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SUPLEMENTO ASTURIAS   - NOVIEMBRE 2006

Pumarín
Foto: Fusión

BARRIOS DE OVIEDO

Pumarín

Con más de 35000 habitantes, Pumarín es mucho más que un barrio. Además de los equipamientos propios de una gran ciudad, tiene una característica que lo hace especial: es el Oviedo de la diversidad y la cultura. Texto: Isabel Gómez

La otra cara del centro

La  distancia entre el Campo San Francisco y el Barrio de Pumarín se recorre en tan sólo cinco minutos. Y eso a un paso tranquilo, sin apurarse. Tal vez por ello, por su cercanía, esta zona de Oviedo ha crecido a un ritmo espectacular.

Pumarín está completo por dentro y por fuera. Su población es relativamente joven, pues son muchos los matrimonios y nuevas familias que han decidido instalarse en la zona. Al principio venían atraídos por unas condiciones para la vivienda que no encontraban en el centro; ahora los precios ya están subiendo, pero el barrio sigue siendo igual de atractivo.

La presencia de la Universidad aquí, en el llamado Campus del Milán, le da un aire dinámico al barrio, y en los alrededores del Campus de Humanidades encontramos una de las zonas verdes más importantes del barrio.

 Pumarín, territorio de todos

Dejando al margen los estereotipos que quieren comparar el nuevo Pumarín con famosos barrios mestizos de algunas grandes urbes, hay que decir que este territorio es una muestra de una convivencia que cada vez es más habitual encontrar en todas las ciudades de España.

La mezcla de culturas se hace evidente en cuanto se pone un pie en la calle. Y no sólo se aprecia en los rostros de los nuevos ovetenses, también en los locales comerciales y en los negocios de reciente creación, que se están adaptando a los nuevos tiempos y nacen para atender las necesidades tanto de los ovetentes de toda la vida como de los recién llegados. Comida china, artesanía hindú, ropa africana, productos argentinos. La diversidad se hace norma en la oferta de productos y en los locutorios hay tarifas de precios para más de treinta países. Ahí es precisamente donde encontramos la mejor muestra del trasiego internacional. "Desde que yo me dedico a esto, hace año y medio, ha aumentado tanto la población inmigrante que he tenido que abrir otro local. Ahora mismo esto es casi la ONU". Son palabras de Juan Viguera, dueño de un locutorio en Pumarín. "Al principio sólo venían colombianos, ecuatorianos, argentinos. Ahora hay egipcios, marroquíes, libaneses, rumanos". Este vasco afincado en Pumarín tiene a menudo conversaciones con muchos de los recién llegados. A veces le piden ayuda con sus papeles o simplemente orientación para diferentes cuestiones. "Son muy trabajadores, pero no tienen ni idea de cómo funciona aquí la Administración, por eso los vapulean. Así que procuramos indicarles qué tienen que hacer, cómo presentarse, cómo comportarse."

Locutorio en Pumarín
Foto: AIRA

El número de matrimonios internacionales -entre españoles y extranjeros- también está aumentando, lo cual favorece una interrelación de culturas que sin duda beneficia al barrio. Pumarín además cuenta con un movimiento asociativo cada vez más importante, porque a los colectivos de tradición en el barrio se van sumando los que agrupan a inmigrantes de una misma nacionalidad.
Y es que al igual que ocurre con los asturianos que emigraron a otros países, los inmigrantes buscan sus propios lugares de reunión con miembros de su país para compartir recuerdos de su tierra, experiencias, celebrar fechas especiales y plantear necesidades. Este hecho natural ocurre también en Pumarín sin que por lo general cause extrañeza en el resto de vecinos, aunque de forma puntual han surgido inconvenientes al utilizar espacios públicos o infraestructuras.
Para Gonzalo Olmos, concejal del grupo socialista y vecino de Pumarín desde hace dos años, la presencia del colectivo inmigrante aporta vitalidad y dinamismo al barrio. "En términos generales existe una convivencia constructiva entre los ovetenses 'nativos' y los nuevos ovetenses. La integración y el diálogo se producen cotidianamente al compartir espacios y servicios públicos. No obstante, seguramente serían necesarias nuevas iniciativas, promovidas desde el tejido asociativo y el propio Ayuntamiento, de conocimiento mutuo, intercambio cultural, etc".
Berta Montoya, presidenta de Aira, una de las asociaciones de inmigrantes con sede en el barrio, apunta que éste "es un barrio habitado por gente trabajadora y pacífica, donde se puede vivir con tranquilidad". Y añade: "Como inmigrantes siempre nos hemos sentido bien acogidos en Pumarín y nunca se han detectado problemas reseñables de convivencia. Las campañas contra los inmigrantes que algunos descerebrados han pretendido desarrollar en este barrio, no han encontrado ningún eco".
La realidad multicultural se aprecia también en las dependencias del centro social, donde tanto los vecinos procedentes de otros lugares como los nativos de Oviedo comparten actividades en una perfecta armonía. De forma puntual el centro, a través de la Concejalía, organiza talleres que fomentan el conocimiento de otros países y sus costumbres.

