-¿El hecho
de que anteriormente no hubiera ninguna mujer fiscal le causó algún
problema?
-No, en mi promoción somos cuarenta y cinco, de los cuales la única
mujer soy yo. Fui la primera y la única. Después de aprobar pasaron
bastantes años hasta que volvieron a presentarse mujeres. Estuve
bastante tiempo sola. Nunca tuve ningún problema.
-¿En algún
momento le influyó el entorno familiar a la hora de tomar decisiones?
-No, la que estudiaba era yo, así que la que decidía era yo. Dicen
que los hijos únicos son más influenciables pero no fue mi caso. Además,
cuando yo saqué la oposición mi padre ya había muerto -murió cuando yo
tenía dieciséis años- y mi madre no me puso ninguna objeción.
-¿Qué es lo
más gratificante de su trabajo?
-Pensar que estoy haciendo un servicio a la comunidad, que estoy
haciendo que las cosas se aclaren, que haya menos delincuencia. Luego,
cuando por ejemplo trabajo con incapacitados, aunque el trabajo en sí es
pesado, las familias son tan agradecidas que es gratificante. No es un
trabajo tan "jurídico" pero es muy agradecido.
-Por lo que
veo le gusta ver las cosas por sí misma.
-Por ejemplo en el caso de los incapacitados, no es lo mismo ver un
papel frío, que ver a la familia y tener en cuenta su opinión. Eso es
algo que beneficia a todos.
-Con esta
política su despacho tendrá muchas visitas.
-Aquí la gente viene sin hora. Quien quiere venir a hablar
normalmente no encuentra problemas, la puerta siempre está abierta para
todos.
-La figura
del fiscal es la del guardián cotidiano de los valores del Estado de
Derecho ¿Cómo aterriza esta definición en la vida real?
-Nosotros tenemos que velar por los incapacitados, por la gente mayor,
por los ausentes. Es decir si hay un pleito y hay un ausente nosotros
tenemos que representarle. Si hay una persona desaparecida y la familia
necesita una declaración de fallecimiento para resolver algún problema,
entonces intervenimos. También intervenimos en las tutelas de menores,
viendo si los tutores cumplen bien con su cometido. Siempre que haya un
desprotegido aparece el fiscal.
-¿Cree que
hay una imagen distorsionada de lo que hace un fiscal, tal vez como
influencia de lo que se ve en las películas?
-Hombre yo creo que sí, el fiscal parece que es el malo que va al
juicio, y no es así. Hay muchos asuntos que yo archivo antes llegar a
juicio porque veo que no tienen sentido. Otras veces voy a juicio con
una calificación previa, pero luego si veo que las pruebas fallan tengo
la obligación de retirar la acusación.
También hay ocasiones en las que hay un acusador y yo voy de defensor, a
lo mejor porque pienso que no es delito, y al revés: en un principio
pienso que no hay delito pero como resultado de las pruebas lo acuso. Yo
ni gano ni pierdo con los asuntos, yo voy sólo a que se resuelvan. Como
decía un compañero: "Los asuntos se defienden como propios y se pierden
como ajenos". También soy de las que retiro rápido una acusación si
tengo la menor duda en beneficio del reo.
"Yo voy a los juicios porque quiero, si no sería un
trabajo de demasiado despacho. Estoy en contacto con la
gente y con los jueces. No quiero desvincularme de ese
ritmo" |
-¿Qué le
toca hacer a usted, ahora que estrena cargo?
-Yo en este momento no hago acusaciones, pero reviso las de los
demás. La mayoría de lo que me llega es de civil, de personas menores,
de dependientes, cuestiones de matrimonios y de derecho al honor.
-Cándido
Conde Pumpido decía que "la eficacia de un fiscal crece en proporción
directa con su capacidad de inserción en la sociedad en la que se
mueve". ¿Está de acuerdo?
-Hombre, claro. Si te mueves en la sociedad detectas todos los
problemas. Si yo vivo en una jaula de oro, los problemas son pocos, pero
si estoy integrada en la sociedad los veo y puedo ayudar a resolverlos.
