El
talento se vende como el coñac y el éxito, en estos momentos, se consigue
a base de publicidad. Sin el apoyo de las grandes firmas nadie se puede
abrir camino en el mundo artístico actual. Detrás de los grandes
best-seller de los últimos años, hay dos millones de dólares y un equipo
de publicistas.
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EL NOBEL DEL AÑO 2034
(I)
POR JOSE MANUEL VILABELLA
Lo
siento, pero no quiero comprar ningún libro- le dije al hombrecillo que
me contemplaba sonriente desde el umbral y que, solícito, se había
quitado el sombrero y me tendía una tarjeta color hueso.
-Perdón, señor Campuzano, pero está usted confundido. Soy
el director general de Promociones Personales S.A. y deseo hablarle de un
asunto de suma importancia.
Le franqueé la entrada y le invité a que se sentase en uno de los
desvencijados sillones de mi despacho.
-Le ruego que disculpe el aspecto de mi casa. Como usted podrá comprobar
por esta pobreza monacal y la evidente penuria de medios, estoy
atravesando un momento económico difícil. En España, ya se sabe, los
escritores estamos condenados al hambre. Somos unos auténticos marginados
sociales.
El hombrecillo me miraba con simpatía y no dejaba de mover la cabeza de
un lado a otro asintiendo a todo cuanto yo decía.
-Lo sé, lo sé. Hay muy pocas cosas en su vida que yo desconozca. Pero...
permítame que me presente. Soy Mauricio Fuenterrabía, director general
de Promociones Personales S. A. y representante para España de la
multinacional TTT. En los últimos meses mi trabajo ha consistido en
estudiar su vida, y le aseguro que, en la actualidad, conozco su pasado
mejor que su mujer y su futuro mejor que usted mismo.
-¿...?
-No se sorprenda, por favor; es norma de la casa realizar una investigación
exhaustiva antes de ponerse en contacto con los futuros becarios. Nunca se
sabe lo que puede pasar y es preciso tomar toda clase de precauciones.
Pero, en fin, vayamos a nuestro asunto. El motivo de mi visita es
ofrecerle el premio Nóbel de literatura del año 2034.
Las palabras de Fuenterrabía me parecieron absurdas y,
naturalmente, me negué a admitirlas.
-Perdón -le dije muy finamente-. No le he entendido bien.
-Me ha entendido usted perfectamente, señor Campuzano. Sus sentidos no le
engañan. He venido a visitarle para ofrecerle en nombre de Promociones
Personales S.A. el más importante de los galardones literarios del mundo,
porque usted tiene talento para conseguirlo y nosotros dinero para
ayudarle.
Lo
que decía aquel buen señor era un desatino, una estupidez, una
botaratada. El diálogo que estábamos manteniendo parecía sacado de una
novela de ciencia ficción.
-Creo que se equivocan; que sueñan ustedes en alto. El Nóbel no se logra
con dinero, se consigue a base de trabajo y de influencias, y yo, estimado
señor, soy un escritor joven y fracasado; un hombre de letras desconocido
y débil, escéptico y decepcionado, que está a punto de dejar para
siempre la literatura. Necesito comer con regularidad y vivir con decoro.
No puedo resistir más. Me estoy muriendo de hambre.
El señor Fuenterrabía volvió a sonreír y me dio una palmadita paternal
en la espalda.
-Conozco su caso, amigo mío, conozco perfectamente su caso. Es usted
Dositeo Campuzano García, de 25 años de edad, doctor en Letras, casado,
autor de cien artículos, dos ensayos filosóficos, una novela inédita
titulada "La mordedura" y un libro del que se han tirado
quinientos ejemplares y que no ha tenido ningún éxito a pesar de sus
grandes valores. Porque "La revolución literaria" es un magnífico
ensayo, y que conste que no lo digo por halagar su vanidad.
Don Mauricio Fuenterrabía había logrado despertar mi
curiosidad. Si era un vendedor de enciclopedias, hacía su trabajo con
originalidad e inteligencia.
-Sé muchas otras cosas sobre su persona. Lo sé prácticamente todo.
Puedo decirle de carrerilla cuándo tuvo su primera novia, quiénes son
sus amigos, qué vino le gusta más, las enfermedades que ha tenido y el
historial clínico de sus padres y abuelos. Hemos desandado su vida,
porque nos vamos a gastar mucho dinero en promocionarle y no podemos
correr ningún riesgo.
