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MARCHA MUNDIAL
DE LAS MUJERES
DE CAMINO HACIA
LA IGUALDAD
Texto: Rami Ramos/ Marta Iglesias.
Fotos cedidas por Casal de la Dona de Terrassa.
El 17 de octubre se
puso punto final a la Marcha Mundial de las Mujeres en Nueva York
ante altos responsables de la ONU, portando soluciones para erradicar la
violencia y pobreza que afectan a las mujeres del mundo. Pero también
fue un punto y aparte en cuanto a los movimientos de mujeres, que nunca
habían encontrado tanto quórum mundial, y un punto seguido para la
unidad femenina de todo el planeta.
El
8 de marzo de 2000 las mujeres de todo el mundo iniciaron una marcha. En
los cinco continentes resonaron sus pasos. Unas gritaban consignas,
otras cantaban y para algunas el desafío fue simplemente salir en
silencio portando pancartas. 5.000 mujeres hicieron su marcha nacional
en Kinshasa y en todas las provincias de la República Democrática del
Congo; en Brasil 25.000 trabajadoras rurales caminaron juntas hasta la
capital en lo que se conoció como la Marcha de las Margaritas,
en honor a Margarida Alves, líder sindical de las trabajadoras rurales,
asesinada el 12 de agosto de 1983; en Croacia conmemoraron la matanza de
tres mujeres y pidieron al gobierno que esa fecha fuera decretada Día
Oficial contra la Violencia hacia las Mujeres; en España hubo huelgas,
asambleas, exposiciones...
En total 6.000 grupos de mujeres pertenecientes a 159 países y
territorios, participaron en la Marcha Mundial de las Mujeres y
se adscribieron a sus peticiones: combatir decididamente la pobreza y
todas las formas de violencia hacia las mujeres. Así lo explica Eva
Magaña, de la Asociación de Mujeres Jóvenes Progresistas de
Tarrasa Bruixes Liles, participantes activas de la Marcha en
nuestro país: "La Marcha Mundial se centra sobre todo en dos
puntos, la erradicación de la pobreza y de la violencia. Y como todo lo
malo que pasa en este planeta, las dos cosas inciden más en las
mujeres. La violencia contra las mujeres es mucho mayor que contra los
hombres, y los más pobres entre los pobres son las mujeres en todos los
lugares del mundo. Lo que la Marcha pretende primero es denunciar, y
segundo tener una respuesta de los organismos importantes económicos a
nivel mundial. Por eso se organizaron las concentraciones ante el Fondo
Monetario Internacional en la ONU, para llegar a los gobiernos y a los
lugares de decisión importantes". Las mujeres del mundo están en
contra de las políticas neoliberales y de la globalización, dos
movimientos muy unidos que las perjudican especialmente. Piden una
mundialización diferente donde el primer paso que proponen es condonar
las deudas de los países del Sur, que mantienen una situación de
dependencia que se asemeja al antiguo colonialismo y cuyos programas de
ajuste estructural reducen drásticamente las ayudas en salud,
educación, suben los precios de los alimentos básicos, destruyen las
culturas locales y el medio ambiente... Como dice la página web de
ADESCO (Asociación para la Cooperación y el Desarrollo de la Mujer),
"Miles de manifestantes se han invitado ellos mismos a Praga para
exigir una mundialización diferente, justa en lo social, pluralista en
lo cultural, solidaria en lo económico y responsable en lo
ambiental".
