MAYO 2004
LA INSOSTENIBLE INCONGRUENCIA DE LOS EE.UU.
La pregunta es... ¿Cuántos soldados americanos
tienen que morir en Irak para que empiece a parecerse a Vietnam?
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De tanto mentir, de tanto inventarse
justificaciones, de tanto fabricar guerras y colocar líderes
marioneta en el mundo, a los EE.UU les está atrapando el fango de la
incongruencia. El resultado es que entre ellos mismos se contradicen
continuamente, que su política exterior ofrece diferentes caras
según quién sea el comentarista político de turno y, lo peor, que
necesitan seguir mintiendo para sostener una postura ante el mundo
que justifique sus decisiones.
Así, la primera gran incongruencia es liderar la guerra contra el
terrorismo en el mundo y, a la vez, apoyar, sin ningún escrúpulo, la
política terrorista, de Estado, por supuesto, del primer ministro
Sharon ante los palestinos.
Bush es el primer presidente de los EE.UU. que apoya que Israel
mantenga ocupados asentamientos en Cisjordania.
Eso, y el vetar cualquier resolución de la ONU que signifique
condena alguna a Israel por masacrar palestinos.
Esa postura incondicional no puede, lógicamente, comulgar con los
discursos antiterroristas y con las calificaciones de asesinos,
enemigos de Occidente, etc, con las que la administración Bush se
refiere a los que atacan a las tropas americanas invasoras en
Oriente Medio.
Por otra parte, Bush acepta enviar unas tropas a Irak, admite que la
situación puede complicarse más, de hecho así ocurre día a día, pero
no quiere oír ni hablar de la comparación con un segundo Vietnam.
Entonces la pregunta es... ¿Cuántos soldados americanos tienen que
morir en Irak para que empiece a parecerse a Vietnam?
Es más, Bush sigue afirmando que la guerra contra el terrorismo se
va a ganar, pero al mismo tiempo los enemigos de su país se
multiplican día a día gracias a su política agresiva, imperialista y
sangrienta.
Además, tal afirmación contrasta con las declaraciones de
importantes cargos públicos, cada día más, que ponen en tela de
juicio, o condenan abiertamente, las razones para invadir Irak y
mantenerse allí.
Y es evidente que si el motivo principal de la invasión, que si las
razones de la guerra, son falsas, todo lo demás, incluida la
calificación de terroristas a los que luchan en Irak para expulsar a
los invasores, quedan en evidencia, es más, no se sostienen. Y tal
situación por parte de los EE.UU es insostenible, porque con
mentiras, con promesas falsas de victoria sobre no se sabe quién
exactamente, no se ganan batallas, ni se conservan aliados, ni
tampoco hay economía que resista semejante "aventura".
Si Bush esperaba sacar una suculenta tajada de su invasión de Irak,
de su petróleo, de los beneficios ilimitados para las empresas de
sus amigos, ocurre que el gasto del excesivo tiempo que las tropas
van a tener que estar allí, no va a compensar a corto plazo.
Irak ahora mismo es un hervidero de grupos de guerrillas. Y la
historia demuestra que las guerrillas son el cáncer de cualquier
ejército invasor, por muy preparado que esté.
Así, la complicación en Irak no tiene límite. Además, las tropas
extranjeras no pueden permanecer allí ilimitadamente sin el mando
supremo de la ONU. Y eso no parece ser la intención de Bush.
Bush y su gabinete están empezando a pagar un elevado precio por sus
mentiras, por su prepotencia, por su desconocimiento de una realidad
que tiene más que ver con el Islam y sus múltiples divisiones que
con el dictador Sadam y sus sueños conquistadores.
Bush se equivocó. Sadam no era el peligro, el peligro está en no
respetar al Islam, y cuando te enfrentas a quienes convierten el
martirio en un pasaporte al paraíso, poco se puede hacer.
De cualquier forma, el problema básico radica en que la política,
las razones, los discursos, los hechos y las promesas de Bush y los
suyos, son incongruentes. Y eso no se puede sostener ni tan siquiera
con la imposición del miedo, de la amenaza.
A lo mejor, curiosamente, a Bush sólo le salva de ésta perder las
próximas elecciones./ MC
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