| |
SUPLEMENTO CASTILLA Y LEON
CASTILLA
Y LEON
EN LA CIMA DEL MUNDO
Tenían mucho en contra, pero lo consiguieron. Ocho
deportistas unidos por la montaña coronaron, el pasado 22 de mayo, la cumbre
del Everest. Bajo el nombre de Expedición Samuel Rubio se han convertido en
la primera expedición castellano-leonesa en llegar al punto más alto del
planeta.
Texto: Marta
Iglesias / Fotos cedidas por Isidoro Rodríguez.
Aunque
éste es el final feliz de la historia, su génesis viene de más atrás,
concretamente de la figura de Samuel Rubio. En los últimos años de su vida,
este leonés intentó subir todas las montañas de su provincia de más de 2.000
metros, ascendiendo con 83 años a cimas tan difíciles como el Torre Cerredo
o el Llambrión. Con razón afirmaba que él hubiera podido subir el Everest.
Así que Jaime Rubio retomó el sueño de su padre e hizo al alpinista Isidoro
Rodríguez una propuesta difícil de rechazar: si éste conseguía un grupo de
escaladores de Castilla y León con ganas y capacidad para subir a la montaña
más alta de la tierra, él se encargaría de la financiación. Era el año 99
cuando se intentó el ascenso por primera vez por la ruta nepalí, pero la
climatología no estaba de su parte y volvieron a España. El segundo intento
fue este año y ya no se parecía en nada a aquella primera vez: en lugar de
otoño era primavera, y ya no estaban solos sino que había más de veinte
expediciones de todos los países. También la cumbre fue más accesible,
gracias a la excelente labor de equipo realizada. Está claro que la montaña
no entiende de nacionalismos, como se deduce de las declaraciones de Isidoro
Rodríguez, director de la expedición, "Por encima de todo somos amigos,
llevábamos un proyecto común y lo más importante es que uno subiera a la
cumbre. Luego, si se puede, subir más; y si podemos subir todos, mejor. Pero
allí no hay historias de si eres de allí o de allá. Eso es pecata minuta".
Efectivamente llegaron 'Tente' Lagunilla, Martín Ramos y Pedro Rodríguez,
que utilizaron oxígeno del campo IV a la cima y de nuevo al campo IV, pero
"aunque salieron ese día muchas expediciones, nadie pasó de la cumbre sur,
porque todos se fueron dando la vuelta menos ellos. Así que el día que
subieron no había huella, y además tuvieron que equipar el último tramo, que
es el escalón Hillary, un tramo complicado que está en una arista y da paso
a la cima", relata Isidoro Rodríguez. Una apuesta arriesgada que, fuera de
plazo, les permitió alcanzar la cumbre.
-Recalcáis mucho el hecho de llegar sin ayuda de sherpas, ¿qué mérito
tiene?
-Normalmente, y además es lícito y es lo que se hace, se contrata a los
sherpas y éstos se machacan subiendo el material, principalmente el oxígeno.
Esa es la teoría, pero luego ya nos fuimos dando cuenta de que los sherpas
no son superhombres y resulta que los expedicionarios -por lo menos los
nuestros- pujan tanto como los sherpas o más, y andan igual de rápido o más.
Entonces cambiamos de estrategia sobre la marcha porque los sherpas no
llegaron al final. Hubo uno, el sirdar, que los aglutina a todos, que
fue una maravilla porque llegó hecho polvo a la cumbre sur -de ahí todavía
queda un trozo hasta la cumbre principal-, y allí se quedó el pobre hombre,
esperando a que regresaran los nuestros por si necesitaban botellas nuevas
de oxígeno para bajar. Un detalle digno de elogio.
-El escalón Hillary es un paso en el que muchos alpinistas se dan la
vuelta. Con el clima adverso que tuvieron, la falta de infraestructura en el
tramo y viendo que el resto de los equipos se daban la vuelta: ¿qué les
animó a sortear ese último paso anterior a la cima?
