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SUPLEMENTO ASTURIAS   -  SEPTIEMBRE 2005

RICARDO ANADON
 Catedrático de Ecología en la Universidad de Oviedo

RICARDO ANADON


Cambio climático, medio ambiente, efecto invernadero, Protocolo de Kioto... son cuestiones básicas a tener en cuenta para vivir desde una conciencia ecológica. Al profesor Ricardo Anadón le preocupan tanto las consecuencias del cambio climático como las soluciones para paliar sus efectos desde nuestro entorno más inmediato. Texto y foto: Lupercio González

El valor de lo ecológico

El cambio climático es un hecho avisado por la comunidad científica desde hace décadas. Ahora que ya se admite la responsabilidad de la actividad humana en este proceso, todavía no se toman todas las medidas posibles para frenar tanto su avance como sus consecuencias. Científicos, como Ricardo Anadón, no se cansan de advertir: "El cambio que viene es muy grande".
-Los expertos auguran que el cambio climático transformará la cornisa cantábrica y la convertirá con el tiempo en un paisaje mediterráneo. ¿Es una advertencia un tanto alarmista?
-Las herramientas que tenemos para predecir el futuro dependen de modelos que tienen que ver con los flujos de carbono en toda la tierra. La acumulación de gases de efecto invernadero depende en gran medida de los comportamientos socioeconómicos de los humanos, es decir de nuestras emisiones futuras. Las posibilidades tecnológicas dan una horquilla bastante amplia entre un comportamiento con control y gobierno global, en el que las personas mantengan una actitud muy conservacionista y protectora; hasta situaciones en las que seguimos como estamos y sálvese quien pueda, con gobiernos regionales y una idea economicista de la vida de los ciudadanos. Hay un abanico muy grande. Una vez que está decidido eso los otros modelos funcionan bastante bien, y predicen un incremento notorio de la temperatura en toda la tierra, incrementos o descensos de pluviosidad según las regiones y la existencia de eventos extremos, es decir, que las lluvias no serán como antes sino que las masas que llegan tendrán más agua y la lluvia será mucho más intensa. En la situación más favorable podemos decir que el cambio es muy importante, y en la más desfavorable será terrible. Además uno puede pensar en lo que va a pasar a nivel local, pero da lo mismo que en tu tierra no haya muchos cambios, e incluso que algunos sean favorables, pero si sube el nivel del agua un metro será enorme la cantidad de obra pública que habrá que hacer, la cantidad de territorios que van a quedar inundados, la gente que se tendrá que desplazar, los terrenos agrícolas que se perderán.

-Todo eso va a suponer un gran cambio.
-Claro. ¿Qué implicará? Pues que habrá que dedicar fondos a ayudar a la gente y cambiarán muchos aspectos socioeconómicos, con lo cual aunque no afecte a uno directamente va a afectar a todo alrededor. Yo creo que no se piensa demasiado en la trascendencia que tiene que países muy bajos puedan perder dinero, que se pueda inundar la mitad de Florida, que se pueda inundar una parte importante del Delta del Nilo, del Ebro, de la desembocadura del Guadalquivir; todas las ciudades costeras van a ver afectadas sus obras de recogida de vertidos, y eso es una cantidad de dinero tan salvaje, que casi con toda la seguridad va a tener unas consecuencias muy importantes. El cambio que viene es muy grande.

-Se está potenciando el cambio del modelo energético actual y como consecuencia el uso de energías limpias, no contaminantes, sin embargo muchas de ellas producen un impacto visual fuerte en el paisaje, como los parques eólicos, o los paneles solares... ¿Dónde está el equilibrio?
-Creo que el límite está primero, en la utilidad de las energías. Segundo, en encontrar soluciones alternativas que puedan ser utilizadas sin grandes impactos. Por ejemplo el agua caliente de las casas podría obtenerse por paneles solares, no fotovoltaicos y que podrían dar calor a mucha agua lo que evitaría el consumo de energías fósiles. Una alternativa no es necesariamente un gran campo de paneles fotovoltaicos, a lo mejor está en reducir y minimizar los costes energéticos que tenemos en nuestras casas, favorecer que la gente se compre coches de menor consumo, favorecer el transporte que se haga por ferrocarril en vez de usar autobuses, en fin, todas estas cuestiones que en España no se han planificado. En otros países lo tienen bien claro y ya han tomado decisiones que están provocando una minimización. De hecho, el gasto energético y la emisión de países de nuestro entorno se ha reducido de acuerdo a lo que ellos preveían con el Protocolo de Kioto. Alemania, Inglaterra, Francia... todos estos países están cumpliendo con la reducción. Nosotros los españoles no nos hemos tomado muy en serio que nuestro papel es el de encontrar soluciones si provocan inconvenientes en los ciudadanos, éstos tienen que asumir que es un precio que tienen que pagar para evitar un daño que puede ser superior para sus hijos o sus nietos.

