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quizá lo mejor de José Antonio no sea únicamente su resistencia física,
sino el espíritu y la mentalidad con que afronta sus retos, con una
humildad y una capacidad de esfuerzo y sacrificio que explican en parte
su sorprendente rendimiento en la montaña.
-Con lo bien que se mueve a su edad por la montaña, parece que la
afición le viene de pequeño. ¿Es así?
-Yo nací en una aldea, y pronto me tocó la guerra. Después fui al
valle de Arán donde estuve en contacto con auténtica montaña, y cuando
saqué las oposiciones de banca volví a mi pueblo, a Vegadeo, donde hay
un tipo de montaña clásica, más erosionada, diferente a lo que hay en el
centro u oriente de la región. O sea, siempre estuve en contacto con la
naturaleza, pero sin hacer excursiones, sin salir a caminar por el gusto
de hacerlo.
-La
mentalidad era distinta, el montañismo no era una actividad en sí misma.
-El que nace en una aldea de montaña en lo que menos piensa es en
hacer excursiones, hasta el extremo de que a veces, en las salidas,
preguntamos a los aldeanos, "¿por dónde se va al pico ése?", y nos
dicen: "Yo en ese pico no estuve nunca, ¿quién iba a ir allí?". Los que
nacemos en un pueblo no tenemos afición a la montaña, se despierta
luego, como me ocurrió a mí. Yo empecé a hacer algo de montaña en
Langreo; luego vine a Oviedo, donde llevo más de cuarenta años. Salía
con mis hijos, hasta que alguien me dijo, con razón, que me integrara en
un club, porque hay travesías en las que el grupo es necesario.
La verdad es que se me daba bien y eso sí que procede de la aldea,
porque el que crece subiendo y bajando, ya mantiene esas condiciones
para siempre.
-En su
grupo de montaña, el G.M. Monsacro de Oviedo, dicen que camina usted más
que ellos.
-No, no ando más que ellos, lo que pasa es que pongo más esfuerzo. A
mí me cuesta más, no es lo mismo tener dieciocho que ochenta y ocho, y
yo noto que los años pasan factura porque me comparo conmigo mismo, no
con nadie. Yo empecé sin equipo ni nada, iba de cualquier manera. Hasta
tal punto de que en una salida un compañero preguntó: "¿Y quién es
ése?". Le contestaron: "El director del Banesto", y replicó: "Coño, si
parece un pastor". Así que hasta que fui equipándome pasó algo de
tiempo.
Ahora mismo, sigo haciendo montaña dignamente, hasta el extremo -y esto
es una vanidad-, de que voy a dejar la montaña en cuanto vea que tengo
que andar arrastrando las botas por los riscos. Quiero retirarme con
dignidad.
"Cuando me preguntan
que cómo me cuido para mantenerme así, tengo que decir que a
lo mejor es la montaña la que en buena parte me ha cuidado a
mí." |
-¿Y cuál es
el secreto para mantenerse tan fuerte a los 88 años?
-Bueno, yo soy creyente, así que lo atribuyo a la Divina
Providencia. No, en serio, es vital lo que le viene dado a uno por
naturaleza, pero por supuesto también hay que poner algo de tu parte. La
respiración es fundamental, y también hay que saber dosificarse, porque
puede subir cualquiera, sólo hay que hacerlo de forma que la preparación
que tenemos, administrando el esfuerzo, nos baste para llegar a donde
nos proponemos. Es decir, que en las cuestas muy pronunciadas, hay que
ir parando, no para descansar, sino lo justo para recuperar un poco el
aire y el tono muscular y poder seguir avanzando.
Y sobre todo, lo que es interesante es llevar una vida sana. Yo sigo
levantándome a las siete de la mañana y caminando once kilómetros
prácticamente todos los días.
-Dice que a
la montaña puede subir cualquiera. ¿Es un deporte para todos?
-Yo practiqué pocos deportes, natación, esquí y poco más, pero la
montaña es recomendable para todo el mundo. No es competitivo, cada uno
compite consigo mismo, y aporta otras cosas que se notan en general
porque la montaña no es solamente subir un pico, bajar y correr, sino
que tiene muchas posibilidades para el individuo. Cuando me preguntan
que cómo me cuido para mantenerme así, tengo que decir que a lo mejor es
la montaña la que en buena parte me ha cuidado a mí.
-¿De qué
manera, qué es lo que le aporta?
-Yo creo que es el hecho de que el individuo esté de frente a la
naturaleza. Es una actividad que requiere una mentalidad determinada y
saber administrarse. Muchas veces hay que afrontar y vencer los
obstáculos que se presentan por amor propio. Y no todo el mundo se lo
plantea igual, hay mucha gente que quiere comodidad, y yo siempre digo
que para eso nos quedamos en el parque San Francisco de Oviedo.
Infinidad de veces el tiempo no es el adecuado, y aunque es más bonito
hacer montaña con buen tiempo, cuando te mojas y has pasado frío,
sientes la satisfacción de haberte vencido a ti mismo. Y después yo creo
que la contemplación de la vida en la montaña, las flores, los bosques,
la nieve en los riscos, es una maravilla.
-Y desde su
experiencia, ¿qué le parece la montaña asturiana?
-Yo en Asturias hice lo que me apeteció, porque tiene de todo.
Siempre digo que para presumir de montañero de Asturias hay tres picos
que se tienen que afrontar, que son Peña Santa de Castilla, Torrecerredo,
y el Urriellu, que son los tres más significativos de la región, aunque
éste último quizá esté un poco mitificado en su dificultad.
-¿Qué es lo
más hermoso que ha visto en todos estos años?
-Lo que más me impresiona, tanto en primavera como en otoño, son los
bosques. Estos magníficos hayedos que tenemos en Asturias, son una
maravilla.
Hay que tener la mente abierta para enamorarse de la Naturaleza.
Por ejemplo alguna vez he dado un buen rodeo para no atravesar un campo
lleno de flores, solamente para evitar pisarlas. Es una forma de
entender la montaña que te lleva a vivir momentos mágicos, emocionantes.
Mi mayor gozo es precisamente sentirme integrado en la Naturaleza. ∆