fectivamente Ramón
"Guamá" es simpático, payaso, ingenioso... pero también muy observador,
crítico, irónico y solidario. Basta saber que el sobrenombre artístico
de Guamá le viene de una zona de Cuba de la que se enamoró cuando en el
93 fue allí "a ayudar". Esta poliédrica personalidad da como resultado
unos chispeantes monólogos.
-¿En qué te basas para escribir tus monólogos? ¿Qué va a
encontrar la persona que vaya a ver una actuación de Guamá?
-Yo me baso en lo que veo y sobre todo en lo que vivo. Le saco punta
absolutamente a todo lo que hay a mi alrededor, desde sacar el carné de
conducir, entrar en un tanatorio, salir de compras, volver a la
escuela... a las cosas más inverosímiles. La gente que me vaya a ver se
encontrará con situaciones de la vida cotidiana con las que todo el
mundo se va a identificar. Y luego, en un espectáculo de una hora me
gusta dejar diez minutos para la locura, para cosas muy raras que no
tengan mucho sentido, pinceladas de humor tipo Gila o Faemino y Cansado.
-Dime tres cualidades que ha de tener un buen
monologuista.
-Sobre todo debe escribir sus propios textos. Después, cuando los
represente en el escenario, tiene que olvidarse un poco de ellos y
añadir improvisación. Y por último que sea muy, muy natural. Hay mucha
gente que hace teatro y ahora se dedica a los monólogos y no tiene
ninguna naturalidad, son muy teatreros, y eso le hace perder muchísimo.
Se nota la actuación, porque hay diferencia entre humorista y actor, y
para ser humorista tienes que ser natural, tú mismo.
-Según tu experiencia, ¿qué provoca más risa en la
gente?
-Sin lugar a dudas, el sexo. Todo el mundo se siente identificado
con él. Yo lo tengo comprobado: cuando notas que el público está un poco
frío, tiras de sexo y ves cómo se levanta el espectáculo. Y luego por
contra, funciona bastante mal la política.
-Por cierto, ¿a quien le falta más sentido del humor: a
los políticos, a los medios de comunicación o a los funcionarios?
-Creo que a los políticos. Yo no creo que se haya acabado esta
confrontación entre derecha e izquierda en España: al PSOE no le gusta
que gobierne el PP y viceversa. Creo que los cambios en este país no se
hacen de una forma natural, todo es traumático, como si ocurriese una
auténtica catástrofe y los que somos ajenos a los dos partidos vemos el
cambio de una manera más normal.
"No
sabemos reírnos de nosotros porque hemos convertido las
cosas ínfimas e innecesarias en nuestras preocupaciones" |
-¿Qué parte del mundo necesita una pizca de humor?
-Creo que hay demasiados sitios, pero fíjate qué contradicción: los
que peor lo están pasando son los que más humor tienen, como la gente de
Argentina, Cuba o Brasil. A los europeos nos hace falta mucho humor, en
general tenemos el culo demasiado apretado. Tendríamos que copiar un
poco de toda esta gente que lo está pasando mal, donde se ríen mucho
porque ven la vida de forma diferente a como la vemos los occidentales,
que necesitamos muchísimas cosas para poder ser felices.
-Con lo necesaria que es la risa para relativizar los
problemas, ¿por qué en la vida cotidiana nos cuesta tanto reírnos de
nuestras mediocres preocupaciones?
-Porque hemos hecho de cosas ínfimas e innecesarias nuestras
preocupaciones y por eso no nos reímos. Cuando salgo al escenario
empiezo a reírme de esas cosas que durante el día nos hacen infelices y
que cuando las analizas ves que son auténticas chorradas, como que no
nos podemos comprar un televisor de plasma. Esto es un problema de
nuestra sociedad de consumo.
-¿Dirías que cura más la risa que cualquier
antidepresivo?
-Lo tengo clarísimo, por supuesto que cura muchísimo más la risa. Si
la gente fuera consciente de lo que cura la risa acudiría siempre a ver
un espectáculo de humor, ya fuese un mago, un payaso, un humorista. Cura
muchísimo y además es baratísimo reírse.
-Así que tú no debes tener enfermedades...
-Pues no me vas a creer, pero es verdad que no tengo. Pero también
es cierto que siempre me he tomado la vida así, con mucho humor.
-¿Cómo te tomas una noche en la que no has conectado con
el público?
-Yo soy muy peleón, aunque hay dos partes en mi vida como humorista.
La primera, en la que me subí al escenario sin ser nadie, pasaba
cualquier cosa ajena a mí, o la gente no se reía, y yo literalmente me
hundía. Pero cuando decidí dedicarme a esto me planteé encontrar métodos
que solucionasen ese momento porque no me quería hundir, y ahora mismo
si la gente no se ríe yo lo peleo hasta que consigo engancharla. Y más
tarde o más temprano, la gente cae.
-¿Qué cosas no te hacen ninguna gracia?
-A mí me hace gracia todo. Me meto mucho conmigo mismo y eso me da
licencia en un espectáculo para meterme luego con alguna gente. Yo
escribo absolutamente de todo, nada me da pena y de hecho uno de mis
mejores monólogos es mi vida dentro de un tanatorio. Yo estoy muerto y
cuento lo que pasa alrededor de mí en el tanatorio. Y eso desmitifica
cosas que no son tan negras. ∆