Comida china, artesanía hindú, ropa africana, productos argentinos. En Pumarín encontramos diversidad de razas y culturas.

En el barrio también hay profesores y universitarios que prestan su ayuda a los más pequeños, ofreciéndoles una labor de apoyo escolar que les ayuda a superar la barrera del idioma o sus costumbres. Y desde plataformas vecinales se insiste en la necesidad de organizar actos que propicien el intercambio y cursos en los cuales poder enseñar a los nuevos vecinos a utilizar correctamente servicios públicos, como la Seguridad Social. También desde entidades municipales se organizan actividades y se apoyan eventos deportivos que facilitan la integración. Todo lo que ayude al conocimiento mutuo y a la convivencia, es bienvenido en Pumarín. ∆

 El Milán y Pumarín

La presencia del Campus del Milán ha transformado el barrio. Desde que se instaló, hace ahora quince años, Pumarín asiste de septiembre a junio a un constante movimiento de estudiantes.

Octavio Monserrat Zapater, Decano de Geografía e Historia, profesor de Historia contemporánea y actual responsable del Campus del Milán.
Foto: Fusión

Matrimonio de Humanidades

De este ir y venir se benefician todos. Pumarín gana habitantes, movimiento y se dispone de una interesante actividad cultural a lo largo del año. Los estudiantes viven en un barrio amable, acostumbrado a la mezcla y dotado de buenos servicios. Todos salen ganando.
El Milán reúne tres facultades. La de Filosofía, la de Filología, que agrupa cinco carreras, y la de Geografía e Historia, con cuatro. Al frente de este entramado se ha situado este año Octavio Monserrat Zapater, Decano de Geografía e Historia, profesor de Historia contemporánea y actual responsable del Campus del Milán. Le ha tocado abordar la modernización de las carreras de humanidades en concordancia con las directrices de la UE, para hacerlas competitivas para el mercado y atractivas para los estudiantes.

-Mucho ha cambiado el barrio de Pumarín con el Campus del Milán.
-Pues sí, yo creo que este campus ha cambiado profundamente la vida del barrio. Llevamos ya aquí quince años, fue en el verano del 91 cuando nos trasladamos, y en este tiempo el cambio experimentado ha sido enorme. La convivencia con casi 3000 alumnos y unos 250 profesores ha introducido una vitalidad muy grande.

-¿Qué aporta?
-Este es un Campus de Humanidades, volcado a las letras, al debate, a la discusión, a las iniciativas críticas con la sociedad. En ese sentido creo que aporta la posibilidad de poder abordar cuestiones de actualidad y temas humanistas con una visión plural, crítica en algunos casos, con otra perspectiva de los problemas.

"La Universidad necesita cambiar y
las humanidades necesitan modernizarse"

-¿Qué temas van a ocupar la vida interna del campus durante este curso?
-La gran cuestión que tiene que resolver la universidad española a muy corto plazo es el gran proceso de adaptación a lo que se llama la "convergencia europea", un proceso que la UE ha puesto en marcha de armonización de todos los sistemas universitarios. Esto en España está bastante atrasado. Hay que sustituir el viejo sistema del profesor que enseña y el alumno que repite en el examen, por una dinámica mucho más enriquecedora. Hay darle al alumno más capacidad de actuación.

-¿Y cómo se están afrontando estos cambios?
-Es un reto inmenso, porque la universidad no deja de ser un elefante, una institución muy grande y muy pesada con hábitos difíciles de cambiar. En cualquier caso sabemos que es el camino, si no las humanidades tienen un futuro pesimista, porque ¿para qué sirven las humanidades? Tenemos que volcarnos en crear una formación distinta que siga atrayendo a los estudiantes hacia unas carreras que ya no tienen la salida más tradicional, la de la docencia, sino otras salidas más conectadas con las nuevas formas de trabajar, por ejemplo en medios de comunicación, donde historiadores y filólogos pueden tener cabida si les damos una formación más orientada a este tipo de cuestiones.

-Es un cambio muy importante para hacerlo en poco tiempo.
-No soy ingenuo pero soy optimista, porque sé que hay suficiente gente, no digo una mayoría, pero sí la suficiente para hacer de motor de cambio. A estas alturas es algo necesario. La universidad necesita cambiar y las humanidades necesitan modernizarse. ∆

   

   
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Última revisión: abril 07, 2011. 
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