Cambio climático, medio ambiente, efecto
invernadero, Protocolo de Kioto... son cuestiones básicas a tener en
cuenta para vivir desde una conciencia ecológica. Al profesor Ricardo
Anadón le preocupan tanto las consecuencias del cambio climático como
las soluciones para paliar sus efectos desde nuestro entorno más
inmediato.
Texto y foto: Lupercio González
El valor de lo
ecológico
El
cambio climático es un hecho avisado por la comunidad científica desde
hace décadas. Ahora que ya se admite la responsabilidad de la actividad
humana en este proceso, todavía no se toman todas las medidas posibles
para frenar tanto su avance como sus consecuencias. Científicos, como
Ricardo Anadón, no se cansan de advertir: "El cambio que viene es muy
grande".
-Los expertos auguran que el cambio climático transformará la cornisa
cantábrica y la convertirá con el tiempo en un paisaje mediterráneo. ¿Es
una advertencia un tanto alarmista?
-Las herramientas que tenemos para predecir el futuro dependen de
modelos que tienen que ver con los flujos de carbono en toda la tierra.
La acumulación de gases de efecto invernadero depende en gran medida de
los comportamientos socioeconómicos de los humanos, es decir de nuestras
emisiones futuras. Las posibilidades tecnológicas dan una horquilla
bastante amplia entre un comportamiento con control y gobierno global,
en el que las personas mantengan una actitud muy conservacionista y
protectora; hasta situaciones en las que seguimos como estamos y sálvese
quien pueda, con gobiernos regionales y una idea economicista de la vida
de los ciudadanos. Hay un abanico muy grande. Una vez que está decidido
eso los otros modelos funcionan bastante bien, y predicen un incremento
notorio de la temperatura en toda la tierra, incrementos o descensos de
pluviosidad según las regiones y la existencia de eventos extremos, es
decir, que las lluvias no serán como antes sino que las masas que llegan
tendrán más agua y la lluvia será mucho más intensa. En la situación más
favorable podemos decir que el cambio es muy importante, y en la más
desfavorable será terrible. Además uno puede pensar en lo que va a pasar
a nivel local, pero da lo mismo que en tu tierra no haya muchos cambios,
e incluso que algunos sean favorables, pero si sube el nivel del agua un
metro será enorme la cantidad de obra pública que habrá que hacer, la
cantidad de territorios que van a quedar inundados, la gente que se
tendrá que desplazar, los terrenos agrícolas que se perderán.
-Todo eso va a suponer un gran cambio.
-Claro. ¿Qué implicará? Pues que habrá que dedicar fondos a ayudar a
la gente y cambiarán muchos aspectos socioeconómicos, con lo cual aunque
no afecte a uno directamente va a afectar a todo alrededor. Yo creo que
no se piensa demasiado en la trascendencia que tiene que países muy
bajos puedan perder dinero, que se pueda inundar la mitad de Florida,
que se pueda inundar una parte importante del Delta del Nilo, del Ebro,
de la desembocadura del Guadalquivir; todas las ciudades costeras van a
ver afectadas sus obras de recogida de vertidos, y eso es una cantidad
de dinero tan salvaje, que casi con toda la seguridad va a tener unas
consecuencias muy importantes. El cambio que viene es muy grande.
-Se está potenciando el cambio del modelo energético
actual y como consecuencia el uso de energías limpias, no contaminantes,
sin embargo muchas de ellas producen un impacto visual fuerte en el
paisaje, como los parques eólicos, o los paneles solares... ¿Dónde está
el equilibrio?
-Creo que el límite está primero, en la utilidad de las energías.
Segundo, en encontrar soluciones alternativas que puedan ser utilizadas
sin grandes impactos. Por ejemplo el agua caliente de las casas podría
obtenerse por paneles solares, no fotovoltaicos y que podrían dar calor
a mucha agua lo que evitaría el consumo de energías fósiles. Una
alternativa no es necesariamente un gran campo de paneles fotovoltaicos,
a lo mejor está en reducir y minimizar los costes energéticos que
tenemos en nuestras casas, favorecer que la gente se compre coches de
menor consumo, favorecer el transporte que se haga por ferrocarril en
vez de usar autobuses, en fin, todas estas cuestiones que en España no
se han planificado. En otros países lo tienen bien claro y ya han tomado
decisiones que están provocando una minimización. De hecho, el gasto
energético y la emisión de países de nuestro entorno se ha reducido de
acuerdo a lo que ellos preveían con el Protocolo de Kioto. Alemania,
Inglaterra, Francia... todos estos países están cumpliendo con la
reducción. Nosotros los españoles no nos hemos tomado muy en serio que
nuestro papel es el de encontrar soluciones si provocan inconvenientes
en los ciudadanos, éstos tienen que asumir que es un precio que tienen
que pagar para evitar un daño que puede ser superior para sus hijos o
sus nietos.
-Asturias tiene como eslogan: Paraíso Natural; pero
¿qué nivel de conciencia ecológica tienen los asturianos?
