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RAFAEL ROBLEDO
Director del programa Línea 900

RAFAEL ROBLEDO

Hace 10 años se pusieron de moda los teléfonos gratuitos, con prefijo 900. Una buena excusa para que la televisión pública recogiera las sugerencias de los espectadores y las tradujera en programas de calidad. Pese al paso del tiempo y el cambio de las tarifas de telefonía, Rafael Robledo dirige Línea 900 fiel a los principios que lo vieron nacer. Sus reportajes mantienen la actualidad y están unidos a una palpable realidad social.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

"La simpleza va bien con el consumo, el consumo va bien con las grandes audiencias, y las grandes audiencias van bien con los planes comerciales"

 

 

 

 

 

 

 

"Vivimos en una sociedad conformista y estamos llegando a un tipo de pensamiento acrítico. En Línea 900 deseamos que el público siga pensando"

 

 

 

 

 

 

 

 

Salvador Rich, presentador de Línea 900

 

 

 

 

 

 

 

"Yo no creo que el ciudadano de este país no sea sensible, simplemente creo que la información que damos a veces no responde a los criterios. En realidad no estamos informados"

 

Texto: Marta Iglesias / Fotos: TVE

Soy un hombre de esta empresa", dice Rafael Robledo, dirigiéndose a TVE. Comenzó hace 24 años como técnico y su ascenso le ha llevado a dirigir Línea 900. Siguen recibiendo la mayor parte de las ideas para sus reportajes a través de los espectadores que llaman a su teléfono gratuito o que les escriben a través de Internet. Después de seleccionar los temas, un equipo se pone manos a la obra para enfocar el reportaje, hacer las grabaciones oportunas y dar consistencia a la historia. Pero en este programa, las cosas no son tan sencillas: están sometidos a la continua crítica de su público, que les anima o reprende, según trabajen mejor o peor. Ésa, sin duda, es la manera de no acomodarse.

-¿Dónde crees que está la línea imaginaria que os hace tratar temas tan difíciles con sensibilidad, sin caer en el dramatismo?
-Nosotros usamos el código deontológico puro y duro. ¿Cómo lo hacemos? Yo tengo dicho a todo el personal que cualquier tema que tratemos tiene que ser contrastado. Hay temas que son duros, hay momentos en que las personas se derrumban. Si hay que ponerlo para que el público sienta la fuerza de esta expresión, se pone; pero si sólo se usa para dramatizar, fuera. La información espectáculo, fuera. Incentivar el morbo del personal, fuera. Entonces nuestro programa resulta un poco espartano, duro, a veces frío. A principio de la temporada pasada hicimos un reportaje que se llamaba 'Vidas con Parkinson' que para mí era uno de los mejores, y fue de los menos vistos. Lo cierto es que en el último visionado yo estaba solo y te lo juro que me deprimí. Yo pensaba 'en este programa no vamos a tener público, pero lo voy a emitir'. Y efectivamente, vimos minuto a minuto cómo la audiencia iba cayendo. Pero nosotros tenemos tendencia a hacer esto, porque Línea 900 por su trayectoria y por su historia no puede traicionar al público que tiene, que ya sabe nuestro lenguaje. Además cuando tenemos un tema en el que no acertamos demasiado, porque también sucede, la verdad es que son duros con nosotros (se ríe).

-Entonces os llaman para lo bueno y para lo malo...
-Sí, y está bien. Yo creo que es la forma de seguir ahí.

-¿Qué tipo de público os ve?
-Creo que es gente que ve la televisión de forma selectiva, por tanto ya sabes que Línea 900 es un programa minoritario. En cuanto al nivel cultural, éste no se puede definir por ver un programa, esto es demagogia. Entonces yo me niego a encasillar a nuestro público, a decir que Línea 900 equivale a nivel cultural alto. No. Línea 900 equivale a un público selectivo, un público con un cierto rigor en la información, un público que sabe lo que quiere, un público que no ve excesiva televisión sino sólo lo que le interesa.

-¿Qué deseas que tus programas despierten en el público que los ve?
-Nosotros no buscamos informar, buscamos que la gente se informe, que no es lo mismo. Es decir, no servimos platos cocinados, intentamos servir los ingredientes y que el público sea el que decida en función de su tendencia, de su estado de ánimo, de su cultura... Yo no quiero decirle al espectador 'entramos en un domicilio de familia marginal'. Yo entro, la cámara lo ve, y el espectador es el que se hace el off, el comentario. Este es nuestro principio básico. A veces lo cumplimos con cierto éxito y a veces no, pero vamos a por ello. Yo creo que es la mejor forma de informar: incentivar a que el público se informe.

