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La
cultura catalana es rica en leyendas y tradiciones populares. El 23 de abril confluyen
varias de ellas y dan lugar a uno de los días más emblemáticos de Cataluña. Sant Jordi
vuelve a tomar las calles.
La
leyenda de Sant Jordi y el dragón es común a casi toda Europa, y muchos países como
Inglaterra, Portugal o Grecia, la han cogido como suya. En Cataluña, es en la población
de Montblanc donde arraigó con más fuerza y hoy en día se celebra la Setmana Medieval
de Montblanc. En ella, junto a otros actos, se representa cómo el santo mató al dragón
que tenía tiranizada la capital de la Conca de Barberà. En las antiguas murallas de la
ciudad todavía hay un portal conocido como Portal de Sant Jordi, por donde se dice que
salió el caballero después de matar a la bestia.
La devoción europea por Sant Jordi viene de las cruzadas. Gracias a su
milagrosa ayuda pudieron los cristianos ganar la guerra. En Cataluña, el santo apareció
en momentos cruciales de la historia, como en la conquista de Barcelona por el conde
Borrell, a finales del siglo X. Sant Jordi se convirtió en el patrón de la caballería y
nobleza catalana, pero no es hasta el siglo XV cuando se le reconoce como el patrón de
todo el pueblo. Mucho más tarde, en el XIX, la fiesta se populariza, gracias al impulso
que viven las tradiciones catalanas durante la Renaixença. Sant Jordi se presenta como el
símbolo de la lucha del pueblo catalán por su independencia.
En el día de Sant Jordi coinciden muchas tradiciones que la historia ha ido llevando a un
sólo día. Lo de las rosas viene porque ese día de fiesta se celebraba una misa solemne,
en la que se regalaban rosas a las damas; también se tienen noticias de ferias de flores
en Barcelona, especialmente la conocida como fira del enamorats, en la que se
regalaba una rosa a la enamorada. En el año 1926 se instituye el 23 de abril, aniversario
de la muerte de Cervantes y de Shakespeare, como el día de libro. Cataluña absorbe la
tradición y la recicla en una fiesta de carácter único en todo el estado español,
aprovechando de paso para hacer una reivindicación del libro en catalán durante los
años del franquismo.
Sant Jordi, por último, marca el comienzo de la primavera. Por eso es el momento de
salir a la calle a pasear y disfrutar del buen tiempo. La venta de libros y rosas, además
del negocio y la reivindicación cultural, se convierte en una celebración popular en el
que se entremezclan otros actos (sardanas, castells, exposiciones...) que hacen que la
fiesta sea más fiesta que nunca |