Su
padre era Guardia Civil. Durante varios años vivió en una casa-cuartel, en ambientes
próximos a círculos militares. Eso modeló su carácter. Poco a poco se fue forjando una
conciencia de lucha por los sectores marginales con la que procura ser consecuente.
Trabaja desde hace trece años en el Ministerio de Educación, en un equipo de
orientación educativa. Desde allí atiende todo tipo de problemáticas: deficiencias,
atención familiar, programas de trabajo...
-¿Por qué en una educación social?
-Entiendo que la educación es fundamentalmente social, aunque se desarrolle
en la escuela. El trabajo con las familias es también importante, sobre todo en la
pequeña infancia hasta los 6 años, por eso hay que organizar programas de trabajo con
los familiares, con los críos, con el profesorado, es decir desarrollar un plan de
integración.
-Hace ya varios años que trabajas con temas
marginales, como el del chabolismo.
-Los grandes promotores de esto son Nieves Salaberri y Angel Cuervo, que son
los que llevan más años trabajando en este tema. Yo empecé como trabajadora social
ocupándome de las prioridades de grupos sociales que estuviesen privados económicamente
y culturalmente. Me tocó trabajar en zonas de escuelas donde había niños de poblados
gitanos. Me puse en contacto con Nieves y a partir de entonces decidí que no podía
trabajar sin ver qué pasaba allí. Empecé a apoyar más directamente a la población, a
estar con ellos, a conocerlos, a favorecer que los críos tuvieran un sitio en la escuela,
y sobre todo que perdieran el miedo a la escuela y a lo institucional.
-Por regla general la mujer encuentra más obstaculos
a la hora de conseguir lo que se propone. ¿Fue así en tu caso?
-A mí me favorecieron mucho mis padres, que querían una educación para mí
y otra forma de vida como mujer, proyectada a un modelo de mujer más independiente de lo
que pudo ser por ejemplo mi madre. Ahora mismo no sé decirte si he tenido problemas por
ser mujer, posiblemente sí, pero es que yo me he negado a tener problemas por ser mujer.
A veces sí he notado diferencias en el trato con la gente, pero ha ido cambiando todo
bastante.
-¿Qué valor crees que ha de prevalecer por encima de
todo?
-El de permanecer en paz con uno mismo. Y poder decirte lo que te gusta y no
te gusta de ti mismo; a partir de ahí ya hablas de lo de fuera.
-¿Crees que la sociedad asturiana es machista?
-La asturiana es machista como casi todas las del norte. Eso que se comenta a
veces de ese falso matriarcado que se les atribuye a algunas sociedades como la vasca o la
gallega, en el fondo lo que hace es perpetuar el poder del hombre. En la sociedad
asturiana ocurre algo parecido: aunque no haya "machos", funciona ese machismo.
-¿Qué le falta y que le sobra a la mujer para que
ocupe el lugar que le corresponde?
-Le sobra miedo a mostrarse cómo es como mujer. ¿Por qué una mujer con
éxito tiene que ser aquella que imita un modelo masculino? Parece que para tener poder y
conseguir el éxito una mujer tiene que mostrarse como un ejecutivo poderoso y alejarse de
las otras mujeres, sobre todo de las que son feministas y luchadoras.
-¿Quién es Jovita Barreiro?
-Nunca me he parado a pensar quién soy. Soy una mujer que ha tenido la
oportunidad de tener contactos con el mundo. A mí me han enseñado que la gente ve la
vida de diferentes maneras. Nunca pensé en mí misma como una madre rodeada de criaturas,
casada y metida en casa. No me inculcaron esa idea. Y eso ha sido una suerte para mí
porque me hicieron pensar como una persona independiente en la vida, pero al mismo tiempo
rodeada de gente y de afectos. Necesito el contacto directo con el mundo, creo que sin eso
no sabría vivir. Necesito estar metida en mogollón de historias.