", comentaba en una rueda de prensa Silvio Berlusconi.
"Hay que ser conscientes de nuestra supremacía, de la superioridad de la
civilización occidental. Occidente seguirá occidentalizando e
imponiéndose a los pueblos. Ya lo ha conseguido con el mundo comunista y
con una parte del mundo islámico". Tampoco tuvo nada que envidiar José
María Aznar, ya por aquel entonces ex-presidente, que en la Universidad
de Georgetown (Washington) decía que el problema de España con Al Qaeda
y el terrorismo islámico no tenía nada que ver con las decisiones que su
Gobierno había adoptado sino que había que retroceder al siglo VIII
cuando "España fue invadida por los moros, rechazó convertirse en una
pieza más del mundo islámico y comenzó una larga batalla para recuperar
su identidad. Este proceso de reconquista duraría más de ochocientos
años".
¿Fue el 11-S un
ataque a toda la civilización occidental, al mundo libre como nos
dijeron, o fue un ataque dirigido muy en concreto a una superpotencia y
a su política hegemónica e intervencionista?
José Manuel Lechado,
filólogo especializado en lengua árabe y cultura islámica, autor de "La
globalización del miedo"(Espejo de Tinta), advierte que "el Islam en
este momento, se ha convertido en el enemigo común necesario para
justificar el expansionismo militar occidental, y será sustituido en
cuanto surja un enemigo mejor, por ejemplo, China. Pese a la propaganda
y a las exageraciones de algunos medios de comunicación, el Islam -o más
bien, el islamismo- carece de verdadera fuerza. No es rival... Al Qaeda
es el enemigo común que la política expansionista estadounidense
necesitaba una vez acabado su rival soviético. ¿Cómo se podría
justificar sino ante la opinión pública estadounidense el mantenimiento,
incluso incremento, de un gasto militar de por sí desmedido, si no
hubiera nadie a quién enfrentarse? Al Qaeda no es otra cosa -concluye-
que una organización armada con un fin político. No un castigo de Dios,
ni una junta de demonios, ni tampoco una desmedida coalición de
conspiradores infiltrados en todas partes: sólo una banda de fanáticos,
con líderes inspirados y activistas decididos, pero también aquejada de
innumerables limitaciones".
Puede ser éste un buen argumento para la reflexión. Porque si no se
trata de un enfrentamiento cultural ni religioso sino político, ¿cuál
sería entonces el origen y hacia quién iría dirigido? ¿De dónde sale el
dinero? Lo que vamos conociendo hasta ahora de estos grupos por las
noticias que nos llegan, nos muestran a estudiantes universitarios, a
empresarios, a millonarios saudíes. No a gente de la calle desesperada y
sin recursos. Muchos estudiosos del tema coinciden en señalar que Al
Qaeda representa a una burguesía árabe emergente que emplea el
terrorismo para imponer su proyecto político. Hay que tener en cuenta
que estamos hablando de países -Emiratos Árabes, Kuwait, Irán, Arabia
Saudita, etc.- que están casi desde la Segunda Guerra Mundial sometidos
bajo un estricto control de EEUU. Un control que permite a sus
beneficiarios, una burguesía de élite, invertir en medio mundo, mover
sus riquezas a placer pero no desarrollar un proyecto político,
expansionista o de influencia y menos aún, realizar inversiones
militares. De ahí por ejemplo, las últimas amenazas de ataque que han
recibido Irán y Siria por parte de EEUU y Reino Unido al ser acusadas de
fabricar armas de destrucción masiva en el caso de Irán y ser refugio de
terroristas, en el caso de Siria.
