Lo sucedido en EE.UU. el 11 de septiembre pone a prueba las reglas de
convivencia entre las culturas de oriente y occidente. Dentro de ese
contexto, la referencia que ha hecho Bin Laden a Al-Andalus, ha hecho
reflexionar a muchos españoles sobre las antiguas controversias entre el
islamismo y el cristianismo en nuestro país.
-Con este panorama mundial y el apoyo que le está dando el gobierno
español a las acciones de EE.UU., ¿seguiremos teniendo en nuestro país una
convivencia pacífica entre moros y cristianos?
-En mi libro "España frente a Europa" hablo de este asunto, en él
hago una revisión de esa pretendida armonía o convivencia pacífica entre las
tres culturas, las tres religiones,(moros, judíos y cristianos) en la época
de Fernando III. Cuando este rey entró en Sevilla, dispuso que todas las
casas y tierras se repartiesen entre los conquistadores. Y se les confiscó
hasta el último olivo, hasta la última vid. En cuanto a la tolerancia de la
que tanto habla Américo Castro, entre moros y cristianos, es a mi juicio
toda una invención que falsea totalmente la realidad. Lo que él llama
convivencia de moros y cristianos era más bien una coexistencia
problemática. Hay dos criterios que utilizan los sociólogos y que son
esenciales para ver cuándo hay una convivencia real: el "convivium" (por la
costumbre y por los tabúes rituales alimenticios) y el "connubium" la
prohibición del casarse. A mi juicio, y por mucho que digan, hay que
reconstruir toda la historia del Islám. El Islám es totalmente incompatible
con el cristianismo. La compatibilidad se hace posible cuando todo el mundo
dimite de sus dogmas, de sus sacerdotes y no cuando todo el mundo se refugia
en un Dios metafísico que ni María Santísima lo conoce.
La otra cuestión que se decía era que los árabes eran tolerantes cuando
entraban en España, pero su tolerancia, como está muy bien mostrado, es el
consiguiente desprecio a los demás.
-¿Y esto origina una especie de psicosis a nivel mundial?
-Yo creo que la gente se ha enterado de que los programas del Islám
están en marcha, no me remito a la Edad Media, pero sí desde que empezó a
instalarse el Estado de Israel en Palestina y, sobre todo, desde que se
descubrió el petróleo. Ellos consideran al petróleo como un don de Alá
porque es cuando empiezan a tener dinero y fuerza después del hundimiento
del imperio otomano. No se puede decir que todos los países musulmanes estén
de acuerdo en conseguir la restauración del Islám y concretamente Al-Andalus,
la famosa referencia que dió Ben Laden, de que no estaba dispuesto a que
pasase en Palestina como en Al-Andalus.
-¿Qué repercusiones podría tener esto en nuestro país?
-Habría que ver realmente cuáles son los planes y la extensión de
los musulmanes. Sabemos que existen movimientos de reivindicación muy
conocidos, como aquellos movimientos de reivindicación de Córdoba, de
Andalucía, incluso de reconstrucción del reino de Teodomiro de Murcia. Lo
cierto es que cuando los árabes vienen a nuestro país en las pateras, será
terrible la cosa personal, pero también es cierto que cada musulmán viene
con una mezquita, y viene como un elemento de una religión que es
monoteísta. Las mezquitas que se crean aquí son cabezas de puente no ya a
una religión, sino que puede ser algo más.
-¿Cree que se acentuará a partir de ahora las cuestiones de xenofobia
contra los moros en nuestro país?
-No, porque aquí no es xenofobia, es cuestión de incompatibilidades.
Si a un cristiano le dices que "Jesucristo no es Dios", él te podrá decir:
"Y a mí qué me cuenta usted, me tiene sin cuidado", y se queda como está. La
extensión del racionalismo en el cristianismo, esas incompatibilidades, no
les afectan ya. Eso hace unos años hubiera sido ocasión inmediatamente de
destituirles y de quitarles la ciudadanía porque estábamos en un estado
confesional. Las relaciones son simétricas y probablemente no es la raza,
sino la cultura. Es lo que pasa con la ablación del clítoris, con el burka,
con el chador, y todas estas cosas. Hace unos meses yo estuve en Murcia y
allí saqué la impresión de que la gente prefería a inmigrantes americanos e
incluso del oeste antes que a inmigrantes marroquíes, porque dicen que estos
van a lo suyo y que no hay forma de tratar con ellos; esto me lo decían
empresarios. Eso es debido, claro, a que los árabes tienen otra instalación
distinta.
-¿Estas cuestiones están poniendo a prueba el nivel de tolerancia que hay
en España?
-La tolerancia es uno de los conceptos, a mi juicio, más ambiguos
que puede haber. La tolerancia realmente es ambigua porque puede haber
tolerancia del desprecio, del temor, que es como se hace la tolerancia... El
imperio romano, por ejemplo, era uno de los más tolerantes, porque admitían
a todas las religiones. Pero, ¿cuándo dejaron de ser tolerantes? Cuando
vinieron unos individuos, que eran los cristianos, que decían que no querían
ir al ejercito, que eran objetores de conciencia y no querían jurar al
emperador. Creo que la tolerancia muchas veces es, o desprecio, o
insignificancia. La tolerancia aparece cuando se puede remediar algo pero no
se hace y por temor a que lo que venga después pueda ser peor. Es
simplemente cálculo. Yo creo que la gente no piensa "¿de qué tipo de
tolerancia me habla usted? Porque si hay que ser tolerantes ¿tendría yo que
tolerar a ETA?". ∆