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la Tercera Izquierda"(*) se está vendiendo como rosquillas en las
librerías. Mendiluce ha condensado en un libro de bolsillo y a un módico
precio, todas las ideas y proyectos que bajo el nombre de Tercera
Izquierda quiere poner en órbita. "Este es un libro pensado para
sumar ideas, propuestas y posibilidades a la necesaria formulación de
qué izquierda queremos en el siglo XXI y para afirmar que su
construcción ya se ha iniciado". Bajo esta nueva propuesta se
revisan temas como la mujer en nuestra sociedad, el papel de las ONG,
Internet y su mundo sin fronteras, la Derecha, la Izquierda... ¿qué
pretendéis con todo esto? "Poder hablar de todo sin cortarnos".
-Después de leer "Tiempo de Rebeldes" no se puede evitar,
al pasar las páginas de tu último libro, encontrarse otra vez con los
mismos postulados. Están más elaborados, te haces muchas más preguntas
e incitas a la movilización. ¿Qué pretendes con la Tercera Izquierda?
-Lo que pretendemos -y hablo en plural porque este proyecto es
más que yo- es sacudir el pesebre, como decimos en la primera página del
libro. El desastre de la izquierda en España no sólo se ha reflejado en
el resultado de las últimas elecciones, sino también en la incapacidad
de llevar adelante un análisis de por qué están pasando las cosas. Por
qué la izquierda testimonial está en liquidación por derribo. Por qué
la izquierda pragmática está ofreciendo un espectáculo que casi supera
al Gran Hermano. Hay incapacidad regeneradora en las izquierdas en
términos de ideas, propuestas, discursos, estéticas, contenidos,
liderazgos. Hay un vacío espectacular -a mi entender- a nivel de oferta
política en relación a una cantidad muy importante de ciudadanos y
ciudadanas que no son del PP, pero que les han votado porque decidieron no
dar más su confianza a las dos ofertas de la izquierda. Tres millones de
abstenciones de votos de izquierda y casi medio millón de votos en
blanco, obliga a una reflexión. No pienso que la Tercera Izquierda sea el
aglutinante de todo este descontento, sino una fuente de referencia, de
reflexión para ver qué izquierda necesitamos cara al siglo XXI. Decidir
entre todos cuáles son los temas, las propuestas, los mecanismos que nos
permiten trabajar juntos en un proyecto de creación de una nueva
izquierda, profundamente ecológica y feminista, que haga frente a todos
los retos pendientes y nuevos, con los que se enfrenta no sólo la
ciudadanía española, sino europea.
-Hablas de una izquierda feminista, de crear una nueva matriz para
todo este proceso. ¿En qué contexto sitúas todo esto?
-Aunque el siglo XX ha sido para la mujer el siglo de su
liberación: incorporación al mercado de trabajo, voto, igualdad de
condiciones... la mujer aún no ha logrado -a pesar de las cuotas o la
discriminación positiva-, feminizar la política. La política se sigue
moviendo con criterios y valores machistas. Si seguimos así, dentro de
poco acabaremos hablando de ti y de aquella, pero no de la mujer. Hay
demasiadas representantes voluntarias de las mujeres en plural cuando
existen mujeres de todo tipo, como los hombres de todo tipo. Hay mujeres
progresistas, conservadoras, ñoñas, malas... El día en que podamos
decir "esa tía es un bodrio", será estupendo. Los chicos no
tendremos que preocuparnos más de lo que decimos porque no será
considerado como una agresión de género, sino concretamente hacia esa
persona como podría ser hacia otra cualquiera. La mujer tiene otra forma
de ver la vida, el mundo y la política y debe de contaminar al mundo.
Afortunadamente las mujeres no son iguales que los hombres. Sí en
derechos, pero espero que no copien de este modelo machista, agresivo y
violento, sino que introduzcan otros valores que tienen que ver más con
nuestra historia, nuestros orígenes y nuestro futuro.
-Aludes a lo femenino al tiempo que resaltas la importancia de la
ecología, y lo sitúas como un pilar básico para el futuro de la
humanidad.