-De todas
formas tendrá que reconocer que a veces se ve a los administradores de
justicia como a una cierta distancia.
-Qué va, el que se vaya a los juicios con una toga no significa
nada. Si no fuéramos con ella a los juicios te digo que acabaríamos como
en una riña en El Fontán. Hay que guardar las formas, pero en realidad
en los juicios hablas todo de forma muy normal, sin distancias. Y aquí
se recibe a todo el mundo.
-¿En algún
momento se ha sentido presionada políticamente?
-En mi vida nunca lo estuve. Creo que son dos cosas que hay que
separar, la política y el trabajo. Yo puedo tener mis opiniones al
respecto pero no puedo llevarlas al juicio. Creo que a veces es más el
politiqueo de los periodistas en los medios de comunicación que lo que
hay en realidad, aunque de todo hay.
-¿Le
resulta difícil desenganchar de su trabajo?
-A mí no, yo tengo mucha capacidad para desconectar. Una vez que
salgo de aquí, se acabó. Si tengo que llevar trabajo a casa lo llevo,
pero no tengo estrés.
-¿Hay algo
que sea duro en su trabajo?
-No hay nada duro especialmente, hay cuestiones más latosas, pero no
duras.
-¿En algún
momento teme implicarse en los casos?
-Yo no me implico. Yo un tema lo conozco, veo la persona cómo es,
tengo que saber si tiene antecedentes, su personalidad, los años que
tiene, etc. Tengo que ver qué hay en esa mente, pero no me implico
personalmente... Si lo hiciera me volvería loca. Aquí es donde entra eso
de 'defenderlos como propios y perderlos como ajenos'.
-¿Cree que
las personas se sienten de forma diferente ante un hombre o una mujer?
-No hay diferencia, a mí sólo me pasó una cosa hace muchos años. Fue
antes de ir a Las Palmas. El acusado estaba preso en los pasillos y
cuando me vio dijo: ¡Ay por Dios, una mujer no! Debió pensar que iba a
cargar más las tintas que un hombre, pero yo creo que eso no ocurre, a
la gente le da igual que sea hombre o mujer.
-Ser ahora
teniente fiscal ¿qué le supone?
-Lo contesté el día que me dieron la Cruz: después de muchos años,
cambiar viene bien, es como volver a empezar. Luego hay cosas que te
gustan más y otras que menos, pero el cambio me sentó bien. Los
anteriores tenientes fiscales no iban nunca a juicios, sin embargo yo
sí, voy a las salas porque quiero, porque si no sería un trabajo de
demasiado despacho. Una semana sí y otra no, voy a los juicios. Estoy en
contacto con la gente y también me sirve para estar en contacto con los
jueces. Me gusta y no quiero desvincularme de ese ritmo.
Aquí la gente viene
sin hora. Quien quiere venir a hablar normalmente no
encuentra problemas, la puerta siempre está abierta para
todos. |
-¿El nuevo
cargo le da más visión del todo?
-Sí, ahora tengo más visión en general del funcionamiento de la
fiscalía, veo más la labor de todos.
-¿Ve
también muchos agujeros?
-Aquí, al igual que en Gijón, se necesitarían más plazas porque los
asuntos van aumentando. Hay muchas cuestiones, y algunos compañeros
tienen mucho papeleo.
-Luego se
dice que la justicia es muy lenta.
-En Fiscalía yo te digo que no es así, las cosas suelen salir en un
plazo normal. Luego, al llegar al juicio es cuando se retrasa. Aquí los
papeles están al día.
-Por
último, 32 años en el mundo judicial ¿cómo le han ido transformando como
persona?
-Tal vez ahora entiendo a la gente más que al principio. Antes era
más objetiva: la ley es así y es así, pero cuando has visto muchos
casos, sin dejar de tener en cuenta la ley, también te fijas en el
delincuente, cómo es y qué problemas tiene... Esto te va dando
experiencia y te hace más comprensivo. No dejas de aplicar la ley pero
ves más cosas. La experiencia te la da el día a día. ∆