-Vuestro programa está comprometido con la realidad social, pero ¿crees que somos conformistas en España?
-Yo creo que nuestra sociedad es conformista porque todo nos lo dan muy hecho. El concepto que nos están vendiendo es que todo lo que me viene dado por el sistema -por decirlo de una manera un poco tópica- es lo bueno, y yo sólo tengo que recogerlo y usarlo. Entonces vivimos en una sociedad conformista, estamos llegando a un tipo de pensamiento acrítico. Y esto es un poco dramático. Por eso en el programa lo que desearíamos es que el público siga pensando, por eso no le damos las cosas hechas, intentamos que las hagan ellos.

-¿Alguna vez tuvisteis que cambiar el enfoque de un tema, a medida que avanzaba vuestra investigación?
-Sí, en ocasiones hemos abordado un tema con un tono positivo, porque era un tema de buenos, y a mitad del reportaje hemos tenido que cambiar la tesis porque era un tema de malos. Lo cual como comprenderás es durísimo, porque de ser amigos pasamos a perseguirnos. A mí me pasó en un programa sobre adopción de niños rusos. Éramos amigos y acabamos en el juzgado porque vimos que aquello no estaba claro. Seguimos el reportaje pero lo hicimos con otro tono, porque hay que decir la verdad siempre. Y como tú sabes, en cualquier trabajo de este tipo nunca te puedes identificar con los personajes, ni te puedes inmiscuir. Sólo somos espectadores privilegiados.

-Recientemente trabajadores de televisión se han quejado porque faltaban programas de investigación hechos por la propia cadena. ¿Por qué se potencia poco el periodismo de investigación en las televisiones?
-Porque la televisión en realidad está en crisis permanente, así que lo que prevalece es una cuestión económica y también un concepto general de hacerlo todo más trivial. Entonces la simpleza va bien con el consumo, el consumo va bien con las grandes audiencias, y las grandes audiencias van bien con los planes comerciales. Un programa que tiene cinco millones de espectadores tiene más publicidad y más cara, un programa que tiene un millón no tiene tanta. Como las televisiones son deficitarias, yo creo que ya casi por definición tienen tendencia a buscar los programas que tienen más audiencia. Además ésos no son caros, mientras que un programa de investigación sí lo es. Y esto solamente lo puede hacer la televisión pública porque en la privada creo que no se lo pueden permitir. Si te fijas, los colegas de la privada sólo lo hacen puntualmente.

-Hubo polémica con vuestro programa sobre Franco y su emisión. ¿Recibís mucha presión desde arriba?
-No, la verdad es que no. El hecho al que te refieres fue un malentendido. Nosotros teníamos un esquema confuso, digamos que no lo habíamos concretado demasiado y hubo falta de comunicación con la empresa. En ese momento había una política de no duplicar el tema porque había interés en centrarse solamente en un reportaje y el nuestro era ya un segundo. Simplemente era por eso, hubo un malentendido, se arregló y se emitió a la semana siguiente. Pero no hubo censura porque se puso el programa exactamente como se había montado. Es más, yo recibí instrucciones precisas de que no se tocara, que se emitiera tal como estaba en ese momento. O sea, no fue censura sino un malentendido.

-¿Cuál crees que ha sido el programa que más ha sacudido conciencias?
-A raíz del programa que abrió la temporada del 99, que fue 'Mamá quiere que sea artista', se detuvo a una serie de estafadores. Otro programa que tuvo mucha controversia política fue el de los campos de concentración de Franco; después de tantos años de democracia todavía tuve que oír comentarios bastante duros. Otro que tuvo muchos problemas fue uno que hicimos antes del mal de las vacas locas, porque el sector es duro. Pero bien, para delante. Hay que decir la verdad y ya está, y quien no esté de acuerdo que lo diga también, pero nosotros tenemos que decir la verdad. Luego hicimos tres programas sobre los refugiados españoles de la guerra civil que fueron detenidos por los nazis y llevados campos de concentración, que no tuvieron excesiva audiencia pero que fueron una aportación histórica. Y otro polémico fue un reportaje en el que sacábamos una cámara oculta y a sacerdotes mintiendo. Esto, en un país como el nuestro, con una cultura donde lo religioso todavía tiene bastante fuerza, pues impactó bastante.

-¿Crees que en España miramos poco a lo que se conoce como 'Cuarto Mundo'?
-La televisión ha dado una imagen muy trivializada de la realidad. Entonces yo creo que no es que en este país no tengamos sensibilidad hacia los problemas del Cuarto Mundo, simplemente es que tenemos una visión tergiversada de hecho, no tergiversada a conciencia. Yo siempre pongo como ejemplo que tú estás en casa viendo un informativo y tanto te sacan la fiesta de los tambores como un fusilamiento. Esta diversidad, este contraste, este corte brutal de situaciones y culturas da, sin darse cuenta, una sensibilidad uniforme al espectador medio, lo cual no es bueno. Yo no creo que el ciudadano de este país no sea sensible, simplemente creo que la información que damos a veces no responde a los criterios. En realidad no estamos informados. Solamente vemos por una ventana pero no podemos palpar al 100% esa realidad, no la podemos juzgar. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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