Foto: M.A.Oliva
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Todas las peticiones femeninas tienen cabida en la Marcha, porque es
inclusiva y respetuosa con la diversidad de mujeres, impulsando las
alianzas entre ellas. Como indica Eva Magaña: "Queda muchísimo
camino por andar. Esas ventajas que tenían que buscar las mujeres de
cada país, en cada rinconcito del mundo, son diferentes. No tienen nada
que ver las demandas de las canadienses con las demandas de algunas
mujeres africanas que lo único que pedían, por ejemplo, es que cuando
un hombre las violase, que su familia no las obligase a casarse con el
violador para salvar la honra. Se ha avanzado mucho, sobre todo desde
Pekín, pero creo que es más lo que hay por delante que lo que hemos
conseguido realmente". Lo más llamativo de la Marcha Mundial de
las Mujeres es su carácter, donde destaca la participación de todo
tipo de ciudadanas de a pie, organizadas a través de Internet. Este
movimiento sencillo, que ha conseguido reunir a millones de mujeres en
torno a un mismo objetivo, que es cambiar el mundo, se queja sin embargo
de lo poco que han colaborado los medios de comunicación. Eva Magaña
afirma que "personalmente creo que no se le está dando la
importancia mediática que debería tener". Pero su opinión no es
exclusiva, la comparten muchas mujeres, como declaró a un periódico
nacional una integrante de la ONG Mujeres de Negro: "En
Italia tuvimos nuestra marcha nacional el 30 de septiembre. Ningún
periódico nacional, salvo Il Manifesto y Liberacione, la ha
reseñado. Nuestras reivindicaciones no les gustan porque las mujeres
estamos en contra de la OTAN y del ejército europeo que se está
organizando".
Las europeas confluyeron en Bruselas y las mujeres del
mundo entero se dieron cita en Nueva York ante la ONU, donde entregaron
sus peticiones y soluciones, y millones de firmas de todo el mundo
apoyándolas.
"Las mujeres del Mundo están en contra de las
políticas neoliberales y de la globalización, dos movimientos muy
unidos que las perjudican especialmente" |
Pero, pese a lo que hagan los gobiernos e instituciones
mundiales, el gran éxito de este movimiento, realizado sin el más
mínimo apoyo mediático o gubernamental, es que ha puesto en voz alta
lo que muchas mujeres piensan ya: quieren otro mundo donde ellas no sean
las segundas de a bordo, donde predomine la paz, la ecología y un
reparto de riqueza para todos. Quieren un mundo en igualdad. Y el grito
es unánime en todo el planeta. Desde nuestro país Eva Magaña lo
confirma: "A la sociedad actual le falta igualdad con mayúsculas,
e interés por la gente que está en el poder para que exista esa
igualdad. Falta que nos respeten y nos consideren iguales en todo lo que
somos iguales, es decir en un 99,9%. Nos diferencia una pequeña
distancia física, por decirlo de alguna manera, que para cosas muy
concretas no nos hace iguales. La marcha ha ayudado a que se cree una
conciencia de género. La conciencia de clase en su momento hizo mucho,
hemos de intentar que haya una conciencia de género". Y su
compañera de asociación, Gemma García indica que con esta Marcha
"se está demostrando que la mujer se lo ha tomado muy en serio.
Está corroborando esa unidad y esas ganas de hacer cosas".
Pero este movimiento no tiene trazas de terminar: de
Seattle a Praga, la culminación de la Marcha de las Mujeres en Nueva
York, de Praga a Porto Alegre (Brasil) en enero de 2001 y luego a
Québec (Canadá) en abril de 2001. Esto no es el fin, sino un nuevo
comienzo. El espíritu femenino reclama su lugar en un futuro creado
más a su imagen y semejanza. ∆
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Mercedes Gómez Llobregat
Representante española en la Marcha Mundial
de las
Mujeres en Nueva York
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Esta catalana, profesora de matemáticas de Secundaria,
lleva asociada a grupos de mujeres desde 1976, pero ha sido este año
-con la Marcha Mundial de las Mujeres- cuando ha visto más de cerca su
sueño de cambiar el futuro de las mujeres. "Desde la primera
reunión, estuve animando a todas para ir a Nueva York y a Bruselas. Les
decía que este momento era histórico, que era por aquí por donde
tenían que ir las cosas: una estructura mundial con temas tan
difíciles de arrancar como son la pobreza o la violencia. Estos dos
objetivos nos podían unir a todas".
Elegida como la representante española por su
implicación en la Marcha y en grupos de mujeres de base -sin ninguna
relación con la política ni instituciones-, nos cuenta en primera
persona cómo fue la llegada de la Marcha a Nueva York.
"El 15 de octubre llegamos en manifestación 7.000
personas procedentes de todo el mundo a la plaza del Obelisco, tras la
Casa Blanca (Washington). Nos juntamos con NOW, un grupo de mujeres
estadounidenses que tienen voz en el Congreso de EEUU, y nos
manifestamos. Al día siguiente, teníamos el encuentro con el director
general del Banco Mundial y con el Fondo Monetario. Como no íbamos
todas, decidimos que fuera una delegación de países indígenas y de
países en conflicto. Para nosotras era muy importante demostrar la
fuerza de nuestra solidaridad, de nuestra movilización, hablar y tomar
la palabra en un centro de poder patriarcal como es el poder económico.