-Sí, lo femenino y lo ecológico van a ser los dos ejes que van a
diferenciar la izquierda del futuro, la izquierda progresista de las
izquierdas conservadoras y por supuesto de la Derecha. Una matriz
ecológica y feminista para nosotros, es colocar estos dos elementos en el
centro de todo. No cuotas, no promoción en los derechos de la mujer, no
capítulos ecológicos. Nuestra historia ha sido productivista,
industrialista y ha confundido el desarrollo con el crecimiento
económico. Lo ecológico se ha incorporado como un capítulo más en los
programas cuando es uno de los ejes determinantes de cualquier política
progresista. Los recursos naturales se agotan, los residuos no se
controlan, empezamos a ser víctimas de los efectos del cambio climático.
Una sociedad que sigue avanzando y considera como dato crucial en el
desarrollo, el crecimiento del parque automovilístico y la venta de
combustibles fósiles... no puede ir muy lejos.
-Todo este proyecto estaría apoyado sobre lo que denominas un
"trípode progresista": más planeta, más individuo, más
sociedad. ¿Qué introduce de nuevo esta trilogía?
-La izquierda está más hipotecada por su propia historia de
lucha social, defensa de grupos, trabajadores, pueblos, que por las
personas. Y cuando se refiere a individuos habla de individualistas o
pequeños burgueses. Vivimos en las sociedades del mundo desarrollado y
democrático y somos las más educadas de la historia de la humanidad.
Aquí nadie va de masa, todo el mundo es persona. Hay muchos temas y
asuntos que nos unen o nos separan de manera transversal. Tú puedes ser
millonario y yo pobre, y ambos ser socios de Greenpeace. Somos diversidad
con distintos intereses, contradicciones, ambiciones legítimas y deseos
de felicidad que no pueden ser abordados desde un mismo rasero. Se puede
ser persona independiente, autónoma y además ser social. Este es el reto
de la izquierda progresista.
-Hemos estado viviendo mucho tiempo bajo la cultura de la
prohibición y una cosa que repites varias veces a lo largo del libro es
dejarse llevar por la cultura del "Sí". ¿Qué puerta se abre
con esta llave?
-Todas. De entrada el antiprohibicionismo, baza fundamental de las
derechas conservadoras y meapilas que todavía pululan, no sólo en
la política sino también en la sociedad española. Pero también la
izquierda comunista, la socialdemócrata que ha hablado de libertades pero
ha puesto unos límites estrictos legales y prohibicionistas. Yo no estoy
a favor de la anarquía pero sí estoy a favor de que las personas puedan
ejercitar plenamente sus libertades desde una educación social. No
entiendo que haciendo uso de la libertad, uno machaque a su vecino, ponga
el pie encima del cuello de su mujer o golpee a su hijo. Eso no son
libertades, sino comportamientos antisociales. Pero desde el canuto, hasta
la sexualidad o cualquier otra cosa que la persona quiera hacer,
deberíamos de profundizar en el hecho de la autonomía y el ejercicio de
las libertades y por tanto, debemos de estar siempre en positivo, dando
respuestas positivas a lo que la gente quiere.
-Hace unos meses hacías unas declaraciones sobre el papel de las
ONG. Comentabas que para que éstas fuesen más efectivas deberían de
entrar en el terreno de la política.
-Sí, pero todo ello con matices. La Tercera Izquierda no va a
tener ningún futuro si las personas más sensibles a los problemas
cruciales que se asocian y organizan, mantienen esa alergia visceral a la
política. De seguir así o tomamos el Palacio de Invierno por la fuerza,
o sólo nos queda la política democrática para cambiar las cosas. Las
ONG tienen que actuar y hacer lo que han decidido hacer en el campo que
sea, pero si a todo esto no añaden una visión más de conjunto sobre los
modelos de sociedad, el tipo de gobierno y las propuestas que nos pueden
ayudar a modificar la realidad de la que nos ocupamos por la vía de la
toma de decisiones políticas, no lograremos transformar nada.
-En diciembre del pasado año todos los medios de comunicación
recogían la noticia de tu nombramiento como presidente internacional de
Greenpeace. Unos meses después, los mismos que te nombraron rectifican y
hablan del error cometido. ¿Qué sacaste en limpio de aquella
experiencia?
-Fui elegido presidente de Greenpeace por unanimidad. El resultado
fue una mala gestión de Greenpeace, de los retos que tenían por delante.