La
ONU ha querido que en el Grupo de Alto Nivel estuvieran
representados todos los continentes mediante personalidades
del mundo académico, religioso y político. |
Señalaba anteriormente
José Manuel Lechado que el terrorismo mundializado tenía que ser
islámico casi por obligación. "El Islam cuenta con la ventaja de
incorporar a su discurso histórico el concepto de sunna, la comunidad de
creyentes, que permite, cuando interesa, saltar por encima de fronteras,
razas, idiomas y otras diferencias sustanciales en pro de un elemento
unitario aún más sustancial: la fe compartida. Es el valor fundamental
de Al Qaeda, que en sus manuales fomenta la idea de unidad de los
creyentes: 'el trabajo en equipo es la única interpretación del mandato
de Dios y del profeta: unir y no desunir". Los pueblos del mundo árabe
serían ese ejército de reserva necesario para llevar a cabo sus acciones
que nada tendrían que ver -aunque así lo anuncien a los cuatro vientos-
con la liberación de los pueblos oprimidos, sino más bien con la
liberación del yugo norteamericano sobre aquellos territorios. "No hay
nada que justifique el terrorismo, nada puede servir de pretexto para el
asesinato indiscriminado", comentaba el presidente del Gobierno José
Luis Rodríguez Zapatero en Argel ante la Cumbre de la Liga de los
Estados Árabes. "La historia ha demostrado que éste (el terrorismo) ha
sido utilizado en el falso nombre de diferentes ideologías o confesiones
religiosas. No es algo propio de ninguna civilización, cultura o
tradición". La diferencia es que ahora los pueblos están hartos de tanta
manipulación, de tanta información sesgada. "Para Occidente Al Qaeda es
sólo una despreciable organización criminal -explica el experto en
cultura islámica, Lechado-. Para millones en Oriente, es la espada de
Dios o, de un modo más pragmático, la esperanza -siempre pareja al
miedo- de liberar al mundo islámico de la rapiña secular
euro-estadounidense. La culpa no es de nadie y es de todos, pero los
resultados son, por ambas partes, lamentables. La propia Al Qaeda resume
la situación con agudeza incuestionable: 'No hay diferencia entre
civiles y militares: nuestros inocentes mueren por miles en Afganistán e
Iraq. ¿Acaso vuestra sangre vale más que la nuestra? Nos ensañaremos con
los vuestros. Os atacaremos, os mataremos, traeremos la guerra a
vuestras casas y no podréis conciliar el sueño... ¡Sangre por sangre!
¡Destrucción por destrucción!'. La sangrienta doctrina del ojo por ojo,
empleada por ambos bandos con generosidad irrefrenable, termina por
dejar ciegos sólo a los que tienen la desdicha de ponerse en medio: el
conjunto mayoritario de la humanidad que no desea conflictos".
Utopía
necesaria
Hasta ahora hemos conocido el lenguaje de Bush. Es el lenguaje de la
guerra, de la fuerza, de la muerte, del dolor y la sangre derramada.
Es un lenguaje que habla de bloques, de separación y de supremacía de
unos seres humanos sobre otros. Es un lenguaje propio de alguien que se
considera "elegido por Dios para conducir a la nación en su respuesta a
este ataque"(11-S). "Tengo una misión que cumplir y pido al Señor de
rodillas que me ayude a realizarla con sabiduría", comentó en una
ocasión ante sus colaboradores.
No es de extrañar que cuando alguien se dirige desde un foro
internacional a todos los pueblos sin distinción y habla -en un lenguaje
sencillo- de paz, de sentido común, de justicia para todos, de eliminar
las barreras del odio, de entendimiento entre culturas, de la necesidad
auténtica de los pueblos... haya un sector que no entienda nada e
incluso le critique.
Cuando el 21 de septiembre de 2004 José Luis Rodríguez Zapatero habló
ante la Asamblea General de Naciones Unidas y propuso "una Alianza de
Civilizaciones entre el mundo occidental y el árabe y musulmán", Bush no
estaba y había poco público escuchando, si lo comparamos con la
comparecencia del presidente norteamericano horas antes. Zapatero
entonces fue criticado y ridiculizado por la oposición de nuestro país
que, consideró su discurso "vacío, grandilocuente y objeto de risa para
amigos y enemigos". Se dijo que se trataba de una idea infantil,
realizada con mucho afán de protagonismo y que no tenía en cuenta para
nada, la labor de gobiernos anteriores. Algunos dirigentes del PP
comentaron que sonaba a música celestial más propia del Papa que de un
político influyente en la escena internacional.