En ambas reuniones estábamos decididas a combatir las políticas
neoliberales, a oponernos a la mundialización desenfrenada y sin reglas
que se está dando, y a luchar por la igualdad de hombres y mujeres y
por la redistribución de la riqueza. Luego estuvimos en la ONU, donde
Kofi Annan no pudo estar por el tema de Palestina. Nos recibieron la
Secretaria General adjunta, la responsable de los programas de género
en la ONU y el responsable de los programas de política de desarrollo.
También quiso estar presente el embajador de Canadá, porque este país
fue el que apoyó la iniciativa de la Marcha Mundial de las Mujeres,
que partió de las Mujeres del Quebec. Hablaron una indígena de
Canadá, una marroquí, una mozambiqueña, una india, una peruana, una
ruandesa, una palestina -la única que pudo venir de allí-, una kurda,
y hubo una intervención muy fuerte por parte de una afgana, que
planteó allí mismo que en ese momento estaba cometiendo dos crímenes:
uno por presentarse allí sin pariente varón al lado, y otro por
quitarse el chador que la cubría (y se lo quitó). Imagínate... cómo
vas a hablar, ante estos y otros hechos. Ella denunció a la ONU, que
sabe lo que pasa en Afganistán y no está haciendo nada. Después
habló una serbia, y por fin la de Colombia. Las denuncias estuvieron a
la orden del día porque hay una necesidad inmediata de que estos temas
se aborden. También decir que hubo delegaciones a las que no se les
dejó entrar en EEUU, como a Jamaica, a Caribe y a Cuba, esta última
por el tema político".
-Luchaste mucho por dar a conocer la Marcha Mundial de
las Mujeres en nuestro país. ¿Qué tal la experiencia de ir como
representante española?
-Me emocioné, de verdad. Y más porque te lo crees, aunque
pienso que a las mujeres aún nos queda mucho por hacer. Cuando ves a
compañeras de otros países como las kurdas, las afganas, las de
pueblos indígenas... piensas que nosotras aún tenemos más
responsabilidad de tirar del carro, porque si mejoramos aquí, ellas
como consecuencia también mejorarán.
-El éxito de la marcha se debió a que fue secundada
por muchas mujeres de la calle, de base. ¿Con qué futuro crees que
sueñan las mujeres?
-Por la valoración que hicimos estamos convencidas de que esto
tiene que cambiar, esto no nos gusta como funciona. Me refiero a nivel
económico y la sociedad en general. La red sigue y estamos decididas a
consolidarla, porque hay una clara decisión de que el mundo no puede
seguir como está, con esta repartición tan desigual, con estas
injusticias, que en conflictos bélicos se ensañen con las mujeres...
No tenemos esa manera de resolver las cosas y hemos demostrado que nos
hemos unido en torno a dos reivindicaciones -pobreza y violencia- porque
nos involucran a todas de una manera u otra.
-En nuestra sociedad, la "liberación" de la
mujer pasa por funcionar con roles masculinos. ¿Se están perdiendo los
valores femeninos?
-Habría que definir primero cuáles son esos valores. Yo
entiendo que nosotras, por cultura y demás, ante un conflicto
intentaremos hablar, consensuar. Pensamos ¿este tema nos une?, pues lo
que nos divida lo dejamos. En los hombres, por la estructura que les han
creado socialmente -también hay hombres que se han ido desligando de
los estereotipos- destaca más el tema de la competencia, del valor, de
escalar individualmente posiciones, de resolver los conflictos por la
violencia. Yo pienso que se podrían coger los aspectos positivos que
tienen los dos modelos. Porque también hay mujeres como Margaret
Thatcher que a mí no me sirven, porque aplican lo masculino a
rajatabla, porque tienen que demostrar que lo hacen mucho mejor que
ellos. El hecho de que haya una mujer en según qué sitios tampoco es
garantía de que vaya a hacer algo diferente o que vaya a ser más
participativa. ∆
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