Hace más de cinco años que
esta eurodiputada por IU trabaja en el Parlamento Europeo. Este hecho le ha permitido ver
las cosas que suceden en el mundo desde una atalaya privilegiada. Sabe, como siempre supo,
que si se quieren cambiar las cosas de esta sociedad injusta, no se puede tirar la toalla.
Por eso el espíritu inconformista de Laura sigue batallando por hacer realidad su sueño:
una sociedad más justa y solidaria.
"No se puede vivir a gusto mientras se sepa que hay tantísima
gente que no vive, que no come, que se muere...¡Es terrible!"
"Si no fuera por el espíritu rebelde de algunas
mujeres no se habría avanzado en estos últimos años tanto como se avanzó"
"La situación de los hombres mejora cuando la
situación de las mujeres mejora"
"Recuerdo con muchísimo cariño cómo mi abuela y mi
madre atendían a los niños de un grupo de gitanos. Mi madre los traía a casa, los
bañaba y los vestía con la ropa de mi hermano" |
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En el Hospital San Agustín de Avilés fue donde aún muy joven inició su
actividad sindical. Sin ella proponérselo se vio inmersa en un conflicto defendiendo a
las mujeres de la limpieza que reclamaban mejores condiciones salariales. Más tarde
vinieron las primeras elecciones democráticas municipales, en las que fue elegida como
concejala del PCE en el Ayuntamiento de Avilés. Posteriormente llegó a ser diputada
regional y Presidenta del Parlamento Asturiano: fue la primera mujer en ocupar este cargo.
"Al año de dejar la presidencia del Parlamento Asturiano -rememora Laura- dimitió
un compañero en el Parlamento Europeo, y nuestra organización consideró que yo debía
ocupar ese lugar. De forma sencilla, sin yo buscarlo, me vi desempeñando el papel de
eurodiputada".
-En la trayectoria de tu vida tuviste que asumir
responsabilidades que no te gustaban, más por la necesidad de los demás que por ti
misma. ¿Para ti la vida ha sido siempre un reto?
-Sí, yo creo que sí. Eso no quiere decir que a veces por ejemplo no hubiese querido
ser cabeza de lista. No quiero que dé la sensación de que estoy en esto por obligación.
Yo lo considero un privilegio. Sin quererlo pasé por una vida hasta ahora privilegiada,
porque ser presidenta del Parlamento de la región en la que vivo es una maravilla, no es
cualquier cosa; ser hoy eurodiputada es interesantísimo... He tenido la oportunidad de
visitar Cuba, el Salvador, Nicaragua, países a los que yo quiero mucho y que tienen
muchas dificultades. Y todo eso es un privilegio. En el año 99 se cumplirán veinte años
desde que estoy ocupando cargos públicos. La verdad es que ya necesitaría que gente
joven se pusiera en mi lugar.
-La mujer siempre ha jugado un papel fundamental en la
transformación de la sociedad. ¿Qué valores debería tomar el hombre de la mujer?
-En términos generales hay excepciones en uno y otro campo. Lo que yo veo de las
compañeras de trabajo, o de las mujeres de matrimonios amigos, es que en general, no
tienen ese afán competitivo de ser más que nadie, hay más bien afán de colaboración,
por mucho que en la sociedad lo de la competitividad esté de moda. A mí me parece que es
un valor el no tener que ser más que nadie sino ser uno mismo. A las mujeres cuando se
les da una tarea la realizan con total rigor y seriedad. Las mujeres son más
autodisciplinadas y más constantes en el trabajo. La prueba es que incluso por defender
los derechos de la mujer hay menos dificultades para que se unan mujeres de diferentes
grupos. Hay más problemas a la hora de defender el derecho al aborto, porque hay
diferencias, pero si se trata de defender derechos salariales, derechos de atención
social para que las mujeres puedan trabajar o derechos sociales, ahí las mujeres de todos
los grupos se unen muy fuertemente y no se ve que haya diferencias ideológicas. Esos son
algunos de los valores que la mujer lleva a la sociedad, a la política, y que todavía no
están tan extendidos como debieran.
