Foto: Fusión |
BARRIOS DE OVIEDO
Pumarín
Con más de 35000 habitantes, Pumarín es mucho más que
un barrio. Además de los equipamientos propios de una gran ciudad, tiene
una característica que lo hace especial: es el Oviedo de la diversidad y
la cultura. Texto: Isabel Gómez
La otra cara del centro
La distancia entre el Campo San
Francisco y el Barrio de Pumarín se recorre en tan sólo cinco minutos. Y
eso a un paso tranquilo, sin apurarse. Tal vez por ello, por su
cercanía, esta zona de Oviedo ha crecido a un ritmo espectacular.
Pumarín está completo por dentro y por
fuera. Su población es relativamente joven, pues son muchos los
matrimonios y nuevas familias que han decidido instalarse en la zona. Al
principio venían atraídos por unas condiciones para la vivienda que no
encontraban en el centro; ahora los precios ya están subiendo, pero el
barrio sigue siendo igual de atractivo.
La presencia de la Universidad aquí, en el
llamado Campus del Milán, le da un aire dinámico al barrio, y en los
alrededores del Campus de Humanidades encontramos una de las zonas
verdes más importantes del barrio.
Pumarín, territorio de
todos
Dejando
al margen los estereotipos que quieren comparar el nuevo Pumarín con
famosos barrios mestizos de algunas grandes urbes, hay que decir que
este territorio es una muestra de una convivencia que cada vez es más
habitual encontrar en todas las ciudades de España.
L a
mezcla de culturas se hace evidente en cuanto se pone un pie en la
calle. Y no sólo se aprecia en los rostros de los nuevos ovetenses,
también en los locales comerciales y en los negocios de reciente
creación, que se están adaptando a los nuevos tiempos y nacen para
atender las necesidades tanto de los ovetentes de toda la vida como de
los recién llegados. Comida china, artesanía hindú, ropa africana,
productos argentinos. La diversidad se hace norma en la oferta de
productos y en los locutorios hay tarifas de precios para más de treinta
países. Ahí es precisamente donde encontramos la mejor muestra del
trasiego internacional. "Desde que yo me dedico a esto, hace año y
medio, ha aumentado tanto la población inmigrante que he tenido que
abrir otro local. Ahora mismo esto es casi la ONU". Son palabras de Juan
Viguera, dueño de un locutorio en Pumarín. "Al principio sólo venían
colombianos, ecuatorianos, argentinos. Ahora hay egipcios, marroquíes,
libaneses, rumanos". Este vasco afincado en Pumarín tiene a menudo
conversaciones con muchos de los recién llegados. A veces le piden ayuda
con sus papeles o simplemente orientación para diferentes cuestiones.
"Son muy trabajadores, pero no tienen ni idea de cómo funciona aquí la
Administración, por eso los vapulean. Así que procuramos indicarles qué
tienen que hacer, cómo presentarse, cómo comportarse."
Foto: AIRA |
El número de matrimonios internacionales
-entre españoles y extranjeros- también está aumentando, lo cual
favorece una interrelación de culturas que sin duda beneficia al barrio.
Pumarín además cuenta con un movimiento asociativo cada vez más
importante, porque a los colectivos de tradición en el barrio se van
sumando los que agrupan a inmigrantes de una misma nacionalidad.
Y es que al igual que ocurre con los asturianos que emigraron a otros
países, los inmigrantes buscan sus propios lugares de reunión con
miembros de su país para compartir recuerdos de su tierra, experiencias,
celebrar fechas especiales y plantear necesidades. Este hecho natural
ocurre también en Pumarín sin que por lo general cause extrañeza en el
resto de vecinos, aunque de forma puntual han surgido inconvenientes al
utilizar espacios públicos o infraestructuras.
Para Gonzalo Olmos, concejal del grupo socialista y vecino de Pumarín
desde hace dos años, la presencia del colectivo inmigrante aporta
vitalidad y dinamismo al barrio. "En términos generales existe una
convivencia constructiva entre los ovetenses 'nativos' y los nuevos
ovetenses. La integración y el diálogo se producen cotidianamente al
compartir espacios y servicios públicos. No obstante, seguramente serían
necesarias nuevas iniciativas, promovidas desde el tejido asociativo y
el propio Ayuntamiento, de conocimiento mutuo, intercambio cultural, etc".
Berta Montoya, presidenta de Aira, una de las asociaciones de
inmigrantes con sede en el barrio, apunta que éste "es un barrio
habitado por gente trabajadora y pacífica, donde se puede vivir con
tranquilidad". Y añade: "Como inmigrantes siempre nos hemos sentido bien
acogidos en Pumarín y nunca se han detectado problemas reseñables de
convivencia. Las campañas contra los inmigrantes que algunos
descerebrados han pretendido desarrollar en este barrio, no han
encontrado ningún eco".