-Asturias tiene como eslogan: Paraíso Natural; pero ¿qué nivel de conciencia ecológica tienen los asturianos?
-Yo creo que, como igual que en España, en Asturias hay una conciencia ecológica un poco laxa, en el sentido de que no se está dispuesto a tomar determinadas medidas si afectan a nuestros intereses y a nuestra forma de actuar. Eso de "qué bonita es la tierrina" es más que nada una declaración formal. Yo creo que no se analiza el propio territorio desde el punto de vista de la conservación, incluso en lo relativo a las actividades tradicionales. Por otra parte, me llama la atención que se vendan como Reservas de la Biosfera zonas que por su propia ubicación y su orografía casi están defendidas, y sin embargo no hay protección para otras zonas donde hay más actividad humana. Yo diría que es más fachada que algo sentido.

-En Asturias tenemos muchas figuras de protección para espacios naturales. ¿Realmente son necesarias tantas?
-Mi impresión personal es que en todo ello hay un componente turístico. De hecho por ejemplo Somiedo, desde que se creó, ha tenido un incremento de visitantes. No sé si es necesario hacerlo así o se podría compensar de otras maneras a esas poblaciones, que viven en una situación desde luego bastante más incómoda que los que vivimos en la ciudad, y que sólo vamos allí los fines de semana. Yo de hecho casi dejo de ir a los sitios que nombran parque natural, y prefiero visitar otras zonas de la cordillera que como nadie las conoce siguen manteniendo su estructura tradicional, sin la degradación que genera una urbanización intensa o nuevas construcciones. Creo que convendría mirar hacia otras zonas que están bastante menos protegidas, porque están inmersas en una matriz bastante degradada. Habría que pensar qué efecto tiene la enorme construcción de carreteras, la urbanización de la zona central, la destrucción de todas las vegas del centro de Asturias, son temas que no están metidos en la idea de conservación, sin embargo a mí me parecen sumamente interesantes porque muchos recursos dependen de ello y porque afectan a las zonas donde vive la mayor cantidad de la población de Asturias. A nadie parece preocuparle sustancialmente ese tipo de cuestiones.

-Es evidente que el área central asturiana va a convertirse en una gran metrópoli. A nivel hidrológico eso va a implicar una demanda de agua mayor, para lo que se quiere construir la presa de Caleao. ¿No es un contrasentido que se quiera levantar una gran infraestructura dentro de un territorio protegido como es el Parque Natural de Redes?
-Es un contrasentido. Yo creo que no se han analizado de una manera global los recursos hídricos de Asturias, en parte porque los recursos dependen de empresas y de entidades administrativas muy diferentes. Por ejemplo del Narcea se captan una gran cantidad de metros cúbicos que antes utilizaba Ensidesa y que ahora Arcelor ya no necesita, por lo tanto hay un aporte de agua que no sé si servirá para beber, pero posiblemente sí para actividades industriales o para riego o para otras muchas cosas. Mi opinión es que eso no está analizado. A mí me propusieron participar en un estudio, pero me retiré directamente en el momento en que me dijeron que el tema era ver si el entorno del Nalón podía dar agua para toda la gente, sin considerar otras posibles fuentes. Me parece que no es la forma razonable de abordarlo desde el punto de vista de un gobierno regional que decide cómo optimizar los recursos que tiene causando el menor daño posible. Y hay muchos recursos hídricos que posiblemente no necesiten la creación de un embalse. No hay un planteamiento global inicial, del cual partan luego acciones parciales. No me parece la forma correcta de enfocar los temas en la actualidad.

-Hace casi diez años estuvo una temporada en la Antártida trabajando en un importante proyecto de investigación. ¿Qué te aportó esa experiencia?
-En ese momento estaba en pleno desarrollo el estudio del papel del mar en el cambio climático y su capacidad como sumidero del dióxido del carbono atmosférico. Por eso nos planteamos la posibilidad de hacer un estudio integrado en una zona donde hubiese una alta productividad. Propusimos la zona de Galicia, porque en verano tiene lugar allí un proceso que se llama afloramiento, que hace que sea muy productiva, por eso hay tanto pescado y tanto marisco. Otra alternativa era la Antártida. En aquel momento, como era un proyecto en el que participábamos trece instituciones, más de veinte grupos de investigación y más de cincuenta científicos, y era la mayor apuesta potencial de la comunidad científica oceanográfica española, decidieron que la Antártida era la mejor opción, dado que el barco además estaba allí. Y fue una buena experiencia, porque no se ha hecho nada similar ni anterior ni posteriormente, con ese nivel de integración de conocimientos entre físicos, geólogos, biólogos, etc. La verdad es que la experiencia personal fue extraordinaria, todos nos acordamos de ella con mucho cariño.

-¿Y en cuanto a los resultados científicos?
-Fue muy positivo. Lo cierto es que para una campaña oceanográfica sacar treinta trabajos en revistas de primer nivel, y publicar un número especial dedicado a eso, cuando era la primera vez que la comunidad científica española llevaba a cabo un proyecto semejante, se puede considerar un buen resultado. De hecho hace dos meses, un equipo de Estados Unidos que lleva trabajando allí mucho tiempo, nos pidió el uso de los datos porque le pareció sumamente interesante el enfoque que nosotros le habíamos dado y lo que habíamos conseguido. Que casi una década después de que estuvimos allí alguien manifieste interés por utilizar la información que conseguimos, es muy estimulante. ∆

   

   
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