-Dos cosas: primero que iban sobrados de fuerzas, fundamental porque
sino se hubieran dado la vuelta. Y lo segundo es la experiencia que tienen.
Llevan muchos años saliendo a la montaña y aunque ven allí un trozo que es
difícil, saben que suben trozos más difíciles muy a menudo. Según se ve
desde la cumbre sur, el escalón Hillary da miedo, pero conforme te vas
acercando ya se va viendo más humano; difícil pero tampoco extremo. Y por
los relatos de mucha gente que ha subido sabes que aquello no es ninguna
cosa del otro mundo. Esto es lo que pasa, que unidas experiencia y fuerza te
hacen avanzar.
-¿Cuál es la dimensión que el concepto equipo adquiere en la montaña?
-Bueno, a nuestro lado y de forma paralela se desarrollaban muchas
expediciones que funcionaban por su cuenta y para las que el concepto grupo
no existía: expediciones comerciales en las que la gente se matricula y
paga, con lo cual están formadas con gente de muchos países que no tienen
vínculos entre sí; había una expedición militar india, un grupo japonés...
En realidad la nuestra era la expedición atípica, nosotros éramos un grupo,
las decisiones se tomaban en grupo, la estrategia se hacía en grupo y el
trabajo se hacía en grupo. Era volcarnos todos en volver como fuimos y en
que se subiera a la cima.
-De todos modos, a esas alturas al final uno depende sólo de sí mismo.
¿Se puede comprobar en la montaña de qué pasta está hecho uno?
-La montaña es un mundo especial porque exige mucho. Tienes que volcarte
en tu interior y discernir perfectamente qué es lo que puedes hacer y lo que
no. Eso es lo difícil, porque en la montaña se camina muchas veces sobre el
filo de una navaja, y esto es lo que lleva muchas veces a accidentes. ¿Qué
es lo que hago? ¿Dónde llego? Y eso lo tienes que valorar tú. Mira, aunque
llegaron tres a la cima, hubo una cuarta persona del equipo que se fue
quedando atrás porque tenía mucho frío. Hablábamos con él por el talkie y
cuando nos dijo que se sentía mal le contestamos 'Miguel Ángel, venga, date
la vuelta. Una montaña no vale la vida de nadie' Y al final dio la vuelta.
Fue lo sensato. Por eso te digo que hay un momento en que la valoración
tiene que hacerla cada uno, tú puedes aconsejarle, pero no dejan de ser más
que buenas intenciones.
-Uno se puede entrenar físicamente para subir una montaña, pero ¿cómo se
prepara mentalmente para afrontar los riesgos con los que te puedas
encontrar?
-Mentalmente hay dos cosas. Una de ellas es el deseo, y eso se le supone
a cualquiera, porque sino es un suplicio meterte en eso. La otra es la
experiencia, que muchas veces es la que te dice qué es lo que tienes que
hacer. En ocasiones es difícil encontrar ese punto, pero eso no se entrena:
es cuestión de tiempo y de sensatez, como en otras facetas de la vida. No es
específico de la montaña.
-Ahora que habéis llegado a lo más alto, ¿qué planes tenéis como conjunto
o por individual?
-Pensamos hacer una expedición de cierto nivel para el 2003 como grupo,
como bloque, pero aún no hemos definido el qué. El año que viene yo
seguramente vaya a los Andes, y el resto irá a otros sitios. Pero está claro
que seguiremos haciendo cosas juntos. ∆
Expedición Samuel
Rubio 2001: Los montañeros Isidoro Rodríguez, Emilio Vicente Lagunilla
'Tente', Pedro Rodríguez, Martín Ramos, Adelo Campos, Juan Carlos Martínez,
Miguel Ángel Adrados y Miguel Ángel Pérez, acompañados del médico Julio
Sahagún.
|
| |
|