|
MUJER BRUJA
Toda
mujer lleva dentro de sí escondida una bruja. Pero la bruja oculta no es
la que viaja en escoba, asusta a los niños o prepara pócimas maléficas
en su cabaña del bosque. La bruja oculta en el interior de la mujer es el
auténtico aspecto femenino de la creación, es el Poder oculto desde el
origen de los tiempos que permanece reprimido y maniatado por el temor que
ocasiona, tanto en los hombres, dominadores de la especie, como en las
mismas mujeres, sometidas a prejuicios moralistas y a normas de conducta
dictadas por los legisladores de cada época, que siempre temieron las
consecuencias de la conquista de la libertad por la mujer.
La mujer bruja es aquella que ha reconocido y despertado su verdadera
naturaleza y que ha comprendido que está hecha de Agua y Fuego, elementos
creadores de vida, fuerzas ocultas que encierran en sí mismas la vida y
la muerte, la creación y la destrucción.
Por eso la mujer puede ser madre y padre, puede combinar a la perfección
la sensibilidad y dulzura de la madre con la fuerza y la tenacidad del
padre. Puede ser fuerte como la roca y poseer la sensualidad más
exquisita. Puede quemar como el fuego o seducir con la magia de su cuerpo.
La bruja que dormita en cada mujer es la huella del Creador, huella
imborrable que se encuentra registrada en la energía sexual y que emana
al exterior a través de la piel, de los sentidos, del movimiento, y que
la mujer consciente o inconscientemente maneja sin comprender, excepto
casos aislados en la historia, que posee en sí misma la llave de la
creación, el misterio de la vida, el secreto del Poder tan buscado en el
tiempo y a la vez tan temido.
Pero para que la mujer dé tan fundamental paso, para que la bruja dormida
en su interior despierte, debe comprender y aceptar las consecuencias de
su liberación, porque en primer lugar supone un enfrentamiento directo
con todo lo moralmente establecido como bueno y una apertura mental a todo
lo moralmente establecido como malo. Y si así lo hace, comprenderá de
inmediato que todo ello, bueno y malo, no son más que las dos caras de
una realidad diferente, superior, algo que siempre presintió pero que
nunca se atrevió a mirar de frente.
Y comprenderá que su aceptada dependencia del hombre no es más que una
absurda ilusión, un engaño hábilmente tejido para limitarla, una
cárcel para su poder y capacidad.
Porque la bruja no acepta nada ni nadie entre ella misma y su Creador,
porque reconoce la naturaleza divina de su esencia femenina, porque sabe
que es la Madre de la creación y la Hija por excelencia, porque en sus
ojos brilla el fuego origen y en sus manos se agita el agua de la vida.
Liberar la bruja es activar el volcán y unir así el fuego que late en el
interior con la vida que se mueve en el exterior, pero dicha unión sólo
se puede realizar con la mente, por eso la bruja auténtica no es
pasional, sino mental, no es egoísta, sino generosa, no trabaja para la
oscuridad, sino para la luz.
La bruja sabe que ella es el eslabón entre el Cosmos y el Hombre, que en
ella se sintetiza la fuerza de las constelaciones, el fulgor de las
estrellas, las vidas de los mundos.
Y sabe que todo ello está en función de su reconocimiento y de su pacto
interno con su responsabilidad y con la Esencia de la que emana.
Toda mujer lleva en sí una bruja, pero la bruja oculta tiene que
transformar y reeducar a la mujer, abrirle los ojos a la realidad de la
prisión en la que vive y estimular su necesidad de liberación.
Porque mientras la mujer continúe sumisa a los dictámenes del hombre y
sus "leyes", su poder permanecerá dormido y toda, toda la
evolución actual de la especie humana, depende de la liberación de la
mujer.
Pero la liberación de la mujer pasa por la comprensión, aceptación y
nacimiento de la bruja que, como semilla del Creador, yace dentro
esperando ser activada.
En principio, sólo las valientes se atreverán a reconocer y afirmar lo
que siempre han intuido y reprimido por temor.
Despertar la bruja es renacer a la libertad. ∆
|