-Yo creo que, como igual que en España, en Asturias hay una
conciencia ecológica un poco laxa, en el sentido de que no se está
dispuesto a tomar determinadas medidas si afectan a nuestros intereses y
a nuestra forma de actuar. Eso de "qué bonita es la tierrina" es más que
nada una declaración formal. Yo creo que no se analiza el propio
territorio desde el punto de vista de la conservación, incluso en lo
relativo a las actividades tradicionales. Por otra parte, me llama la
atención que se vendan como Reservas de la Biosfera zonas que por su
propia ubicación y su orografía casi están defendidas, y sin embargo no
hay protección para otras zonas donde hay más actividad humana. Yo diría
que es más fachada que algo sentido.
-En Asturias tenemos muchas figuras de protección
para espacios naturales. ¿Realmente son necesarias tantas?
-Mi impresión personal es que en todo ello hay un componente
turístico. De hecho por ejemplo Somiedo, desde que se creó, ha tenido un
incremento de visitantes. No sé si es necesario hacerlo así o se podría
compensar de otras maneras a esas poblaciones, que viven en una
situación desde luego bastante más incómoda que los que vivimos en la
ciudad, y que sólo vamos allí los fines de semana. Yo de hecho casi dejo
de ir a los sitios que nombran parque natural, y prefiero visitar otras
zonas de la cordillera que como nadie las conoce siguen manteniendo su
estructura tradicional, sin la degradación que genera una urbanización
intensa o nuevas construcciones. Creo que convendría mirar hacia otras
zonas que están bastante menos protegidas, porque están inmersas en una
matriz bastante degradada. Habría que pensar qué efecto tiene la enorme
construcción de carreteras, la urbanización de la zona central, la
destrucción de todas las vegas del centro de Asturias, son temas que no
están metidos en la idea de conservación, sin embargo a mí me parecen
sumamente interesantes porque muchos recursos dependen de ello y porque
afectan a las zonas donde vive la mayor cantidad de la población de
Asturias. A nadie parece preocuparle sustancialmente ese tipo de
cuestiones.
-Es evidente que el área central asturiana va a
convertirse en una gran metrópoli. A nivel hidrológico eso va a implicar
una demanda de agua mayor, para lo que se quiere construir la presa de
Caleao. ¿No es un contrasentido que se quiera levantar una gran
infraestructura dentro de un territorio protegido como es el Parque
Natural de Redes?
-Es un contrasentido. Yo creo que no se han analizado de una manera
global los recursos hídricos de Asturias, en parte porque los recursos
dependen de empresas y de entidades administrativas muy diferentes. Por
ejemplo del Narcea se captan una gran cantidad de metros cúbicos que
antes utilizaba Ensidesa y que ahora Arcelor ya no necesita, por lo
tanto hay un aporte de agua que no sé si servirá para beber, pero
posiblemente sí para actividades industriales o para riego o para otras
muchas cosas. Mi opinión es que eso no está analizado. A mí me
propusieron participar en un estudio, pero me retiré directamente en el
momento en que me dijeron que el tema era ver si el entorno del Nalón
podía dar agua para toda la gente, sin considerar otras posibles
fuentes. Me parece que no es la forma razonable de abordarlo desde el
punto de vista de un gobierno regional que decide cómo optimizar los
recursos que tiene causando el menor daño posible. Y hay muchos recursos
hídricos que posiblemente no necesiten la creación de un embalse. No hay
un planteamiento global inicial, del cual partan luego acciones
parciales. No me parece la forma correcta de enfocar los temas en la
actualidad.
-Hace casi diez años estuvo una temporada en la
Antártida trabajando en un importante proyecto de investigación. ¿Qué te
aportó esa experiencia?
-En ese momento estaba en pleno desarrollo el estudio del papel del
mar en el cambio climático y su capacidad como sumidero del dióxido del
carbono atmosférico. Por eso nos planteamos la posibilidad de hacer un
estudio integrado en una zona donde hubiese una alta productividad.
Propusimos la zona de Galicia, porque en verano tiene lugar allí un
proceso que se llama afloramiento, que hace que sea muy productiva, por
eso hay tanto pescado y tanto marisco. Otra alternativa era la Antártida.
En aquel momento, como era un proyecto en el que participábamos trece
instituciones, más de veinte grupos de investigación y más de cincuenta
científicos, y era la mayor apuesta potencial de la comunidad científica
oceanográfica española, decidieron que la Antártida era la mejor opción,
dado que el barco además estaba allí. Y fue una buena experiencia,
porque no se ha hecho nada similar ni anterior ni posteriormente, con
ese nivel de integración de conocimientos entre físicos, geólogos,
biólogos, etc. La verdad es que la experiencia personal fue
extraordinaria, todos nos acordamos de ella con mucho cariño.
-¿Y en cuanto a los resultados científicos?
-Fue muy positivo. Lo cierto es que para una campaña oceanográfica
sacar treinta trabajos en revistas de primer nivel, y publicar un número
especial dedicado a eso, cuando era la primera vez que la comunidad
científica española llevaba a cabo un proyecto semejante, se puede
considerar un buen resultado. De hecho hace dos meses, un equipo de
Estados Unidos que lleva trabajando allí mucho tiempo, nos pidió el uso
de los datos porque le pareció sumamente interesante el enfoque que
nosotros le habíamos dado y lo que habíamos conseguido. Que casi una
década después de que estuvimos allí alguien manifieste interés por
utilizar la información que conseguimos, es muy estimulante. ∆ |