"¿Cómo se podría
justificar ante la opinión pública estadounidense el mantenimiento,
incluso incremento, de un gasto militar de por sí desmedido, -si no
hubiera nadie a quién enfrentarse?"
J. M. Lechado
Curiosamente, en agosto
de este año el Secretario General de Naciones Unidas, anunciaba la
creación de un Grupo de Alto Nivel de expertos con experiencia que sería
el encargado de elaborar un plan con medidas prácticas que avanzasen en
ese diálogo entre el mundo islámico y occidental.
Dicen que la utopía es hija de la realidad y nace para cambiarla. Que es
una especie de motor que alimenta el afán reivindicativo del ser humano.
Nos encontramos ante las puertas de un nuevo año que trae nuevos aires,
nuevas palabras que conforman un nuevo lenguaje que va dirigido a un
nuevo tipo de hombre dispuesto a romper con estereotipos y esquemas.
Alguien dijo que la riqueza del ser humano, lo que de verdad le hace
crecer, se encuentra en lo que le distingue y le diferencia de los
demás. Por eso la palabra es puente y no ruptura, es diálogo y no
confrontación. Es pacto, alianza y es por lo que queremos apostar, aún a
sabiendas de que es el propio ciudadano quien al final tiene en sus
manos la decisión: la llave del futuro. ∆ |
Foto: Maló |
Federico Mayor Zaragoza
Bioquímico. Ex-Director
General de la UNESCO, Presidente de la Fundación Cultura de Paz y
miembro del Grupo de Alto Nivel para la Alianza de Civilizaciones (GAN).
-Me puede avanzar qué
supone exactamente formar parte del GAN para llevar a cabo la iniciativa
de la Alianza de Civilizaciones? ¿Qué tarea tienen encomendada?
-Esta es la única alternativa que tenemos en este momento. No hay
más que dos culturas: la de la imposición y la fuerza, y la del diálogo,
entendimiento y conciliación. Desde hace muchos años y después de mi
experiencia en la UNESCO, me di cuenta de que la imposición y la
violencia sólo generan más violencia. Deberíamos hacer todo lo posible
por conocernos más unos a otros porque al conocernos nos damos cuenta de
estereotipos e imágenes del otro que no eran ciertas, eran exageradas o
malintencionadas. De esta forma nos damos cuenta de que hay cosas que
nos separan -la diversidad es magnífica- y otras que nos unen. La idea
con la que nace este GAN es la de trabajar en todo lo que nos une y
respetar lo que nos separa, para con todo ello enriquecernos. Es algo
con lo que llevo soñando toda mi vida. Este nombramiento me honra y me
exige mucho, pero he de confesar que no me ha sorprendido porque es por
lo que llevo luchando mucho tiempo: sustituir la política del músculo
por la de la mente.
-Los miembros que por el momento conforman el GAN son
de lo más variado. Desde Desmond Tutú hasta Jatamí, pasando por usted...
-En esta comisión echo en falta a más mujeres. Ellas de forma
inherente son las grandes mensajeras de la paz. Pero bueno, creo que
éste será un tema que nosotros mismos podamos solucionar desde dentro en
el momento en que empecemos a caminar. Todas las personas elegidas por
el Secretario General tienen experiencia en el campo de la conciliación,
en crear puentes, en anudar lazos de amistad a través del espacio.
