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SUPLEMENTO CASTILLA Y LEON - DICIEMBRE 2004

ACARICIANDO EL CIELO

ISIDORO RODRIGUEZ CUBILLAS
-Montañero y escritor-

ISIDORO RODRIGUEZ CUBILLAS

Si existe alguna literatura conectada a la Madre Tierra, ésa es la de montaña. En ella se combinan las descripciones del paisaje con las gestas humanas, los sentimientos personales con los elementos que nos rodean en las altas cumbres. El montañero Isidoro Rodríguez mezcla con acierto todos esos ingredientes en libros como Peña Santa, la perla de los Picos (Editorial Desnivel) o El Naranjo, Caín y el Cainejo (Editorial Lancia). Adentrarnos en la montaña de su mano es abrirnos a nuevos mundos.
 

 

 

 

 

 

 

"La montaña forma parte de mi vida como el respirar, como el aire. Sin ella no sería yo"

 

 

 

 

 

 

 

 

 



"Desde finales de los 60 hasta principios de los 80, la mayor parte de la afición montañera se produjo en bloque gracias a los libros"


Texto: Marta Iglesias / Fotos: I. Rodríguez

Afirma Isidoro que su nacimiento no preconizaba que su destino fuese estar unido a la montaña, puesto que nació en un pueblo de Valdevimbre dominado por la llanura. Pero su estancia en el montañoso pueblo de Pola de Gordón despertó su interés por las cumbres, a las que comenzó a ascender y escalar a los 16 años cuando se trasladó a León. Desde entonces ni un solo momento libre ha dejado de dedicarlo a la montaña, ya sea de pensamiento o de acción. Cuando no está revisando una ruta, inicia un posible libro, prepara una exposición o asciende sus queridos Picos de Europa. Asemeja su dependencia a la montaña con el aire que respira y a través de sus libros contagia su 'locura' a todos los que comparten su modo de vida.

-¿Cómo diste el paso de escalar a escribir libros sobre montaña?
-Más que libros, en principio escribía algún artículo para revistas de montaña asturianas y madrileñas que me lo pedían. Ya llevaba muchísimos artículos cuando escribí el primer libro sobre un sector de la Cordillera Cantábrica, que es la cuenca del Bernesga y que editó la Federación de Castilla y León de Montaña en 1990. Luego vino uno sobre el Naranjo, más tarde una guía sobre Picos de Europa, con ascensiones, escaladas, travesías... Después escribí uno de esquí de montaña en la Cordillera Cantábrica y los Picos de Europa con Adelino Campos Niño. Y este año edité dos: Peña Santa, la Perla de los Picos, y El Naranjo, Caín y el Cainejo -junto a Santiago Morán y Ramón Lozano-, con motivo del centenario de la historia del Naranjo. Aunque ninguno es autobiográfico, en todos hay pinceladas de mi trayectoria y mi historia con esas montañas.

-A través de la experiencia contada en un libro, ¿puede alguien animarse a salir a la naturaleza?
-Sí, de hecho desde finales de los 60 hasta principios de los 80 la mayor parte de la afición montañera se produjo en bloque gracias a los libros. Entonces Editorial Juventud era la única que tenía libros de montaña, pues había poco escrito por españoles; pero llegaban libros de escaladores franceses e italianos como Walter Bonatti, Gaston Rebuffat o Lionel Terray. Muchos de ellos estaban en francés o italiano y entonces había que traducirlos, pero estos eran los que creaban afición, escuela.

-¿Por qué te decidiste a escribir sobre la emblemática Peña Santa? ¿Qué idilio particular mantienes con esa montaña?
-En los Picos de Europa hay dos montañas que sobresalen por encima de todas las demás: el Naranjo, al que he subido unas 54 veces, y Peña Santa, que paso de las 80. En Picos he hecho cantidad de excursiones, lo conozco bastante bien y me es fácil escribir sobre ellos. A nivel particular, aunque el Naranjo quizás sea la montaña más conocida para el gran público, para mí -como para otros muchos montañeros- la montaña reina es Peña Santa.