-¿Promocionarme?
-Ayudarle a que se abra camino. Los hombres se lanzan como los
detergentes. El talento se vende como el coñac y el éxito, en estos
momentos, se consigue a base de publicidad. Sin el apoyo de las grandes
firmas nadie se puede abrir camino en el mundo artístico actual. Detrás
de los grandes best-seller de los últimos años, hay dos millones de dólares
y un equipo de publicistas. Es el marketing que ha llegado a las letras,
pero, permítame que le cuente su futuro, porque lo tengo escrito en este
estudio.
Don Mauricio Fuenterrabía abrió una carpeta de piel de
cocodrilo, depositó sobre la mesa un voluminoso dossier que decía la
cubierta: "Futuro de Dositeo Campuzano García, premio Nobel de
literatura del año 2034, se puso sobre la nariz unas gafas de miope y
empezó a leer con parsimonia:
-En el año 1999 hemos proyectado lanzar "La mordedura" en España,
Francia, Alemania, Inglaterra y Estados Unidos. Su nombre se hará
popular. Su imagen aparecerá en las televisiones de todo el mundo. Se verá
obligado a trabajar duramente, pues, además de escribir otra novela para
el 2000, será preciso que pronuncie una serie de conferencias sobre
pintura española, en diferentes ciudades del mundo. Su lanzamiento nos
costará un millón de dólares; exactamente un millón doscientos treinta
y siete mil quinientos veinte. En el 2000 todo irá mejor. Será preciso
consolidar el éxito pues cualquier hombre con talento puede escribir un
buen libro, pero sólo un auténtico artista es capaz de escribir el
segundo. Pronunciará nuevas conferencias y lanzaremos al mercado algún
estudio crítico, riguroso y serio, sobre figuras del pasado. Yo le
recomendaría un análisis de Góngora, que es muy lucido, y la publicación
de un volumen de poemas vanguardistas como contrapunto. En el 2001 le
dejaremos en libertad para que escriba lo que desee, porque su nivel de
popularidad se conseguirá al convertir en un filme de éxito la novela
"La mordedura"...
El señor Fuenterrabía fue detallando, año tras año, el
futuro de mi vida. Me habló de los libros que me vería obligado a
escribir, de las conferencias que tendría que pronunciar, de los ensayos,
los poemas, las obras teatrales y los artículos que irían saliendo de mi
pluma para echarse a volar por el mundo como palomas; para traducirse al
inglés, al alemán, al ruso, al japonés.
-...En el año 2013 dejará de costarnos dinero y el éxito se habrá
consolidado definitivamente. Será usted, gracias al talento y a la
publicidad, un conocido escritor. Le nombrarán doctor "honoris
causa" de la Universidad de Oxford y el señor Lara le mandará un
emisario para que participe en el Planeta, pero usted, muy digno,
contestará: "Muchas gracias, señor, pero yo no creo en los premios
literarios". En el año 2020 tengo la gran satisfacción de
anunciarle que será elegido miembro de número de la Real Academia Española
de la Lengua, aunque, desgraciadamente, no podemos decirle todavía en que
sillón se sentará. En el año 2021 publicará "Velázquez, el Greco
y Goya, tres genios de la pintura" y por último, en el año 2034,
cuando sea usted una gloria nacional con más de cuarenta libros
publicados y un apretado currículum de éxitos, honores, halagos y
distinciones, la Academia sueca le concederá el premio Nóbel de
literatura. La gloria habrá llegado a su vida y será usted ¡ay! y
precisamente en ese momento Promociones Personales S.A. dejará de
tutelarle, de protegerle, de proyectar su existencia y su trabajo. Con el Nóbel
llegará la jubilación y el bien merecido descanso. A partir de ese
instante será usted el dueño absoluto de su futuro y podrá optar entre
instalarse cómodamente en las enciclopedias o morirse discretamente en su
villa de Celorio. Nosotros lo dejamos a su buen criterio.
El señor Fuenterrabía esperaba mis preguntas. Yo,
anonadado, no podía articular palabra.
-El premio Nóbel, dice usted...
(Continuará
el próximo número) |