Detrás de cada uno de ellos hay una historia como la del arzobispo
Desmond Tutú al que tengo la suerte de conocer personalmente. El
ex-presidente Jatamí es totalmente distinto, procede de un sistema
teocrático, impositivo, donde la justicia es emanación directa del Corán
ejercida por los ministros de la religión musulmana. Pero es una persona
que abre puertas y ventanas, que ha estimulado la participación de la
mujer y que ha iniciado una serie de cambios sociales muy importantes en
Irán. Todos estamos de acuerdo en que no existen buenos y malos, que
ésta es una división errónea que hizo el presidente Bush y que es
contraria a la convivencia. El pueblo norteamericano, al que admiro
muchísimo, merece todo el respeto del mundo. Lo que ocurre es que en
determinados momentos tiene dirigentes que debemos procurar que estén el
menor tiempo posible en su cargo, por supuesto, por caminos pacíficos no
por la fuerza.
-A EEUU y a ese grupo de países que le apoya, parece
que les es más rentable seguir apostando por ese "choque de
civilizaciones" que por la Alianza...
-Sinceramente creo que ha sido una situación que se les ha escapado
de las manos. Nunca imaginaron que las cosas podían llegar a donde están
ahora. Creo que pensaron que una vez más, por la fuerza podrían resolver
una serie de situaciones que les serían muy favorables: impulsar la
industria bélica, hacerse con el poder de una zona rica en yacimientos
petrolíferos y por último por razones geoestratégicas. Las prisas y las
mentiras les llevaron a adoptar medidas que yo creo no calcularon bien y
el resultado está ahí: miles de muertos, sufrimiento, y todo ello para
nada. Ahora el descrédito es muy grande tanto para él como para los que
le acompañaron. El uso de la fuerza tiene que estar supeditado a la
aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas donde dicho sea
de paso, urge una reforma. Como Director General de la UNESCO critiqué
-y recuerdo que me quedé solo- la invasión de Kosovo. Dije que tenía que
contar con la aprobación del Consejo de Seguridad. Si la OTAN interviene
en los Balcanes, ¿por qué no va a intervenir el señor Putin en el
Cáucaso? ¿Por qué un día China continental no puede invadir la China
insular por secesión? No se pueden crear precedentes. El mundo tiene que
regirse por unos principios y nadie se puede tomar la justicia por su
mano.
"El
98% de la gente quiere vivir en paz, sin miedo a la
diversidad. El diálogo por tanto debe empezar en la calle,
con los ciudadanos." |
-Para que el trabajo del GAN no se convierta en papel
mojado, ¿es usted partidario de adoptar medidas concretas destinadas a
romper estereotipos creados por ambas culturas?
-Sí. Creo que este grupo debe proponer desde el principio una serie
de iniciativas que vayan demostrando no sólo que esto es posible sino
que también vayan estableciendo puentes donde ahora no los hay. Que
vayan mostrando la realidad y no los estereotipos que hay en estos
momentos y que son tan perjudiciales. Y esto hay que hacerlo ya. El
Secretario General nos ha dado un año y creo que la mejor manera de
empezar es como decía Machado: "Caminante no hay camino, se hace camino
al andar".
-Dígame ¿qué lleva usted preparado en la cartera para
esa primera reunión?
-Tengo muchas cosas y aún no he decidido cuáles voy a sacar. Lo
primero que tenemos que hacer desde este GAN es un llamamiento general a
toda la ciudadanía. No somos -como algunos ya nos denominan- un grupo de
sabios que se juntan para hablar y decir cosas grandilocuentes. ¡No
señor! Somos un grupo formado por personas con cierta experiencia en un
tema que a usted y a sus descendientes les interesa mucho. Por ello,
esta iniciativa precisa de un compromiso por parte de todos. Necesitamos
ayuda, no somos un grupo de utópicos, hay trabajo por hacer, hay que
crear vínculos y hay fórmulas para ello. Los ciudadanos no pueden seguir
siendo espectadores, se tienen que convertir en actores. El 98% de la
gente quiere vivir en paz, sin miedo a la diversidad. El diálogo por
tanto debe empezar en la calle, con los ciudadanos.
-Confiesa que comparte el mismo sueño que Zapatero.
¿Qué cree que aporta de nuevo esta propuesta al panorama internacional?