-Este año estás en todos los encuentros sobre el Naranjo, del que has escrito un libro y variados artículos. ¿Qué representa esta montaña en la historia del montañismo español y en la vida personal de Isidoro?
-El Naranjo representa mucho porque es una montaña que hay que escalar para subirla y fue la primera gran conquista -en cuanto a dificultad- que hice en los Picos de Europa. Hubo décadas que la subía todos los años como si fuera un peregrinaje, luego hubo años en los que no fui y sin embargo este año he subido nueve veces. El Naranjo es una montaña espectacular y en ella se han ido reflejando todos los aconteceres de la historia del montañismo español, con lo cual atrae más a la hora de ir y de escribir sobre ella.

-¿Las experiencias que se viven en la montaña pueden quedar reflejadas en palabras?
-Yo al menos encuentro grandes dificultades. Me cuesta trabajo expresar lo que vivo, y de hecho he contado mayoritariamente las historias de los demás. En Peña Santa sí he tenido actuaciones de cierta importancia y las he tratado de reflejar casi desde un punto de vista aséptico, mirándome desde fuera. Donde sí he hablado de mí fue en los montones de artículos que mandábamos por Internet durante la expedición Samuel Rubio al Everest. Pero allí era muy fácil escribir, pese al frío, porque tenías tiempo y te concentrabas bien.

-Has estado en muchas montañas y lugares, ¿qué ascensión o escalada recuerdas especialmente?
-Hay muchas, pero yo siempre miro hacia adelante y me gusta más hablar de la próxima montaña que voy a subir, no de la que he hecho. De recuerdos no se puede vivir, hay que vivir de realidades. Tengo tantos planes... Quiero subir al Torrecerredo en invierno, que nunca lo he subido, volver a subir el Naranjo. Son cosas sencillas, cotidianas, pero la felicidad está en las cosas pequeñas y en las montañas a las que voy a menudo. Hay mucha gente que nunca repite cumbre, cosa que me parece lícito y a lo mejor es más inteligente que lo mío, que no me importa haber subido a una cumbre para volver. Creo que a las montañas no se las conquista, sino que te dejan estar allí un rato y cuando bajas estás igual que alguien que no ha subido nunca. O sea, que si quieres volver a tenerla tienes que volver a subir. No es de tu propiedad.

-¿Qué es la montaña para Isidoro Rodríguez?
-Pues lo es prácticamente todo. Yo no me considero sin montaña. La montaña forma parte de mi vida como el respirar, como el aire. Sin ella no sería yo, sino otra persona distinta. Soy como soy respecto a la montaña, y de hecho muchos de mis pasos van encaminados a la montaña a todas horas. Regreso de las clases, y escribo sobre Peña Ubiña. Ahora estoy pensando en hacer este verano con mi grupo de compañeros toda la Cordillera Cantábrica seguida, acabando cerca de los Montes Vascos. Así que un rato me dedico a ver algún tramo de los que queremos hacer sobre la cartografía, o me da por leer algo de montaña o escribir otra cosa. El fin de semana voy al mismo sitio, en vacaciones y navidad voy al mismo sitio, en verano al mismo sitio. Cambio el lugar, pero no el fondo del asunto. La montaña es parte de mí, no hay otro Isidoro distinto.

-¿Qué hay ahí arriba que te hace volver?
-Cada vez soy más prosaico, eso espiritual ya hace mucho que desapareció, si es que lo hubo alguna vez. Hay gente que necesita una excusa para subir a un sitio estéril por completo, porque si hay una actividad inútil es esta de subir montañas. En realidad el quid de la cuestión está en uno mismo. No hay una motivación en mi caso, creo que es parte de mí mismo, y yo ya hace años que no necesito excusas para ir a la montaña. Voy porque me gusta, sin más. Así de simple. Lo paso bomba y no concibo otra cosa. Quizá soy esclavo de la montaña. Es tal vicio que según bajo de un sitio ya estoy maquinando otra cosa. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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