-La mujer hasta ahora no sólo ha tenido que ocuparse de las
cuestiones domésticas sino que también trabaja y atiende perfectamente las dos cosas. Su
capacidad de autoorganización y de organización ¿es lo que el hombre tiene que
aprender?
-En las directivas que se han aprobado desde el año 75 en la UE y que tiene que ver
con los derechos de la mujer, en algunos de los párrafos se dice: "No será posible
alcanzar la igualdad salarial, la igualdad con el derecho al trabajo, la igualdad con el
derecho a la educación, si no hay un reparto equitativo de las tareas domésticas".
Una de las cuestiones que más pesan en las mujeres a la hora de trabajar o estudiar es
que tienen a veces una, dos y hasta tres jornadas de trabajo. Hubo un momento de mi vida
en el que yo trabajaba como concejala del ayuntamiento de Avilés, trabajaba en el
Hospital San Agustín y trabajaba de ama de casa: eran tres jornadas. Claro, eso es
durísimo. Muchas mujeres quizás no entran en el mundo de la política o de la educación
o en otros terrenos en donde están los hombres porque para ellas es mucho más duro.
Ahora mismo ya está aumentando la presencia de la mujer en el mundo del trabajo, y no
queda más remedio que repartirse las tareas domésticas, porque si no va a llegar un
momento en que la mujer se va a rebelar.
-¿Te sientes rebelde?
-Sí me siento rebelde. Sobre todo rebelde no por mí, que ya estoy un poco
"amortizada", sino por las mujeres del futuro, por mucha gente joven que ahora
tiene muchas ilusiones.
-¿Crees que la mujer tiene espíritu rebelde?
-Yo creo que si no fuera por el espíritu rebelde de algunas mujeres no se habría
avanzado en estos últimos años tanto como se avanzó. Si miro veinticinco años atrás y
veo la vida de mi madre y la de otras mujeres, me doy cuenta de que el salto cualitativo
es enorme. Si ese espíritu de lucha es suficiente o no, pues no lo sé, porque todavía
vemos que hoy pervive del 25 al 30% de diferencias salariales entre hombres y mujeres para
un trabajo del mismo valor. La indepencia económica es fundamental para la independencia
de la vida de cualquier persona, y en las mujeres en concreto. Es verdad que se avanzó y
se luchó mucho, pero se necesita seguir luchando.
-Alguien dijo: "Por cada mujer que da un paso hacia su
propia liberación, hay un hombre que descubre el camino hacia la libertad".
-Sí, puede ser verdad, porque al principio los hombres se resisten, pero después ven
que el que la mujer salga adelante, permite algo tan simple como mantener conversaciones
diferentes en la casa.
Un proyecto de la UE con las indígenas guatemaltecas en poblados fronterizos en México,
consistía simple y llanamente en enseñar a las mujeres indígenas a leer, a escribir, a
atender un parto y nutrición infantil. La experiencia nos la contó una indígena. Decía
que si tú enseñas a una mujer, automáticamente estás enseñando a sus hijas, a su
madre, a sus hermanas, a sus amigos... El efecto es multiplicador. Ocurrió que la
mortalidad infantil descendió y la mortalidad de madres en partos también, que su
calidad de vida mejoró muchísimo... La indígena contaba que al principio cuando ellas
iban al curso, los maridos, que no estaban habituados a hablar con ellas, les decían que
a qué iban a esas casas de putas. Pero con el tiempo empezaron a aceptar que era mucho
mejor que sus mujeres supieran esas cosas.
Esto quiere decir que efectivamente la situación de los hombres mejora cuando la
situación de las mujeres mejora.
-¿Piensas que el espíritu de lucha de la mujer asturiana
en la actualidad está adormecido?¿Piensas que el espíritu de lucha de la mujer asturiana
en la actualidad está adormecido?
