-Recientemente ha participado en las Jornadas Literarias de Castilla y
León. ¿Por qué ésta es una tierra literaria?
-En Castilla siempre ha habido escritores. En toda España llevamos
cerca de ochocientos años publicando ficciones en lengua castellana, por lo
tanto hay una vieja tradición, que está en la lengua y en la cultura. Y yo
creo que esa tradición sigue vigente.
-Personalmente, ¿en qué ha influido León en su obra?
-Pues me ha estimulado mucho, desde el punto de vista no sólo de
las historias que oí y leí, sino también por la propia estructura
física: los paisajes rurales, el mundo urbano... Tal vez la antigüedad,
eso también es muy español, aquí en cuanto das un paso te encuentras una
piedra milenaria o un monumento extraño. En fin, yo creo que la antigüedad
es memoria, y la memoria es un estímulo para la ficción.
-Ha cultivado prácticamente todos los géneros: literatura infantil,
juvenil, libros de viajes, novelas... ¿existe algo en lo que no se sienta
cómodo?
-No. Yo he aprendido con los años que para olvidar el libro que
acabas de escribir, que para mí es siempre un poco obsesivo, lo mejor es
cambiar de registro y pasar a una cosa completamente diferente. Y en ese
sentido, a veces he empezado cosas por tantear algo que no había hecho
antes o me he atrevido a escribir libros para primeros lectores, que creo
que es un reto. Pero cuando uno se dedica a la literatura lo bueno es
también afrontar retos nuevos. Y no es que me sienta cómodo, es que al
cambiar de registro recupero aspectos de la imaginación que a lo mejor
tenía un poco dormidos.
-En alguna ocasión ha hablado de la literatura como vacuna, para no
creer todo lo que nos cuentan los telediarios. ¿Es que nos cuentan muchas
mentiras?
-Bueno, yo que he trabajado en un libro de leyendas españolas,
pienso que a veces hay un menosprecio hacia la leyenda, por pensar que es
mentira. Y lo que muchas veces es mentira es la historia; la leyenda no
engaña a nadie, todos sabemos que es ficción. Y la literatura tiene ese
aspecto de ficción que no pretende enfrentarse a la realidad, sino hablar
de cosas que a lo mejor la realidad no nos muestra, o nos muestra de manera
deformada. En ese sentido sí creo que es mucho más sano leer novelas,
cuentos y poemas, que creerse todo lo que nos cuenta el telediario o la
publicidad.
-¿Por eso la fantasía es una constante en su obra, como vía para
entender todo esto?
-Es que la literatura es el instrumento que nos permite no sólo
viajar por la realidad de la vigilia, sino también por la realidad de los
sueños. Y no se puede viajar por esos dos sitios a la vez sin utilizar lo
fantástico, la fantasía, la imaginación.
-Dice Juan José Millás que quien controla las palabras controla la
realidad. ¿Está de acuerdo?
-Hombre, es un poco osado pensar que controlamos las palabras. Tal
vez sea al contrario, debemos ser humildes y dejar que las palabras nos
controlen a nosotros, sobre todo en el caso de los escritores: somos un
instrumento al servicio de las palabras. Pero las palabras tienen más
fuerza y más vida que nosotros, han nacido hace muchos millones de años y
nosotros lo que hacemos es intentar verles una forma nueva, un sentido
nuevo. No me atrevo a pensar que las controlamos.
-Como comentaba antes, ha publicado en género infantil. ¿Esos primeros
lectores son un público más exigente que el adulto?
-Pues cuando de verdad te relacionas con ellos, sí. Lo que pasa es
que son un público cautivo, es decir, que tanto los niños como los
jóvenes se ven obligados a leer lo que les damos, y normalmente les damos
cosas que si fuesen para adultos no pasarían un control de calidad. Pero
cuando tú te acercas a un niño con un libro que le ha gustado te das
cuenta de que probablemente no es un lector exigente desde el punto de vista
estético, porque tiene todavía poca formación; pero desde el aspecto de
la trama y la verosimilitud es un juez implacable. Yo he escrito un libro
para niños pequeñitos y en una edición posterior lo he modificado, porque
al oírles me he dado cuenta de que habían visto cosas que yo no había
visto.
-¿Qué temas le preocupan respecto a los jóvenes para los que escribe?
¿Cuál sería el mensaje?
-Creo que el mensaje, aunque parezca una perogrullada, es que las
palabras escritas siguen siendo un estupendo viaje para la imaginación. Que
efectivamente, la realidad virtual de los medios audiovisuales o la
informática abre nuevos espacios, pero que sigue habiendo un viaje secreto,
que sólo puede hacer cada uno, y que se hace a través de las palabras
escritas. Y es un viaje maravilloso, estimulante, no necesita pilas ni
software sofisticado. Luego hay otros aspectos, como el gusto por la
aventura o el valor de la amistad; pero sobre todo es que los libros en sí
mismos son un gran placer, si sabemos encontrar el camino de entrada, que es
un poco de generosidad por nuestra parte y un poco de paciencia. Lo demás
se dará por añadidura.
-Y quizás también que si los niños se acostumbran a leer se van
vacunando, como decíamos antes.
-Bueno, yo siempre pienso que a veces queremos que todos los niños
sean lectores y no creo que vaya a ser así. Lo que sí creo es que si
fomentamos el gusto por la lectura crearemos unos cuantos lectores sólidos
y los demás tendrán la idea de que los libros sirven para algo. Si no,
llegaremos a que los niños que lean lo hagan en secreto, porque van a ser
perseguidos por los compañeros. Con poner la vacuna de que unos cuantos
sean grandes lectores y los demás lo respeten porque sepan que es un valor,
sería suficiente.
-Otro de los temas recurrentes en su literatura es la dualidad. ¿Cómo
es esto?
-Ayer di una charla sobre La vida es sueño, de Calderón, y
yo pertenezco a esa estirpe, que es muy de la cultura española, de pensar
que la vida es sueño y el sueño es vida. Es decir, que el doble, la
duplicidad de todo, está dentro de nosotros. Somos sueño y somos vigilia,
no estamos hechos de una pieza. Por eso todos los abertzalismos y los
fundamentalismos me parecen una necedad, porque el ser humano está hecho de
fragmentos, siempre es un mestizaje.
-Entre el sueño y la vigilia, ¿con qué sueña José Mª Merino?
-A estas alturas de la vida uno ya no tiene los sueños utópicos
que seguramente tenía cuando era joven, pero tengo bastantes. Yo creo que,
en principio, el mundo es un lugar hermoso, pero vivimos en una
civilización cada vez más bárbara, que desaprovecha la belleza del mundo,
a veces por derroche, a veces por egoísmo, a veces por pura crueldad. Mi
sueño sería que cada vez más sepamos apreciar la belleza del mundo y de
la vida.
-En cierto modo, ésa es la labor del escritor.
-Creo que sí, que el escritor está al servicio de descubrir cosas,
de ir abriendo senderos e iluminando zonas para hacérselas ver a los
demás, para que disfruten y reflexionen sobre ello. ∆