-La transición de una cultura de violencia a una cultura de paz es
una idea que se remonta a mucho tiempo atrás. En 1998, el entonces
presidente Jatamí propuso el llamado "Diálogo de Civilizaciones" como
reacción al escrito intempestivo del provocador Samuel Huntington y su
"choque de civilizaciones". Lo que ha tenido de muy original el
presidente -y en ello hay que estar a su lado-, es decir: sí, el diálogo
es el camino pero nosotros lo que queremos es el fruto de ese diálogo,
¡queremos una Alianza! Queremos establecer puntos permanentes de
interlocución y para ello me gustó especialmente que hiciera la
propuesta después de aparecer en la puerta de Naciones Unidas con el
presidente Lula -que nos ha dicho que otro mundo es posible-; con el
presidente Lago, con el presidente Chirac de Francia, con el Secretario
General de Naciones Unidas y juntando todos sus manos decidir luchar
unidos contra la miseria. Esto aparece recogido en el preámbulo de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos: "liberados del miedo y de
la miseria". El deseo de la humanidad es el advenimiento de un mundo en
el que liberados del miedo y la miseria todos nos podamos expresar
libremente y ejercer nuestras creencias.
"Creo que el siglo XXI será el siglo
de la gente. Un siglo que terminará con el predominio
exclusivo del poder en términos absolutos: poder
eclesiástico, económico, tecnológico, mediático..." |
-A pesar de ello son muchos los que se empeñan en
alentar el miedo, la sospecha y el permanente recelo.
-Sin ir más lejos, aquí en España en los últimos meses se han dicho
insensateces sobre documentos que ni siquiera se habían leído. Se han
hecho juicios precipitados, se ha generado miedo: ¡Nos van a romper
España! ¡Nos van a desmembrar! Han vuelto a sonar frases que hubiera
querido no recordar con aquello de que la unidad indisoluble de la
patria se garantiza con los ejércitos... Pero, ¿qué me dice usted? La
unidad de cualquier cosa y sobre todo de una nación, se garantiza con
sus ciudadanos. Si un grupo no quiere esa unión ya puede usted emplear
toda la fuerza que quiera. Los ejércitos están a disposición de la
democracia y son los representantes del pueblo quienes deciden si se
utilizan o no en un momento determinado. Fuera del miedo está la
pluralidad, el diálogo, la diversidad, un espacio donde libremente los
pueblos puedan expresar sus diferentes puntos de vista y creencias.
-También en este tiempo el pueblo ha dado pasos. Sabe
el poder que tiene en sus manos.
-Las cosas han cambiado mucho. Ya no hace falta acudir a una
manifestación, portar una pancarta y jugarte el tipo. Ahora podemos
decir que sí o que no a través de los móviles que nos permiten advertir
al poder que los ciudadanos ya no nos resignamos. En este sentido va a
tener lugar un cambio muy importante en la propia estructura de la
democracia. Hace poco pudimos ver cómo unos móviles pusieron en jaque a
todo un país. Esas costosas campañas electorales, ese voto tan deseado y
luego "si te te ví no me acuerdo...", tiene los días contados. Hoy cada
ciudadano es contado, es un voto. En poco tiempo los ciudadanos
contarán, porque una democracia no es contar a la gente sino que la
gente cuente. Somos muchos millones de personas que tenemos voz y
derecho a decir lo que nos parezca. Creo que el siglo XXI será el siglo
de la gente. Un siglo que terminará con el predominio exclusivo del
poder en términos absolutos: poder eclesiástico, económico, tecnológico,
mediático... En este nuevo escenario empezará a entrar la gente, el
pueblo será el protagonista de esta historia.
-Por último, en el prólogo de su último libro "La
fuerza de la palabra" (ed. Adhara) dice que "sólo tenemos una fuerza, la
de la palabra que es la que transmite el poder inmenso y creador,
inventor de cada ser humano, uno". ¿Cómo utiliza usted la fuerza que
posee su palabra?