La realidad multicultural se aprecia también en las dependencias del
centro social, donde tanto los vecinos procedentes de otros lugares como
los nativos de Oviedo comparten actividades en una perfecta armonía. De
forma puntual el centro, a través de la Concejalía, organiza talleres
que fomentan el conocimiento de otros países y sus costumbres.
Comida china, artesanía hindú, ropa
africana, productos argentinos. En Pumarín encontramos diversidad de
razas y culturas.
En el barrio también hay profesores y
universitarios que prestan su ayuda a los más pequeños, ofreciéndoles
una labor de apoyo escolar que les ayuda a superar la barrera del idioma
o sus costumbres. Y desde plataformas vecinales se insiste en la
necesidad de organizar actos que propicien el intercambio y cursos en
los cuales poder enseñar a los nuevos vecinos a utilizar correctamente
servicios públicos, como la Seguridad Social. También desde entidades
municipales se organizan actividades y se apoyan eventos deportivos que
facilitan la integración. Todo lo que ayude al conocimiento mutuo y a la
convivencia, es bienvenido en Pumarín. ∆
El Milán y Pumarín
La presencia del Campus del Milán ha transformado el barrio. Desde que
se instaló, hace ahora quince años, Pumarín asiste de septiembre a junio
a un constante movimiento de estudiantes.
Foto: Fusión |
Matrimonio de Humanidades
D e este ir y venir se benefician todos. Pumarín gana habitantes,
movimiento y se dispone de una interesante actividad cultural a lo largo
del año. Los estudiantes viven en un barrio amable, acostumbrado a la
mezcla y dotado de buenos servicios. Todos salen ganando.
El Milán reúne tres facultades. La de Filosofía, la de Filología, que
agrupa cinco carreras, y la de Geografía e Historia, con cuatro. Al
frente de este entramado se ha situado este año
Octavio Monserrat
Zapater, Decano de Geografía e Historia, profesor de Historia
contemporánea y actual responsable del Campus del Milán. Le ha tocado
abordar la modernización de las carreras de humanidades en concordancia
con las directrices de la UE, para hacerlas competitivas para el mercado
y atractivas para los estudiantes.
-Mucho ha cambiado el barrio de Pumarín con el Campus
del Milán.
-Pues sí, yo creo que este campus ha cambiado profundamente la vida
del barrio. Llevamos ya aquí quince años, fue en el verano del 91 cuando
nos trasladamos, y en este tiempo el cambio experimentado ha sido
enorme. La convivencia con casi 3000 alumnos y unos 250 profesores ha
introducido una vitalidad muy grande.
-¿Qué aporta?
-Este es un Campus de Humanidades, volcado a las letras, al debate,
a la discusión, a las iniciativas críticas con la sociedad. En ese
sentido creo que aporta la posibilidad de poder abordar cuestiones de
actualidad y temas humanistas con una visión plural, crítica en algunos
casos, con otra perspectiva de los problemas.
"La Universidad necesita cambiar y
las humanidades necesitan
modernizarse" |
-¿Qué temas van a ocupar la vida interna del campus
durante este curso?
-La gran cuestión que tiene que resolver la universidad española a
muy corto plazo es el gran proceso de adaptación a lo que se llama la
"convergencia europea", un proceso que la UE ha puesto en marcha de
armonización de todos los sistemas universitarios. Esto en España está
bastante atrasado. Hay que sustituir el viejo sistema del profesor que
enseña y el alumno que repite en el examen, por una dinámica mucho más
enriquecedora. Hay darle al alumno más capacidad de actuación.
-¿Y cómo se están afrontando estos cambios?
-Es un reto inmenso, porque la universidad no deja de ser un
elefante, una institución muy grande y muy pesada con hábitos difíciles
de cambiar. En cualquier caso sabemos que es el camino, si no las
humanidades tienen un futuro pesimista, porque ¿para qué sirven las
humanidades? Tenemos que volcarnos en crear una formación distinta que
siga atrayendo a los estudiantes hacia unas carreras que ya no tienen la
salida más tradicional, la de la docencia, sino otras salidas más
conectadas con las nuevas formas de trabajar, por ejemplo en medios de
comunicación, donde historiadores y filólogos pueden tener cabida si les
damos una formación más orientada a este tipo de cuestiones.
-Es un cambio muy importante para hacerlo en poco
tiempo.
-No soy ingenuo pero soy optimista, porque sé que hay suficiente
gente, no digo una mayoría, pero sí la suficiente para hacer de motor de
cambio. A estas alturas es algo necesario. La universidad necesita
cambiar y las humanidades necesitan modernizarse. ∆ |