La Junta Internacional me eligió a mí para que presidiera durante el
año 2000 a una organización con más de 25 años de historia. Yo creo
que cualquier organización al cabo de un tiempo se hace conservadora de
su papel, su espacio, recursos, socios, estructuras, cargos y estos al
final acaban teniendo miedo a los cambios porque pueden implicar su salida
de tal o cual chiringuito. En Greenpeace existen sectores conservadores en
las oficinas, a los que les va muy bien económicamente con los socios y
no quieren cambios ni riesgos. En mi opinión, las cosas fueron un
desastre porque invertí muchos meses en ello y al final todo eso me hizo
mucho daño -en términos de imagen y ante la opinión pública-. Me da
pena que organismos como Greenpeace con el prestigio que tienen, sean tan
reacios al cambio. Tarde o temprano tendrán que enfrentarse a ello porque
las focas, las ballenas son muy importantes pero hay muchas otras cosas
que una organización con ese nombre, ese peso y ese grado de presencia
internacional debe asumir. Al menos como debate.
-¿Por qué después de aquellas fotos con los responsables de
Greenpeace-España y aquellas declaraciones, aparece la palabra perdón?.
¿Perdón por qué? ¿Qué pasó en realidad?
-Pedir perdón por una equivocación es considerar que mi
nombramiento había sido una equivocación. Mira, yo no hablo de esto
desde ninguna arrogancia personal, pero creo que la equivocación fue no
confirmar mi nombramiento o llevar las cosas hasta un punto en el que
decidí no asumir esa presidencia. El error no fue no nombrarme a mí,
sino a cualquier persona que hubiese podido contribuir a los cambios
dentro de la organización. A mí me pidieron perdón pero sinceramente,
no sirve de mucho. Creo que la lectura que han hecho al decir "nos
equivocamos", "perdón a José María y a los socios..." es
una mala estrategia.
-En muchas ocasiones comentas que el no tener respuestas no es un
inconveniente para ti a la hora de crear, sino un estímulo. ¿Qué más
cosas te estimulan?
-De entrada ésta y creo además que es muy importante. La gente
está acostumbrada a tener primero las respuestas para que juntos y sin
riesgos se planteen dar el primer paso. Yo no lo comparto.
-Precisamente tu libro está lleno de preguntas.
-Sí, creo que es un momento donde hay que preguntarse muchas
cosas. Me estimula especialmente la duda. Prefiero las dudas compartidas a
las verdades únicas, impuestas. Y me estimula todo lo que es la
creatividad en todos los ámbitos de la vida... hasta en el amor.
-¿Para qué piensas utilizar tu poder de seducción?
-De momento me están exigiendo que ponga la cara y conceda
entrevistas.
-¿Quién te pide eso?
-Los Terceros/as Izquierdos/as... Pues no sé... el poder de
seducción que tenga lo emplearé para multiplicar el efecto de las ideas,
propuestas y dudas de la Tercera Izquierda. En este proyecto no hay
puestos, candidatos, dogmas. Hay movimiento, plataformas, procesos, red...
-Haz un esfuerzo y obsérvate desde fuera... A lo largo de este
tiempo ¿quién ha tenido más éxito el hombre o el político?
-Creo que el hombre.
-¿Por qué convocas a la ciudadanía en diciembre?
-Es una fecha como otra cualquiera. Creo que el siglo XX terminó
el año pasado. Este es un año de transición y la entrada del siglo XXI
será realmente en el 2001. En diciembre estamos dispuestos a montar un
gran "pollo". Será nuestra presentación en sociedad, después
de todos los Congresos.
-Dentro de tu propio partido se te critica el hecho de que aparezcas
continuamente en los medios de comunicación, participes en foros,
conferencias. Dicen que haces lo que sea por aparecer en la foto.
-Tengo claro que estamos en la era de la comunicación y la
política es comunicación. Estoy continuamente viajando: Parlamento
Europeo, Barcelona, Madrid... Este fin de semana pasaré sólo unas horas
en mi casa antes de coger el próximo avión. En mi agenda no aparece por
ningún lado un apartado que diga "estar un rato con los
cachorros", por ejemplo. Mientras, hay otros que no se mueven de sus
sillones. Todo esto es el precio que uno tiene que pagar por estar ahí,
participando en todo. Ahora, si lo hago es porque me gusta. Por otro lado,
todo lo que está ocurriendo dentro del partido: lucha por los liderazgos,
críticas, etc. está comprendido dentro de sus estatutos y dentro de los
militantes "pata negra". Una persona como yo, independiente, no
entra en ese juego.