-Vivir es un hecho misterioso. Mire, yo no he podido en clave
bioquímica explicar el por qué. He explicado el cómo somos, pero por qué
somos y cuál es nuestro futuro no he podido explicarlo. El ser humano si
no pudiera inventar, crear, sería un ser mínimo. Vería todo cuanto le
rodea pero no sabría interpretarlo. Y ahí está precisamente la
esperanza. Cada ser humano -y ya somos seis mil trescientos millones-,
es único y además es capaz de crear. Y esa fuerza se expresa a través de
la palabra, los sentimientos, los pensamientos... Somos una diversidad y
no debemos dejar que nadie nos uniformice, nos haga iguales, gregarios.
Hay, no sólo que mantener esa diversidad infinita que hace a cada ser
humano único e irrepetible, sino que debemos enriquecernos de todo ello.
¿Se imagina tres mil seiscientos millones de diseños diferentes? Esa
diversidad infinita y esa ilimitada capacidad de crear, son las bases de
la esperanza. ∆
Más información:
www.la-moncloa.es (discursos del presidente Rodríguez
Zapatero). www.un.org/spanish
(centro de noticias de de la ONU).
www.islamhispania.org
(Comisión Islámica de España).
www.lafactoriaweb.com ."La globalización del miedo. La otra cara del
terrorismo", de Jose Manuel Lechado (Espejo de Tinta). "La fuerza de la
palabra" de Federico Mayor Zaragoza (Ed. Adhara). |
FUSION OPINA
Para
algunos, como Aznar, es una estupidez. Para otros, que presumen de
filósofos y de "sabiduría" es un sueño infantil, propio de la mente de
un adolescente. Pero para muchos países y ciudadanos del mundo, la
Alianza de Civilizaciones no sólo es un objetivo alcanzable y deseable,
sino algo que daría un definitivo sentido al eterno sueño de paz,
convivencia y equilibrio que este planeta necesita.
Para alcanzar ese sueño hay que cambiar muchas cosas en el mundo, tal
vez demasiadas, pero el simple hecho de que existan mentes trabajando en
esa dirección es ya algo positivo y a la vez indicativo de la necesidad
del ser humano por cogerse de la mano de sus semejantes, sean estos del
color, religión, cultura o nivel social que sean.
Y mientras unos piensan que la paz mundial y el equilibrio vendrán de la
mano de la guerra contra el supuesto terrorismo, ignorando, aunque vivan
con la Biblia en la mano, que ningún acto de guerra conduce jamás a la
paz, otros trabajan por la verdadera paz, la que emana del respeto a los
derechos humanos, de la erradicación del hambre, la injusticia y la
enfermedad del planeta, del respeto a la forma de pensar y de vivir de
los demás y también a sus creencias y prácticas religiosas.
Los "señores de la guerra" no pueden entender el significado de una
Alianza de Civilizaciones porque el mundo para ellos es un coto privado
de caza, donde la vida de los demás no significa nada y donde su
insaciable sed de poder no tiene límite.
Pero, ya lo dice el refrán... "siembra vientos y recogerás tempestades".
Bush, Aznar y Blair ya saben lo que quiero decir, aunque aún deben de
pagar el precio justo por todo el dolor y todo el terror sembrado en
Irak.
En medio de todo ello es reconfortante que el ser humano trabaje por sus
sueños de paz y respeto. Eso quiere decir que la esencia que hace que
todos seamos Uno no se ha perdido, que el fuego de la vida original
sigue latiendo en el corazón de los hombres, que la esperanza nunca se
pierde.
Tal vez la Alianza de Civilizaciones nunca llegue a ser una realidad
total, pero habrá servido para que se den pasos hacia las correctas
relaciones humanas, hacia un mundo mejor, hacia una sociedad universal
que pueda impedir, unida, que la máquina de guerra de los ignorantes
funcione.
Queda todo por hacer. Esperemos que el desaliento no sea superior a la
fuerza de la idea. Apoyamos y apoyaremos el proyecto. ∆ |
| |
|