-Quizá los tiempos cambiaron, si miro para mi familia, cuando los llamados nacionales
apresaron a mi abuelo, al que luego mataron, mi abuela se quedó sola con la casa, dos
hijos y una hermana. Mi abuela materna, Mercedes, era una mujer extraordinaria. Sabía
leer y escribir, y desde los 20 años fue independiente económicamente. Después de
casarse siguió trabajando, y así hasta los 78 años. Quiere esto decir que en aquel
momento había mujeres con un espíritu enorme de independencia, aunque no tuviesen una
preparación enorme. Uno se asombra de la lucha de muchas mujeres por mantener el
espíritu de sus maridos, y por prestarles su ayuda en las huelgas de la minería en las
Cuencas Mineras en la década de los sesenta. La situación en Asturias hoy en día no es
que sea muy buena, pero en determinados ámbitos mejoró y eso produce que la gente baje
la guardia.
-Hablas de tu abuela, de la resistencia antifranquista...
¿qué recuerdo guardas de tu infancia?
-Yo vivía en una casa con una huerta en lo que se llamaba el barrio de San
Sebastián, donde está ahora ENSIDESA. Mi padre, que era naturista, vegetariano y
anarquista, cuando llegaba el invierno y nevaba, nos decía "vamos a poner unas tazas
en el tejado con pan y leche para los pájaros para que no se mueran por el
invierno", y yo recuerdo eso con mucho cariño. Recuerdo cuando empezaron a venir a
trabajar a ENSIDESA personas de Extremadura y de Andalucía que llegaban con muchas
dificultades económicas. Detrás de mi casa había unos cobertizos, y como ellos venían
sin muchos medios siempre se les proporcionó la posibilidad de quedarse allí. Comían en
mi casa más de 40 personas de lo mismo que nosotros, pues teníamos un bar. También
recuerdo con muchísimo cariño cómo mi abuela y mi madre atendían a los niños de un
grupo de gitanos que vivían en aquella zona. Mi madre los traía a casa, los bañaba y
los vestía con la ropa de mi hermano.
También recuerdo -y yo creo que eso fue lo que más me llevó a la conciencia que hoy
tengo-, cómo teniendo distintas ideologías políticas repartidas entre mi familia, en
las discusiones políticas que hubo durante tantos años prevalecía que eran hermanos por
encima de todo. Eso fue creando en mi una conciencia que me llevó a la izquierda, pero
también a la tolerancia. A veces cuando en la izquierda se decía que lo de la familia
estaba pasado de moda, yo pensaba: "¡caray!",porque la mía era una familia
plural y extraordinaria".
-Dicen que los deseos son sueños que uno quiere hacer
realidad. ¿Cuál es el tuyo?
-Mi sueño, sobre todo por una experiencia que tengo del Parlamento Europeo, es que
quería que las cosas cambiaran. Desgraciadamente es difícil, aunque haya signos de
esperanza. Yo intervine recientemente en el pleno del Parlamento Europeo con un informe
sobre el comercio justo y solidario, que se va extendiendo en el mundo. Son pequeñas
actividades alternativas que nos permiten tener alguna esperanza ante esta sociedad tan
injusta, insolidaria y mercantil. En toda Latinoamérica la población permanece en unos
índices de analfabetismo, de pobreza, de marginación y de desempleo, verdaderamente
abrumadores. El Sida se extiende en Africa y en Asia de forma galopante porque los
tratamientos que se dan aquí en el Primer Mundo son imposibles de pagar para ese Tercer
Mundo. Mi ilusión sería que las cosas se revertieran, de momento es difícil y quizá yo
no lo vea, y por tanto, lo que podemos hacer quienes estamos trabajando por otra sociedad
es no tirar la toalla. No se puede vivir a gusto mientras se sepa que hay tantísima gente
que no vive, que no come, que se muere... ¡Es terrible! |