a
son seis años trabajando codo a codo, mano a mano, con mujeres que han
sufrido algún tipo de maltrato. Las escuchan, las orientan y las
acompañan cuando deciden emprender el camino de salida. Su labor de
acompañantes por los distintos vericuetos de la administración ha puesto
sobre la mesa carencias y soluciones del sistema público de atención,
pero sobre todo ha proporcionado apoyo a muchas mujeres en el momento
que más lo necesitan.
-Veníais de
diferentes campos profesionales, y encontrasteis un punto en torno al
cual unificaros.
-Al margen de las diferencias que pudiera haber, en lo que sí
estábamos de acuerdo es en lo que podía mejorarse. Desde el ámbito
profesional de cada una de nosotras veíamos mujeres víctimas de
violencia de género. En mi caso es el terreno de la justicia; otras
compañeras son policías, trabajadoras sociales, enfermeras, abogadas,
miembros de asociaciones de vecinos. Cada una veía una parte. Entonces
decidimos dar un paso hacia delante, pasar de la silla de espectadoras a
adoptar un papel más activo.
-¿Cuál fue
el primer objetivo?
-Por nuestra procedencia profesional estábamos muy sensibilizadas
con la atención en los servicios públicos, que como son los que abarcan
toda la comunidad autónoma, son los que pueden llegar hasta la última
mujer en el último rincón. Pensamos que la mujer tiene que tener
atención viva donde viva. Por eso nuestra preocupación fueron los
servicios públicos: ver las posibles mejoras, las deficiencias,
denunciar algunas actuaciones poco profesionales de los funcionarios,
etc. Creo que es este enfoque hacia una especie de "fiscalización" de
los servicios públicos lo que nos diferencia.
-Comenzasteis siendo la "voz de la conciencia" de las Cuencas.
-Y seguimos siéndolo. Ojalá pudiéramos decir que no somos
necesarias, que la gente ha tomado conciencia, que los servicios
públicos están formados. Consideramos importante la descoordinación
entre servicios, el peregrinar de las mujeres del centro de salud a la
comisaría, al juzgado, a los servicios sociales, a la abogada, etc. Es
lo que se conoce como "victimización secundaria", es decir, después del
maltrato recibido por el agresor tener que enfrentarse a ese peregrinar,
con lo difícil que es contar aspectos tan íntimos de la vida privada.
"La satisfacción mayor
es poder hacer algo por una mujer que en ese momento preciso
no tenía a nadie. Es nuestro premio de todos los días" |
-¿Cómo
reaccionan los distintos servicios públicos ante esa labor de
vigilancia?
-Yo soy funcionaria de justicia, y no tengo ningún inconveniente en
que alguien supervise mi labor. No porque no tenga fallos, sino porque
soy la primera interesada en que me digan en qué puedo mejorar. Nosotras
acompañamos a las mujeres y comentamos por ejemplo cuando el funcionario
no ha mostrado la suficiente empatía, que en el caso de los funcionarios
públicos es profesionalidad y es exigible. Yo no podría considerarme
profesional si no miro a la mujer a los ojos, si se viene abajo y no me
paro, si le pido que concrete, si le digo que haga esfuerzos por
recordar cosas como si llovía, si era por la mañana, o cómo tenía el
puño su compañero.
-¿Sólo se
denuncian las actitudes que presencia alguna componente de la
Asociación?
-No siempre. A veces llegan hasta nosotras cuestiones que aunque no
hayan sido presenciadas por nosotras, sí podemos constatar que han
sucedido. Entonces nos dirigimos al responsable de ese servicio, bien
por escrito o bien mediante una entrevista, de la manera que quede mayor
constancia. Siguen ocurriendo cosas muy graves que no pueden dejarse
pasar, como que un policía llame a una mujer para que le lleve el
bocadillo de la cena al detenido, que es su agresor, porque el servicio
de catering ya ha cerrado y llaman al familiar más cercano. Y nos consta
que algunas cosas sí que se corrigen. No se trata de que rueden cabezas,
sino de que se cambien actitudes.
-¿Disponéis
de otros recursos en la asociación?
-No tenemos asistencia jurídica ni psicológica propia,
principalmente porque no tenemos medios, así que derivamos a las mujeres
hacia estos servicios. Lo que queremos es que los servicios se presten
de manera pública, que se creen los recursos necesarios.
-Las
mujeres pueden ponerse en contacto en cualquier momento del día o de la
noche.
-Tenemos un teléfono en el que ponerse en contacto con nosotras las
24 horas. Nos plantean situaciones distintas: voy a denunciar ya, me lo
estoy planteando... También llaman mujeres que se sienten impotentes
porque tienen una amiga que tiene este problema y no quiere denunciar, o
una madre que nos dice que hasta que no ve a su hija todos los días no
sabe si está bien o no.
"Tenemos que seguir trabajando para que el nivel de
tolerancia sea cero. Y la verdad es que el reproche social
está muy relajado. Como dice el refrán: en problemas de
hombre y mujer no te has de meter" |
-¿Cuántas
personas formáis la Asociación?
-Somos cinco personas con el teléfono de la asistencia. No estamos
todas porque algunas compañeras piensan que todavía no están capacitadas
para hacer este tipo de trabajo. Hay otras tres personas que también
trabajan diariamente en otras labores. Ocho en total para llevar
adelante la Asociación. La verdad es que hacemos bastantes malabarismos
para estar en los sitios donde se nos requiere. Luego hay socios de
cuota que colaboran económicamente poniendo un granito de arena para que
nosotras podamos trabajar.
-¿Qué os
aporta?
-Desde luego tener la sensación de que ayudamos realmente. La
satisfacción mayor es poder hacer algo por una mujer que en ese momento
preciso no tenía a nadie. Es nuestro premio de todos los días. De ahí
que nos da bastante igual ser más o menos simpáticas a nivel
institucional. Si les fallásemos a ellas nos fallaríamos a nosotras
mismas.
-En este
terreno ¿es más fácil que las mujeres traten con otras mujeres?
-Yo creo que el hecho de que haya un hombre, de entrada es una
barrera visual. Yo llevo dieciséis años trabajando en justicia y siempre
he visto que la mujer que viene con un tema de estos, busca a otra
mujer. Es algo instintivo.
-¿Cómo
valoráis la Ley Integral contra la Violencia de Género?
-Como un instrumento estupendo para conseguir objetivos, pero si no
se materializa con medios será operativa sólo en el aspecto jurídico.
También hay aspectos de la ley que exigen un desarrollo reglamentario
que no está realizado. Se han dado pasos, desde luego, pero no hay que
descuidarse.
-¿Cómo
debe implicarse la sociedad?
-Rechazando estos delitos, porque eso es lo que son. No se trata de
problemas de relación entre dos personas que no se entienden. Desde el
momento en que se produce una agresión tengo la obligación legal de
denunciar si lo oigo en casa de la vecina, si lo veo en una cafetería o
en la calle. Tenemos que seguir trabajando para que el nivel de
tolerancia sea cero. Y la verdad es que el reproche social está muy
relajado. Se sigue considerando que no hay que meterse, como dice el
refrán: en problemas de hombre y mujer no te has de meter.